Construcciones y destrucciones

Óscar Muñoz
Foto Tomada de Google Maps
La Jornada Maya

Al parecer, la construcción es la nueva estrategia de “impulsar el desarrollo” en este país. Aunque también es el punto medular de todo “sospechosismo”. ¿En cuántas cuentas finales ha resultado que las construcciones fueron más caras de lo previsto y autorizado? Hay quienes aseguran que en esas cuentas quienes autorizaron el aumento del costo jalan esas diferencias a sus bolsillos. Todo ello, independientemente del “moche” de la empresa constructora contratada.

Ante estos escenarios, las autoridades de Yucatán han decidido que la entidad requiere de un nuevo centro de convenciones sin que la ciudadanía lo haya solicitado o, por lo menos, manifestado indirectamente tal necesidad. Las autoridades dieron por hecho que era imprescindible construir un centro de convenciones, como si no se contara con el llamado Siglo XXI. Y así, nada más, fue decidida la construcción de este nuevo centro de reuniones.

No obstante que el gobierno estatal ha recibido serios cuestionamientos de parte de ciudadanos al respecto, algunos arquitectos de prestigio han polemizado en torno del proyecto desde varios los ángulos: su orientación, las entradas, la iluminación y demás aspectos arquitectónicos. Además, cuenta también el hecho de contratar a una empresa de Guadalajara, que desconoce las condiciones peculiares del suelo yucateco y otros temas relacionados con el clima y el ambiente, en lugar de una constructora local, sabedora de todos los pormenores implicados en las edificaciones regionales.

Por otra parte, luego de que el nuevo edificio del Congreso de Yucatán fue construido en el periférico poniente e inaugurado hace unos meses, el gobierno del Estado de Yucatán había decidido que el antiguo recinto del Congreso fuera remodelado para que ahí funcionara un nuevo edificio. La parte exterior del antiguo inmueble está siendo derrumbada para construir los muros que albergarán el Palacio de la Música. Como si la ciudadanía requiriera de un espacio especial para ello y como si no existieran otros sitios en el centro histórico de Mérida, se tomó tal decisión en nombre de todos los que habitamos este estado.

Aún persiste el problema de las construcciones inacabadas, particularmente del hospital regional de Tekax, y las autoridades continúan por el mismo camino. Y no sólo sigue el problema de lo inacabado, sino que no se sabe bien a bien qué sucedió con el financiamiento inicial ese proyecto. Aún así, se pretenden nuevas construcciones innecesarias, como un nuevo centro de convenciones y un palacio de la música.

Por si fuera poco, para seguir hablando de construcciones, ninguna autoridad, sea estatal, municipal o federal, ha volteado a revisar los edificios antiguos del patrimonio histórico de México, como el Templo de Monjas o el Ateneo Peninsular. En el primer caso, se han hecho llamados a las autoridades, particularmente del ayuntamiento de Mérida, y parece que a nadie le importa que el edificio continúe en el deterioro.

En el caso del Ateneo Peninsular, sólo se han logrado “parchar” algunos tramos de los techos del inmueble, sin conseguir una restauración integral del edificio. El ahora llamado Ateneo, que tiene aproximadamente 440 años de iniciada su construcción, primeramente como palacio episcopal y luego remodelado por Salvador Alvarado hace 100 años. Es indudable que se trata de un inmueble que alberga la historia de Mérida desde entonces.

Resulta increíble que las actuales autoridades de todos los niveles continúen con nuevas construcciones que para nadie resultan imprescindibles y, en cambio, no se detengan a reconocer las apremiantes restauraciones de los edificios del centro histórico de Mérida. Tal vez no les importe tanto el patrimonio histórico y sí más “hacer negocios” con las construcciones.

De paso, no les importó derruir la antigua casona que ocupó los terrenos donde será construido el nuevo centro de convenciones. Esta vieja edificación de la avenida Cupules fue motivo de solicitudes de agrupaciones civiles para evitar su destrucción. Aquí se vió la verdadera intención de los gobiernos al no escuchar las peticiones ciudadanas y hacerse los turistas.

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