El paraíso se ha perdido

Rene Ramírez
Foto: Tomada de www.lacapital.com.ar

La Jornada Maya
Domingo 22 de enero, 2017

El paraíso se ha perdido. Hechos recientes en Playa del Carmen y Cancún confirman de forma trágica e innegable algo que los quintanarroenses sabían, sentían y veían. El origen de la crisis será tema de días y meses próximos; será motivo de lanzar culpas, repetir falacias, continuar con los errores.

Lo sucedido nos invita a reflexionar la precaria y crítica situación de seguridad en Quintana Roo. Lo que una vez fue solo playa, arena y promesas, se pierde ante caos, balas, muertos y miedo. Hace muchos años que inició la decadencia, y es claro que existe una cantidad de factores determinantes en esta situación. Sin embargo, uno de los principales es la clara ausencia y omisión de una estrategia efectiva en combate a la inseguridad.

Simplemente la actitud de la clase política ha sido completamente omisa; persisten en creer que el ignorar es solucionar; que no ver es resolver. Continuar con la falsa imagen de la tranquilidad, con la supuesta "bestia dormida" del crimen organizado y el Estado incapaz. Pero el problema está ahí, latente, amenazante y a la espera de explotar como lo hizo en días recientes.

Es claro que su origen también tiene un contexto social; es nulo un programa de prevención del delito, y ejemplo de ello son los altos niveles de adicciones de jóvenes, que de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes realizada por la Comisión Nacional Contra las Adicciones, el 22 por ciento de los estudiantes en Quintana Roo consume alguna droga, situándolo en la segunda entidad con mayor consumo, y dentro de ese porcentaje la mayoría son jóvenes de secundaria y preparatoria.

Lo anterior, debido a una preocupante y creciente descomposición social. De igual manera, el aumento exponencial de la desigualdad que azota a Quintana Roo, que a pesar de su riqueza, su pueblo se empobrece, y como nos esclarecen datos del Coneval, Quintana Roo es la décima entidad más desigual del país.

Abona en gran medida la inexistencia de instituciones efectivas de procuración e impartición de justicia, que de acuerdo con datos de México Evalúa, Quintana Roo es una de las entidades más atrasadas en la implementación del nuevo sistema acusatorio, obteniendo una calificación de 5.4 de 10. Porque solo el 12 por ciento de las carpetas de investigación obtuvieron algún tipo de determinación, y del porcentaje anterior, el 15 por ciento llegó a una sentencia.

Impunidad y corrupción son demonios constantes en la vida pública de ese Estado. Porque lo sucedido en Playa del Carmen se da en un lugar "protegido" por la Gendarmería, donde en el 2014 se cometieron 2,375.2 delitos por cada 100 mil habitantes, arriba de la media nacional que es 1,444.9.

La omisión e ineptitud cobran vidas. Según datos del Índice Global de Impunidad realizado por la UDLAP, Quintana Roo es la segunda entidad con mayor índice de impunidad, justo debajo de Michoacán. Pero aún, es la cuarta entidad a nivel nacional con mayor número de actos de corrupción, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional e Impacto Gubernamental 2013. Conjugar los anteriores elementos dan como resultado la tragedia presente.

Ahora más que nunca, Quintana Roo necesita ciudadanos fuertes, críticos y exigentes. Ciudadanos que no se dejen llevar por el miedo sino por la esperanza de tener el Estado que se merecen. Lo que sucede en estos momentos no es algo nuevo, y era un fenómeno que venía gestándose desde hace mucho tiempo, alimentado por la impunidad, corrupción e ineptitud de todos los órdenes de gobierno. Es ahora, en los momentos de mayor crisis, donde se necesita el verdadero espíritu de una democracia y ciudadanía responsable, organizada, exigente, consciente y sensible a las necesidades de todos los miembros de la sociedad. Porque "el buen gobierno se construye con base en buenos ciudadanos" como diría Denise Dresser.

Lo que sucede en esa entidad es la clase de situación que invita y necesita un involucramiento de todas las corrientes políticas y estratos sociales. Soluciones reales y no solo una manipulación. Transformación sobre simulación. El sol necesita volver a brillar para todos.

[i]Playa del Carmen, Quintana Roo[/i]

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