La Jornada Maya
Óscar Muñoz
Foto Rodrigo Díaz Guzmán

2 de octubre, 2015

Muy poco se ha hablado de las diferencias y las semejanzas entre el rock psicodélico y el rock espacial, ambos subgéneros del rock progresivo. Tal vez esto ha sido así porque muchas veces no se logra distinguir uno del otro. Algunas ocasiones, quienes disfrutan de uno y otro subgénero confunden los elementos propios de cada uno. Y otras veces, los escuchas no logran diferenciar cuáles elementos pertenecen a tal o cual estilo. ¿Habrá confusión o fusión?

Si bien el rock progresivo tiene sus raíces en los fenómenos culturales de la psicodelia de mediados de los sesentas, la invasión británica del rock y el folk rock de la misma época ampliaron la sonoridad del género progresivo. Junto con ello, fue abandonada la escritura de las canciones basada en estrofa/estribillo/estrofa, que había sido la estructura en el rock and roll, a cambio de una forma más fluida, más libre y más acorde con el deslizamiento visual, sonoro y emotivo de la psicodelia. También fue relevante para el rock psicodélico la incorporación de instrumentos y sonidos orientales, como los hindúes, y del free jazz.

Por otra parte, la tecnología de los estudios de grabación y la ingeniería de sonido fueron importantes factores que favorecieron la consolidación del rock psicodélico. Durante las grabaciones fue posible alterar electrónicamente los sonidos musicales y las voces, lo cual contribuyó enormemente con la alteración de las percepciones auditivas. Uno de estos casos está en el uso del pedal wah wah de la guitarra, tal como nos maravillaron a muchos los acordes de Jimi Hendrix y Eric Clapton en los sesentas.

La división entre la música experimental y el rock progresivo se hizo cada vez más delgada, al grado en que muchas veces ambos géneros eran confundidos o fundidos. La mayoría de los grupos de rock de los sesentas que contribuyeron involuntariamente en la generación del progresivo psicodélico fueron varios y de muy diversos subgéneros, como los casos de Iron Butterfly, Jefferson Airplane o Vanilla Fudge.

Otros grupos, como Pink Floyd, llevaron su carrera más allá de la época de su formación con una constancia psicodélica cada vez más evidentemente progresiva. Sin embargo, en este desarrollo progresivo, Pink Floyd deambuló en esa embriaguez psicodélica hacia canales exteriores, dimensiones ajenas a la mente, horizontes más orientados hacia el cosmos, tendencia conocida hoy como rock espacial.

A finales de 1960 fue la época en que nació el rock espacial. La mayoría de los grupos intérpretes de esta línea del rock progresivo habían asimilado algunos elementos sonoros del krautrock (otro subgénero del progresivo, aunque de nacionalidad primordialmente alemana). Tales elementos eran los ritmos hipnóticos generados a base de repeticiones y ambientes electrónicos. El sintetizador fue el instrumento que proporcionó los tonos efervescentes que necesitaba el paisaje espacial a crear, además de los esquemas sonoros siderales. Todo ello generaba un flujo de sonoridades cósmicas que bien podrían representar una oleada del universo mismo.

Las guitarras jugaron preferencialmente con la técnica del glissando (sucesión rápida y continua de una nota a otra) y el retardo (nota de un acorde anterior que ocupa el lugar de la nota del acorde posterior). Asimismo, fueron utilizados con mucha frecuencia los efectos de eco en las guitarras, lo que contribuía aún más en la generación de ese ambiente cósmico deseado. Algunos efectos sonoros fueron retomados del reggae dub (música electrónica derivada del reggae que usa una amplia variedad de efectos sonoros, como el eco, el reverb, el delay y hasta fragmentos de otras grabaciones).

Otro tipo de factores que participaron en la génesis del rock espacial está en los conciertos en directo con el trippy light show, en el que eran utilizados fractales aleatorios (fragmentos de figuras geométricas que son proyectados al azar). En resumen, el rock espacial, al lado del progresivo psicodélico tienen la capacidad de generar dos tipos de viajes sonoros, y hasta visuales, a elegir: uno interno, mental, como una introspección, y otro externo, sideral, como una extrospección. Interiorización y exteriorización. El ser y el universo.

Los álbumes de este género incluyen historias, imágenes, títulos de canciones o discos y cualesquier otro aspecto siempre referidos a asuntos cósmicos. Según la opinión de algunos críticos de rock y melómanos, el álbum en vivo Space Ritual del grupo inglés Hawkwind es el mejor del género. Cabe destacar que este álbum contó con la colaboración especial del escritor de ciencia ficción Michael Moorcock, quien escribió las letras que interpretaría un narrador y que serían extendidas a través de los efectos de un sintetizador.


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