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Paul Antoine Matos
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 25 de julio, 2016

En el corazón de la muy meridana colonia Itzimná, el arte cumple su ciclo ideal: se concibe, se crea y, finalmente, se expone, buscando que el espectador se identifique y, en el mejor de los casos, se emocione con las obras.

Se trata de un corredor cultural formado por la galería Lux Perpetua, el taller Casa Lo’ol y la residencia artística El Flamboyán, estos tres sitios se conjugan para convertirse en una cadena productiva de arte completa.

El taller Casa Lo’ol es el centro donde gravita ese corredor cultural. Ahí, las ideas de los creadores evolucionan hasta tomar forma y llegar a Lux Perpetua para ser expuestas. El Flamboyán permite que artistas consolidados o en formación sean invitados a residencias temporales. Los tres espacios forman un triángulo en el mapa, cuya distancia máxima es de cuatro cuadras.

La Casa Lo’ol huele a barniz, a la pátina que se adhiere sobre el metal, ese elemento que después será sometido a la limadura de distintos instrumentos, como una gubia de metal, para generar grabados en distintas técnicas. Las prensas, cuyo peso cae absoluto sobre láminas metálicas y de zinc, con el propósito de que la pintura deje su impronta en el papel, son también un viaje a las etapas primigenias de la estampa.

Arturo Canto Rébora, uno de los socios que emprendió esta aventura, que suena a buena locura en un tiempo en que se invierte más en la destrucción que en las cosas positivas que han hecho posible la permanencia de la especie, como es el caso del arte, platica sobre las intenciones de su apuesta.

La principal razón, explicó en entrevista con La Jornada Maya, es establecer el taller Casa Lo’ol; un espacio que ofrezca las herramientas para que la gente produzca y contribuir a la creación de un semillero de artistas.

También es un sitio con el que se busca generar un equilibrio entre quienes inician y quienes ya se han consolidado, pues quien tiene la experiencia y la comparte, propicia la multiplicación y no la resta, expresó. Por el taller han pasado, en apenas unos meses, Esmeralda Torres, Jordi Boldo, Santiago Olguín, Luis Moro y Francisco Limón. Y, a partir de octubre, Miguel Castro Leñero tendrá una exposición individual en Lux Perpetua.

Para consolidar el taller, Arturo Canto explica que se han aliado con el grabador Francisco Limón y el diseñador digital Giovanni Troconi. Éste último se desempeña en un arte innovador, que puede generar fusiones de técnicas estrictamente fotográficas con las de otras artes visuales, para conseguir una obra original.

En Mérida, la creación artística tiene un gran potencial en el mercado peninsular, pero hay que divulgar más a los artistas plásticos oriundos de Mérida o de otros lugares que radican aquí o visitan la ciudad.

Arturo Canto Rébora resaltó la importancia de promover a los artistas locales y apoyarlos, a través de la compra de sus obras. Un artista genuino nos vende no sólo un elemento decorativo, sino una formación profesional y una experiencia de expresión única. Su proceso creativo involucra algo muy personal: sus emociones; pero también su pensamiento sobre el entorno y la historia del arte; eso marca la diferencia con las pinturas y esculturas, realizadas sólo con fines de ambientación de interiores que se expenden, por ejemplo, en tiendas departamentales.

En Mérida, señaló, la creación artística plástica y gráfica está en crecimiento por la apertura de la ciudad hacia distintos tipos de personas, como la comunidad de extranjeros, que apoyan a las galerías en las que se exponen las obras.

Lux Perpetua es una galería que permite a los artistas, tanto jóvenes como consolidados, exponer sus creaciones; además cuenta con una biblioteca compuesta por más de 200 títulos de gran calidad, que está abierta para quienes deseen consultarla.

El lugar que se inauguró hace un año, en mayo del 2015, y ha permitido que Mérida tenga un espacio de exhibición para gente que quiere construir arte, en una ciudad donde hay pocas galerías, expresó.

La residencia artística El Flamboyán, permite que los jóvenes tengan un lugar para vivir, pero también estar cerca del taller y la galería. Incluso, en septiembre llegará una docena de alumnos de la Escuela Nacional de Artes de París, como parte de un viaje por México, reveló.

[b]Grabado[/b]

Una placa de metal bañada con barniz es tallada minuciosamente por la artista oaxaqueña Siegrid Wiese. El dibujo que crea es una mujer, una representación surrealista de ella misma, aunque ella prefiere nombrar lo que crea como evidencialismo, porque a través de ellas se muestra a sí misma.

Siegrid estuvo en el taller Casa Lo’ol durante sus vacaciones. Desde los 19 años se inició en el arte, aunque ella se considera artista de nacimiento. Reconoció que pinta por una necesidad emocional; la pintura le ayuda a encontrarse consigo misma. Es una búsqueda que no espera encontrar un resultado preciso; de lo contrario, opina, me enfermaría.

Lo que intenta reflejar es su relación con las personas; lo que se aloja en su subconsciente y, posteriormente, aparece en sus creaciones. Siempre son autorretratos que funcionan como una especie de psicoanálisis en el que se estudia la vivencia y la experiencia, comentó.

“Me encanta, me mantiene feliz. Cuando estoy conmigo y me encuentro, para después compartirlo; esa es una función primordial del arte; es algo que viene de adentro, es un lenguaje universal. La intención es que lo sienta alguien, sin importar que viva en Japón o en Oaxaca. También el espectador debe identificarse, aunque no le sea agradable lo que ve”, abundó la artista visual.

Al llegar a Mérida no esperaba encontrar un lugar de tan alto nivel como Casa Lo’ol. “Es increíble, pocos en Oaxaca hay; es un lugar bien armado, con instalaciones en gran estado y con una gran organización, además de que quienes lo han echado andar tienen una amplia experiencia; será un éxito total”, vaticinó.

La placa con el autorretrato de Siegrid, donde aparecerá ella con cinco ojos y dos corazones, es llevada a una piscina con plástico para que el tallado destaque. La pintura rellena el dibujo grabado; al limpiar el excedente, para evitar daños a la obra, pasa por debajo de una prensa en la que la figura definitiva se plasma, se revela en el papel.
La obra pasará por la prensa varias veces hasta que el color de la pintura sea el idóneo para la artista. Pronto saldrá de Casa Lo’ol hacia Lux Perpetua para ser colocada en alguno de sus muros. La cadena productiva del arte concluye, sólo falta que se complete con las emociones del espectador.


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