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Leonardo Bastida Aguilar
Foto: [i]Letra S[/i]

Maquillaje, ropa, y muchas de sus pertenencias le fueron depositadas a Marylin en su ataúd, siguiendo las costumbres de los pueblos periféricos a los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, en este caso, San Pablo Atlazalpan, Chalco. Al sepelio acudieron muchas de sus amigas trans para darle un último adiós, tras la consternación de haber recibido la noticia de que había sido ultimada en la puerta de su salón de belleza.

Era la noche del 23 de septiembre, un viernes como muchos otros en los que Marylin, nombre homónimo al de su negocio, ubicado en la colonia Culturas del municipio de Chalco de Díaz Covarrubias, Estado de México, solía pasar parte de la tarde noche con sus amistades, “vacilando”, dicen quienes la conocieron, al calor de una cerveza que permitiera el relajamiento después de un semana de arduo trabajo.

Ella se había establecido en esta área, que como muchas otras de la zona centro de Chalco, tiene la calle principal pavimentada aunque las vías periféricas aún son de tierra, para dedicarse al estilismo, una de las pocas opciones laborales que tienen las mujeres trans de este municipio mexiquense para buscar un sustento. Junto a su local, donde ahora hay un nicho en su honor, se ubican otros como una tortillería y una tienda de esoterismo. La mayoría de los locatarios de la zona la conocía.

En los albores del sábado 24 de septiembre, estaba recogiendo para cerrar su local cuando se acercó una motoneta con dos muchachos a bordo. Nadie sabe exactamente cuáles fueron las palabras intercambiadas pero le dieron un golpe en la cabeza con la cacha de una pistola e inmediatamente después dos disparos a quemarropa. Marylin quedó tendida en el suelo de su estética. La Cruz Roja la trasladó a un hospital pero murió a las tres horas. En el negocio todo quedo intacto, no se llevaron nada y se cerró con candado, como permanece hasta el día de hoy, en espera de ser abierta con la alegría que le imprimía Marylin a su profesión.

Marylin vivía con su familia, la cual nunca la había rechazado, sino por el contrario, era muy cercana a ella, incluso una de sus hermanas le confeccionaba vestidos. Una de sus amigas más cercanas recuerda que en cuanto llegaba a la estética, se ponía a trabajar y después, en un rato libre, pasaba a saludar a sus amigas, con las que algunas veces compartía la hora de comida. Los fines de semana, no “perdonaba” que no fueran a la estética a convivir.


[i]Se han registrado dos mil 115 asesinatos de personas trans alrededor del planeta, entre enero de 2008 y abril de 2016[/i] (Proyecto Transrespeto versus Transfobia en el Mundo).


Para Marylin, el último sábado de junio era muy importante. Se compraba ropa nueva para ir a la Marcha del Orgullo LGBTI de la Ciudad de México. También le gustaba mucho hacer algunas imitaciones de cantantes famosas para su círculo más íntimo de amistades.

La mirada se agacha cuando Lupita rememora que ella y Marylin se conocieron hace 16 años. Mary tenía 19 y por casi tres lustros le escribió un sinfín de cartas y le regaló muchos dibujos, pues una de sus pasiones era tomar sus lápices y plasmar paisajes o figuras en hojas de papel. Ese es el tesoro que guardará, afirma, y sentencia que lo demás lo deja a Dios, pues la familia no ha querido proseguir lo legal porque se desanimó con la respuesta de las autoridades, quienes no han hecho gran cosa por atrapar a los culpables.

[b]Una bala en la cara[/b]

Veinte minutos separan a Valle de Chalco Solidaridad de Chalco de Díaz Covarrubias. Ahora son diferentes municipios del Estado de México, pero históricamente han tenido un devenir común. Fueron divididos en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, quien emprendió el proyecto Solidaridad como una bandera de justicia social para los sectores más desvalidos. A casi 25 años de aquella decisión, dicha justicia no ha alcanzado a los habitantes del valle, entre ellos, a Mari, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado la madrugada del 14 de octubre en calles de la colonia San Miguel Xico-Tercera Sección, tras escucharse algunos gritos.

Originalmente se había dicho que era “un hombre que vestía falda de mezclilla, blusa morada y chamarra rosa”; sin embargo, Katya, activista trans de la zona, explicó que Mari era una mujer lesbiana, con una imagen muy masculina, que ejercía el trabajo sexual y vivía en vulnerabilidad, pues no tenía un hogar fijo, sino que dormitaba en un hotel.

Las investigaciones arrojaron que la víctima recibió múltiples golpes en la cabeza y un impacto de bala en el rostro, que provocó su muerte inmediata, por lo que, a pesar del arribo de cuerpos de paramédicos al lugar de los hechos, se decretó su muerte. El cadáver fue llevado a la morgue, en espera de que pueda ser identificado por algún familiar, pero eso no ocurrió.

No se sabe realmente qué sucedió, si fue uno de los clientes (la mayoría de ellos alcoholizados o bajo los efectos de alguna droga y solicitante del servicio en su auto para no pagar un cuarto de hotel) que tuvo algún problema con ella, si intentaron agredirla o si tenía alguna rencilla. Los vecinos reportaron haber escuchado gritos pero fueron silenciados casi de inmediato por un disparo.

[i]Vacíos y abandono[/i]

Desconfianza es la primera palabra que viene a la mente de Rocío Suárez, coordinadora del Centro de Apoyo a las Identidades Trans (CAIT), cuando tiene que hablar del trato con las autoridades después de que ocurre un transfeminicidio. En los últimos dos meses se ha dedicado al acompañamiento de varios de los casos registrados y explica, en entrevista, que hay varias limitantes para el seguimiento legal, entre ellos, si las occisas tienen o no familia. En caso de haberla, falta saber si ésta quiere o no continuar con las investigaciones. Cuando no hay familia, el Ministerio Público no entrega los cuerpos debido a que en sus reglas de operación sólo reconoce a familiares de la víctima, y tampoco permite el acceso a los expedientes, lo cual, afirma Rocío, limita el apoyo a sólo registrar el suceso.

Doble o triple estigmatización son otras de las palabras con las que Rocío define la complejidad de la situación. La primera discriminación, afirma, se presenta al no reconocerse la identidad de las personas trans conforme a su expresión de género; la segunda, porque no se reconocen las necesidades particulares de ellas, y la tercera, cuando en los medios de comunicación se dice que el asesinato derivó de un “ajuste de cuentas”, relacionándolo con aspectos del crimen organizado y desvirtuando que pudo haber ocurrido por el hecho de vivir una expresión de género diferente.

Como resultado de estas complejidades, la activista recordó el caso de Ivonne, mujer trans que murió estrangulada en diciembre pasado. Se ubicó a su familia, se la visitó para ponerse a disposición de ella y seguir un proceso legal, pero los familiares no deseaban hacer nada. Estaban satisfechos con que se les entregara el cuerpo y “no hacer más ruido”.

Katya también lo recuerda. A Ivonne la encontraron estrangulada en un descampado en los linderos de la delegación Tláhuac, de la Ciudad de México, y Valle de Chalco, en un área a la que llaman El Aguascadero. Ejercía el trabajo sexual en cantinas, bares y pulquerías y una noche desapareció. La siguiente noticia que se tuvo fue que había muerto. La sepultaron son su nombre de pila, masculino. Las exequias fueron muy discretas para evitar que sus amigas trans acudieran y se hiciera más escándalo.

Chihuahua es la entidad donde más asesinatos de personas trans se han cometido, con 29, seguida de Guerrero y Estado de México con 23; Veracruz, 19; Jalisco, 18, y Ciudad de México, 17, de acuerdo con el Centro de Apoyo a las Identidades Trans.

[b]Lagunas legales[/b]

Para José Luis Román, abogado y director general de Asistencia Legal por los Derechos Humanos, A. C., hay lagunas jurídicas que limitan o afectan los derechos de las personas transexuales al no ser reconocidas legalmente, pues, recordó, el derecho regula acciones conocidas y “cuando la víctima es una persona trans, al no estar reconocida, no se reconoce un posible transfeminicidio y no se investiga con un enfoque propio de las características del caso”.

Para el maestro en derechos humanos por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, esto se refleja en que este tipo de asesinatos se investiguen como homicidios de varones, en muchos casos, consignando que “se vestían de mujer”, sin tomar en cuenta que la persona es asesinada con mayor saña, se menoscaba su personalidad y se la exhibe públicamente, entre otras cosas.

Por esas razones, consideró que el derecho debe reconocer que las personas trans presentan particularidades, tienen sus propias necesidades y hablar de transfeminicidio es reconocer que alrededor se genera una gran cantidad de violencia, y, en muchas ocasiones, es necesaria la coadyuvancia legal de las organizaciones civiles, debido a que hay un abandono por parte de la familia.

[b]Inseguridad y violencia[/b]

En la misma calle donde ocurrió el asesinato de Marylin, hace un año, Pamela, otra mujer trans, fue víctima de asalto en su estética. Sólo la despojaron de sus pertenencias y no pasó a mayores. El modus operandi fue similar. Dos chicos bajaron de una motoneta y la violentaron. Otras trans lo han padecido en diferentes colonias del municipio, sobre todo las que tienen estéticas: les quitan el dinero y algunos instrumentos de trabajo. Los casos han aumentado en los últimos cuatro meses.

Nunca había ocurrido algo así, refieren Maciel y Rossy Carrasco, esta última, activista en la zona que ha buscado visibilizar la situación de la población trans mediante la organización de una Marcha del Orgullo en el municipio y un diagnóstico sobre su situación, sin embargo, recibió una negativa por parte del presidente municipal, Juan Manuel Carbajal Hernández, argumentando que “no hace falta”.

Ella no coincide con la respuesta, pues considera que hacen falta oportunidades de trabajo para las mujeres trans y eliminar la discriminación en situaciones tan sencillas como que cuando sus clientes acuden a su estética, las tratan con respeto al interior de ella, pero una vez que salen dicen “fui con el puto” o “con él”, sin reconocer que es mujer.

Para la también estudiante de Trabajo Social, los hechos ocurridos en la zona son parte de un contexto social en el que hacen falta políticas públicas incluyentes, pues se han vulnerado los derechos de la comunidad trans mediante detenciones arbitrarias, abusos de la autoridad y represión de la identidad, lo cual ha provocado que no se les incluya en otros espacios sociales debido a la falta de reconocimiento legal de su identidad o expresión de género, la cual algunas optan por reprimir para ser tomadas en cuenta.

A pesar de que aún no finaliza este año, el CAIT ya puede afirmar que 2016 será el año con mayor número de asesinatos de mujeres trans en la última década, y el Estado de México se ha colocado como la tercera entidad del país con el mayor número de casos de este tipo.


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