Mujeres marginadas

Juan Díaz Yarto
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida
5 de abril, 2016

En Mérida existen grupos de mujeres que están fuera del alcance de los programas gubernamentales de asistencia y soportan condiciones de marginación, y que debido su condición indígena, tienen menos posibilidades de superar esta situación por sí mismas.

Con base en información recientemente reunida por Información Accesible y Rendición de Cuentas (IARAC) es posible destacar, con un ejemplo, la gravedad de un problema creciente de marginación femenina, tomando las 118 mujeres “beneficiarias” que participan en los 20 OSC (Organismos de la Sociedad Civil) incluidos en el programa federal de Sensibilización en Acceso a la Información y Protección de Datos Personales. Si bien estos organismos no excluyen la participación de los hombres, sus beneficiarias directas son mayoritariamente por mujeres (más del 80 por ciento). Esta situación permite la conformación de grupos femeninos dispuestos a colaborar activamente en las tareas de estas organizaciones, a saber: atención a personas (niños y jóvenes) con capacidades diferentes, subsanar con pequeños apoyos (no monetarios) las condiciones de pobreza y marginación rural y urbana, atención a embarazos y la salud reproductiva, así como brindar asistencia técnica productiva.

La apremiante necesidad por recibir algún tipo de apoyo para sostener el frágil equilibrio familiar de este grupo social revela el importante papel que juegan las mujeres cooperando entre sí, donando su sensibilidad y su fuerza moral, con lo que se vuelven el leitmotiv de los OSC.

Pero esta sobresaliente actitud femenina va más allá del interés por recibir esos pocos beneficios. Se destaca la solidaridad voluntaria, así como la conformación de pequeños grupos cohesionados para la realización de tareas. Importante también es que en todas las OSC visitadas, las personas dedicadas a la administración de los programas son también, en su mayoría, mujeres que desde una mejor condición económica impulsan, facilitan y encauzan estas prácticas de acción social.

La falta de programas oficiales efectivos de largo plazo que atiendan la marginación y que solucionen los problemas de sobrevivencia de las personas en situación de pobreza y marginación, produce la emergencia de OSC`s que aligeran un poco, haciendo enormes esfuerzos, el peso de la aplastante loza de carencias económicas, sociales y culturales de estos grupos.
Estas OSC, de acuerdo con sus misiones y visiones, pretenden ir más allá de la ayuda directa e introducir cuidadosamente elementos de cambio en los hábitos de comportamiento y en la armonía familiar, con lo que pretenden mejorar las difíciles relaciones de convivencia.

Es destacable que este grupo de mujeres “beneficiarias” tenga un promedio de edad de 39 años que las coloca, en principio, como potencialmente productivas y en condiciones físicas adecuadas para impulsar proyectos de vida dignos de ser vividos. Sin embargo, los datos de la realidad se encargan de eliminar esta posibilidad, ya que en condiciones de marginación, las mujeres tienen muchas menos posibilidades que los hombres. Más del 80 por ciento no percibe remuneración ni tiene casa propia, además que las de por sí reducidas oportunidades laborales son aprovechadas principalmente por los varones. La mayoría de ellas reconoce no tener algún oficio. Además, la mitad de este grupo de mujeres ve agravada su circunstancia por ser mayahablantes bilingües – ya que existen monolingües- cuya escolaridad no rebasan la preparatoria y pertenecientes a comunidades indígenas.

Es así que la urgencia por impulsar programas oficiales que atiendan a estos grupos requiere colocarlas -a ellas- en el centro de su preocupación, en el sentido de atender principalmente, sus intereses y necesidades, su situación familiar, su condición social y pertenencia a grupos indígenas, así como sus niveles de formación, antes que paliar con declaraciones y apoyos insuficientes su situación cotidiana.

El Estado no debe olvidar que lo verdaderamente trascendente de los esfuerzos dedicados a superar la condición marginal de estos grupos sociales es, primero, asumir que este problema forma parte de la realidad, y segundo que para transformarla no son suficientes los discursos ni la buena voluntad.

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