de

del

Miguel Carbajal Rodríguez
Foto: Carlos Águila Arreola
La Jornada Maya

27 de enero, 2016

Me viene a la cabeza la imagen de un cuerpo humano cubierto con cicatrices, pienso en un esclavo a quien el látigo lo obliga a realizar trabajos forzados para beneficio de quienes se sienten dueños de su vida y para quienes que no es más que un recurso desechable. Cicatrices que doblegan el cuerpo y que tarde o temprano debilitan el alma.

Nuestro país tiene muchas cicatrices. Ya sea por accidentes industriales, por desarrollos urbanos mal planeados, por la corrupción en diferentes sectores, por una mala planeación, por la inoperatividad de la legislación ambiental, por la ambición desmedida de algunos empresarios, por la incapacidad operativa de órganos de gobierno, por nuestra apatía como ciudadanos y nuestra falta de involucramiento o por la falta de educación ambiental, México es un país lleno de cicatrices. El látigo del mal llamado desarrollo no ha tenido consideraciones para nuestro país. Hemos sometido a la naturaleza como alguna vez sugiriera Francis Bacon, “hay que torturarla hasta sacarle sus secretos” y vaya que lo hemos hecho.

Ríos y mares contaminados, deforestación, pérdida de especies y ecosistemas, devastación que parece no tiene límites y que pese a los esfuerzos de conservación sigue ocurriendo. Según datos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, CONANP, para 2011 ya habíamos perdido el 46.6 por ciento de los manglares de nuestro territorio. De las 19 mil 500 hectáreas de mangle, sólo nos quedan unas 7 mil 700; a las que hay que restarles las recién desaparecidas del malecón de Tajamar, Cancún. Hemos eliminado 40.54 por ciento de nuestras selvas húmedas y 40.9 por ciento de nuestros bosques. En general, todos los ecosistemas han sido mermados significativamente. De lo que queda, gran parte está en serio estado de degradación; como es el caso de las selvas húmedas, ecosistema que, de las más de 258 mil hectáreas originales, sólo quedan 151 mil y 73 por ciento de éstas presenta deterioro.

Como de un esclavo, nuestro territorio ha sido abusado. Se le ha obligado a dar su fuerza y su riqueza natural para beneficio e intereses de unos cuantos, se le ha tratado sin visión a largo plazo e ignorando a las futuras generaciones, sin pensar en las consecuencias sociales y económicas que representa el no saber convivir con la naturaleza. Siendo un país megadiverso ¿Cómo es posible que exista tanta pobreza, tanta falta de oportunidades, tanta violencia?

Discursos contradictorios. Por una parte, fuertes compromisos para actuar contra el cambio climático, para reforestar y proteger nuestro patrimonio natural; por otro, presupuestos mínimos para la operación de las instituciones encargadas de hacerlo, recortes de personal operativo y de directores de reservas naturales; contrasentidos difíciles de comprender en un país que se dice comprometido con el medio ambiente.

Una cicatriz más para nuestro país: los sucesos recientes en la devastación del manglar en Cancún muestran la ceguera y desinterés de los involucrados ante un problema prioritario. Más grave aún, pues el manglar es uno de los ecosistemas con mayor capacidad paras secuestrar carbono. Ese carbono que nos preocupa, que es causante del calentamiento global, ese que como país nos hemos comprometido a disminuir. Las imágenes de este ecocidio duelen y nos deben de indignar. Se quiere sustituir la vida y la diversidad que existían por estructuras que sólo representan la ambición de unos cuantos y que buscan sacar el máximo provecho económico a sus intereses. Todo es en el marco de la legalidad, se lee en algún medio impreso, pero en el fondo queda la duda. Me pregunto si en verdad hubo acciones de rescate de fauna para trasladarla a otro lugar, si en verdad no podemos tener la inteligencia de realizar proyectos en donde la convivencia entre seres humanos y naturaleza se dé armoniosamente. ¿Es lícito permitir en nuestro tiempo desarrollos que eliminen de esta manera nuestra riqueza natural? Ante la situación tan deteriorada del planeta, ¿es ético seguir con este tipo de obras a expensas de la naturaleza? A decir por la manera en que se dieron los hechos, de noche y con la fuerza pública custodiando, parecería que no hay lugar para las dos partes. O tú o yo, es una decisión entre la Naturaleza o la ilusión del desarrollo.

Esperemos que la indignación de esta nueva cicatriz nos mueva más allá de “compartir” una nota o marcar con un like. Debe de movernos, para sumar voces, para madurar en la cultura de la denuncia, para dejar de pensar que el cuidado ambiental es sólo deber del gobierno, para involucrarnos como ciudadanos en el cuidado de nuestro patrimonio; para reflexionar sobre nuestras acciones diarias y dejar de ser cómplices conscientes o inconscientes del deterioro, para cobrar conciencia de la responsabilidad que tenemos como miembros de una sociedad para con el cuidado de la vida y ser protagonistas, cada uno de nosotros, de la construcción del desarrollo de México en donde exista lugar no sólo para la economía, sino también y sobre todo, para la calidad de vida de todos en un medio ambiente sano.

[email protected]


Lo más reciente

Con 258 votos a favor, diputados aprueban reforma a Ley de Amnistía

El pleno inició la discusión de 71 reservas, aunque 22 serán enviadas al Diario de los Debates

La Jornada

Con 258 votos a favor, diputados aprueban reforma a Ley de Amnistía

Acusan en Texas a más de 140 migrantes por intento de ingreso masivo a EU

No se reportaron heridos durante la supuesta entrada del 12 de abril en El Paso

Ap

Acusan en Texas a más de 140 migrantes por intento de ingreso masivo a EU

Vila a la campaña, primera llamada

Editorial

La Jornada Maya

Vila a la campaña, primera llamada

Los ''jueces del mundo'', sin calidad moral

La Resaca 2.0

Normando Medina Castro

Los ''jueces del mundo'', sin calidad moral