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del

Romina España Paredes
Foto: Fabrizio León Diez
La Jornada Maya

Viernes 22 de abril, 2016

Julio Cortázar con un cigarrillo, escuchando Don’t You Play Me Cheap de Louis Armstrong y I Love Paris de Ella Fitzgerald, compartiendo alguna confesión espontánea y las risas de una historia recurrente entre los lectores de su obra en la ciudad de Mérida, que se imaginan, por unas horas, miembros del Club de la Serpiente. Ahí estaba el escritor argentino el pasado martes 12 de abril, en el Conversatorio en homenaje a su obra, organizado por Proyecto Utopía de Yucatán, A.C. y Foro Amaro, en el marco de la Segunda Serie de Conversatorios sobre Literatura; acompañado de cronopios, famas y esperanzas, fantasías de conejitos rebosantes, habitaciones tomadas, misceláneas, box, rayuelas inesperadas y paseos por París.

Primero, Cortázar cobró una especial vitalidad, resonante y material, con la lectura en voz alta de Papeles inesperados, realizada por María Dolores Almazán Ramos. Estos textos publicados, a veinticinco años de la muerte del autor, comentó Almazán Ramos, como Después hay que llegar y En el amor, todo monólogo se niega a sí mismo…, permanecieron relegados en una vieja cómoda. Pero ahora que salieron a la luz, han dado lugar a lo que parece ser una lectura inacabada de Cortázar...

Cortázar inmortal, infinitamente prolongado en el tiempo y el espacio por sus numerosas lecturas inconclusas.

Entonces, Cortázar interrumpió con sus múltiples momentos literarios la escena de Foro Amaro. Realizando un recorrido cortazariano (Los premios, Historias de cronopios y famas, El libro de Manuel, Rayuela, 62 Modelo para armar, Último Round…), Enrique Martín Briceño señaló que en la obra del autor lo fantástico siempre está al acecho, lo que sin duda revela una verdad imprescindible del escritor: nuestra vida cotidiana puede ser tocada, en cualquier momento, por lo fantástico. Y, en efecto, cómo nos tocó el universo fantástico de este escritor, moviendo el marco de la frágil y siempre cuestionable realidad. Porque la foto de la realidad que tomó Cortázar, de la que somos fieles espectadores y partícipes, salió movida.

Inmediatamente, como un paraguas que al abrirlo se convierte en “una catástrofe de relámpagos fríos y nubes negras”, fuimos testigos de la consecuencia fantástica de la lectura de Cortázar en la vida de sus lectores. Entre ellos Addy Góngora Basterra, quien conversó sobre su historia personal atravesada por la literatura del escritor argentino. Tal vez éste sea un efecto inevitable de la lectura de este autor, huella indeleble que se sujeta a la memoria y a la existencia de quien ha leído sus páginas. Esta complicidad inmensa del escritor y sus lectores es posible advertirla en sus propias palabras: “El mecanismo es simple y a la vez ha tratado de ser absoluto: el lector de una novela entra en ella y sufre el destino que le corresponde como personaje”.

Lo que no cabe duda es que Cortázar habita Mérida, en la imaginación y recuerdos de cada uno de sus lectores. Entre el público proliferaron las anécdotas vividas al lado del escritor, intercambiando guiños y palabras, incluso, ¡compartiendo la misma sangre!, según comentó un imaginario pariente suyo en esta ciudad. Qué feliz y sano lucía Cortázar esa noche, resurgido, invocado, cuando alguien más reveló que la elección de su vocación literaria fue definida por su obra. ¿Sería este el lector que el escritor tanto deseaba tener? Aquel que intentó inventar en Rayuela, donde buscaba “eliminar toda pasividad en la lectura en la medida en que sea posible y colocar al lector en una situación de intervención continua, página a página o capítulo a capítulo”. Sí, creo que sí.

Este es el Cortázar que vive en Mérida y compartió una charla inacabable con nosotros en el homenaje del pasado martes; a veces para reír, otras para resistirnos a las formas definidas de la realidad. Porque con la sospecha de que lo fantástico rebasa los límites contenidos en las páginas de los libros, y palpita en cada rincón de nuestras vidas cotidianas, los participantes de esta conversación tuvimos la certeza de que el escritor argentino estuvo aquí.

*Candidata al doctorado en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México

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Mérida, Yucatán


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