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Gabriel Aarón Macías Zapata*
Foto: Marco Peláez / Archivo
La Jornada Maya

Miércoles 09 de noviembre, 2016

Luego del proceso electoral en el que Carlos Joaquín, candidato de la coalición PAN-PRD, resultó electo gobernador de Quintana Roo, los resultados de la votación han conducido a algunos políticos a dividir a la población en la mayoría y la minoría, a la vez que comentan sus posibles efectos en el proceso de transición hacia la alternancia en el estado. El diputado federal por Quintana Roo, el priísta José Luis Toledo, [i]Chanito[/i], el 14 de octubre publicó un escrito titulado, [i]Es tiempo de ir más allá.[/i] En él reconoce que "ya no somos un estado gobernado por un solo partido y tampoco somos un estado de mayorías absolutas ni minorías limitadas". Sostiene su afirmación indicando que cerca del 25 por ciento de los votos fueron para Carlos Joaquín; 29 por ciento para el PRI, PVEM, Morena, Panal, PES, y el abstencionismo registró un 46 por ciento. Chanito afirma que ello ha dado lugar a una alternancia bipartidista y, en el contexto de cambio que se espera, plantea varias preguntas: "¿cómo gobierno y legisladores nos encontramos respaldados únicamente por el 25 por ciento de la población?, ¿se siente sin representatividad el otro 75 por ciento de la ciudadanía?, ¿será ese 75 por ciento un obstáculo para las tareas de la gobernanza?, ¿actuarán esos ciudadanos como una masa crítica, o más bien pasiva?."

Para empezar, aquella lógica matemática resulta simplista, como igual puede ser afirmar que, sumando los porcentajes de la votación de los partidos ajenos a la coalición PRI-PVEM-Panal, más el porcentaje de los que optaron por la abstención, daría como resultado un porcentaje más alto en contra de dicha coalición. Además, sumar el 46 por ciento de los abstencionistas con el 29 por ciento que sí optó por cualquiera de los partidos que compitieron contra la alianza PAN-PRD resulta por demás engañoso. Sobre esto, vale preguntarse: ¿los ciudadanos que optaron por no elegir a sus representantes, durante la transición hacia la alternancia constituirán una fuerza política activa?, ¿o continuarán con la pasividad que los caracterizó durante el proceso electoral?.

Para ser sincero, no me atrevo a plantear una respuesta, pues el objetivo era llamar la atención de que en las elecciones no se pueden sumar peras con manzanas. Lo que sí me arriesgo es a proponer la hipótesis de que entre los abstencionistas es menos posible que, durante la transición hacia el cambio, se vean envueltos en una crisis de representatividad. Esto a diferencia de algunos militantes o simpatizantes de los partidos ajenos a la coalición PAN-PRD, quienes sí ejercieron su derecho a elegir a sus representantes.

Sobre aquél 29 por ciento que acudió a las urnas, habría que hacer otra precisión: según las promesas de campaña planteadas por los partidos, a excepción de la alianza PRI-PVEM-Panal, unos más otros menos propusieron acabar con uno u otro aspecto que el priísta Roberto Borge dejaba como herencia al final de su gestión. Visto así, es un error considerar ese porcentaje como un contenido homogéneo, pues no es posible sumar las voluntades políticas de la coalición encabezada por el PRI con la de los partidos Morena y PES. Más bien, durante la lucha electoral, los dos últimos coincidieron con el propósito de la alianza PAN-PRD. Aunque no organizaron una coalición formal, en la práctica mantuvieron el empeño de cambiar el estado de cosas.

Aquello nos lleva a sostener que el 29 por ciento que [i]Chanito[/i] atribuye a la suma de los partidos ajenos a la alianza PAN-PRD; y con excepción a lo que corresponde a la coalición PRI-PVEM-Panal, que durante la transición los de Morena y PES suman voluntades con la mancuerna PAN-PRD, de acabar con el legado de Borge. Hemos visto que representantes de Morena y el PES se han sumado a los de la coalición PAN-PRD para modificar reformas de la era borgista, como ha sido el paquete de la impunidad. A ello se han adherido algunos priístas y el Panal, que han considerado que, para mantenerse en la contienda política, es necesario atender a los reclamos de la ciudadanía. Si durante el proceso electoral la coincidencia de objetivos se vio dividida por la lucha electoral, ahora en la transición esos mismos propósitos se unen para empujar la alternancia y el cambio, en la que además una mayoría se ve representada.

Chetumal, Quintana Roo

[email protected]
*Investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS -Península)


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