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Carlos Fernández-Vega
Foto: Cuartoscuro / Archivo
La Jornada Maya

Viernes 13 de enero, 2017

Con la novedad, mexicanos derrochadores, que la gallina de los huevos de oro se nos fue acabando, se nos fue secando, dijo el veterinario que despacha en Los Pinos. Se refería a la gallina petrolera, a los huevos de oro negro y a los voluminosos recursos obtenidos por el gobierno federal durante tantos años, que llegaron a representar una parte fundamental en el armado del presupuesto anual de egresos.

Pero eso, dijo Peña Nieto, se acabó, por mucho que en los hechos esa riqueza se la quemaron los insaciables cuan corruptos gallos de la clase político-empresarial dedicada a vaciar los depósitos petroleros, a saquear a la hoy empresa productiva del Estado, a endeudarla hasta la coronilla y a embolsarse alegremente los voluminosos ingresos provenientes del oro negro, aunque para efectos prácticos el inquilino de Los Pinos atribuya el desastre al simple paso del tiempo (se nos fue acabando) y un país, México, que consume mucha más gasolina per cápita que todas las naciones de Europa y la mayoría de América Latina, debido a que era barata (¡¡¡!!!).

Se acabó, pues, pero ¿en serio fueron los desaforados consumidores mexicanos los que masacraron a la gallina de los huevos de oro? Las reservas petroleras –versión Peña Nieto– se están agotando y es así simple y sencillamente porque poco a poco fue cayendo el nivel de producción, y en consecuencia es necesario pagar los precios internacionales de los combustibles.

Lo justificó así: “la decisión del gobierno (el [i]megagasolinazo[/i]) fue para privilegiar el gasto social, a los sectores más vulnerables, y no eliminar el destinado a infraestructura, especialmente la educativa, sino más bien ajustarnos y reflejar en el precio de la gasolina la cotización internacional que tiene este insumo. Nos habíamos acostumbrado a los precios más bajos del mundo. Lo que estamos dando es un paso para dejar de subsidiar precios bajos de la gasolina con la aportación de todos los mexicanos, cuando bien podrían dedicarse a temas más relevantes como la seguridad… Es un parto doloroso, pero responsable”.

Y reiteró que aun cuando la liberación de los precios de la gasolina ha generado un ajuste en el costo final del combustible, México ofrece un precio mucho menor de los disponibles en otros 125 países. Bien, pero los mexicanos lo pagan con su ingreso de aquí no con el de otros países. Si el gobierno decide cobrar por la gasolina como lo hacen en Noruega, bien, pero que los salarios que se pagan en México sean como los que obtienen los trabajadores noruegos.

Y se hace referencia a esa nación europea, porque ésta fue puesta de ejemplo a la hora de presentar en sociedad la reforma energética. Se dijo reiteradamente que si aquella se aprobaba los mexicanos vivirían como los noruegos, y no sólo en materia salarial, sino con amplios beneficios sociales, infraestructura, precios bajos de los combustibles, y todo ello con inversiones de ensueño, con un gobierno eficiente y sin corrupción, que cobraría impuestos, sí, pero que los utilizaría como en Noruega.

Eso prometió, una y otra vez, pero la susodicha reforma fue palomeada, está en funcionamiento y nada de lo ofrecido ha sido verdad. Por el contrario, Petróleos Mexicanos se desmorona, la industria del sector se ha entregado a manos particulares, se agotan las reservas de crudo y de pilón a los consumidores les meten el mandarriazo del aumento de precios, porque dice Peña Nieto estamos entrando a este modelo (de precios) que me parece justo.

Pero, bueno. El inquilino de Los Pinos responsabiliza en genérico: se nos fue acabando la novela petrolera, y por lo mismo se acabaron los excedentes provenientes del oro negro, y por lo mismo es necesario el [i]megagasolinazo[/i] para atender prioridades sociales. Aquí las preguntas obligadas son ¿qué hicieron con los excedentes petroleros? ¿Dónde están? ¿En qué los gastaron? Y en el Olimpo tecnocrático dirán que en escuelas, infraestructura y tantas necesidades del país.

Pero a la par que se comieron los excedentes petroleros, endeudaron al país y a Pemex hasta llevar el saldo a niveles históricos, exprimieron hasta la última gota a la gallina, rescataron a empresas y empresarios, arriesgaron los recursos de la nación en aventuras financieras que reventaron estrepitosamente e implicaron un creciente costo para el erario, saquearon a la petrolera, la llenaron –como en el gobierno federal– de amigos, compadres y amantes, todos ellos con salarios de cuentos de hada, guaruras, faraónicos viajes (familia incluida), mansiones espectaculares, cirugías estéticas y muchísimo más, y el resto de los dineros simplemente los trasladaron a sus respectivas cuentas bancarias.

En lo que va del nuevo siglo la gallina enteró a la Secretaría de Hacienda alrededor de 15 billones de pesos, que al tipo de cambio actual equivalen a cerca de 700 mil millones de dólares, pero a Pemex lo endeudaron a niveles nunca antes vistos que ahora superan los 100 mil millones de billetes verdes.

La deuda pública nacional, en su versión amplia, la multiplicaron por cuatro, al pasar de 2.1 billones de pesos a 9.2 billones, y de representar 23 por ciento del producto interno bruto en 2000 elevaron tal proporción a 50 por ciento del PIB.

Y los subsidios, los famosos subsidios. Con Felipe Calderón en Los Pinos por tal concepto se erogaron alrededor de 675 mil millones de pesos, y en los primeros años de Enrique Peña Nieto cerca de 100 mil millones adicionales. En suma, 775 mil millones.

Pero en 2015 y 2016 el gobierno peñanietista lejos de subsidiar la gasolina, logró ingresos fiscales maravillosos por impuestos a los combustibles: 220 mil y 264 mil millones de pesos, respectivamente. Para 2017 espera captar no menos de 285 mil millones (además el IVA en todos los casos, que siempre es positivo), de tal suerte que en el trienio la cifra positiva acumulada sería de 769 mil millones, con lo que se alcanzaría el equilibrio.

Se quejan del subsidio, pero nada dicen de los que anualmente a los mexicanos les cuesta la deuda billonaria, o los rescates multimillonarios de la banca o las carreteras, o el faraónico tren de vida de la clase político-empresarial.

Entonces, se nos fue acabando o, en realidad, se la acabaron.

[b]Las rebanadas del pastel[/b]

Presume la Sedatu –en la que despacha [i]Chayito[/i] Robles– que con los 299 mil millones de pesos con los que se subsidió la gasolina en 2008 se podrían haber construido 2 millones de viviendas para las familias más pobres. Sí, y con los 130 mil millones que se robó Javier Duarte un millón adicional, y si se suman los miles de millones que se han embolsado otros gobernadores, senadores, diputados, los señores de Los Pinos y demás, sin duda alguna este país sería otro.

[i]Ciudad de México[/i]

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