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Texto y foto: Virgilio Gómez
La Jornada Maya

Lunes 23 de enero, 2017

Playa del Carmen es uno de los destinos turísticos favoritos de nacionales y extranjeros; desafortunadamente ha crecido sin los cuidados que requiere cualquier zona costera del mundo.

Las costas se protegen de forma natural de dos maneras: acumulación de arena, que crea dunas costeras, donde crece vegetación, que poco a poco hace más resistente esa duna, misma que al recibir el embate del mar, ante fenómenos como tormentas o huracanes, permite que no se pierda la playa; así se protegen las construcciones que se ubican detrás, siempre y cuando se deje y conserve la duna protectora; la otra manera es el manglar, que además de su función como criadero de peces, detiene el flujo del mar y del viento, lo cual protege la costa; claro, siempre y cuando el manglar se haya conservado.

¿Cómo estamos en Playa del Carmen?, pues con su crecimiento vertiginoso (no llega a las 3 décadas), se ha dejado a los desarrolladores en libertad con la vieja práctica de que es mejor pedir perdón a pedir permiso. Con esa lógica sigue la construcción en los grandes hoteles de Cancún, Playa del Carmen, y Tulum, lo que ha permitido la pérdida casi completa de la duna costera, que cada año se agudiza; muchos turistas se sorprenden al ver que las playas paradisíacas dejan paso a la erosión, lo que genera espacios poco propicios para el descanso y la recreación.

Algunos prestadores de servicios, los más afectados y los que tienen recursos, buscan con permiso o sin él, que regresen las playas, a través los llamados espigones, o trampas de arena; sin embargo, el hotel que realiza la obra se ve beneficiado por la acumulación de arena, pero favorece la pérdida en las instalaciones aledañas...
Por los costos de los procesos de relleno de arena, se requiere que la solución sea integral, que se realice un estudio sobre la zona y se cree un plan para la recuperación y el mantenimiento de los rellenos. Es necesario no sólo rellenar sino mantener; es decir, el esfuerzo será muy costoso y permanente, pues la única forma de cambiar esta situación es el rescate de las dunas costeras.

Si no hay playas es por su mal manejo, pues alguien autorizó la construcción de hoteles, en condiciones de interés y corrupción de autoridades locales, estatales y federales. Eso ha facilitado el desorden, construcciones vulnerables, arena de las playas reducidas, esa falta de planeación le ha hecho daño al destino.

El asunto no sólo es beneficiar al que tiene dinero, se requiere una solución integral si se quiere volver a contar con los arenales que en otro tiempo existieron; empresarios y los 3 órdenes de gobierno deben cooperar para resolver lo que se hizo mal; sin embargo, el daño está hecho y al no existir esas dunas bastará otro huracán para que estemos hablando de lo mismo: falta de planeación y orden, que es lo que requiere Quintana Roo, además de coordinación y participación de la iniciativa privada.

Para resolver este y otros temas, ¿podremos observar, próximanente, cómo se canalizan y articulan esfuerzos para garantizar un destino turístico competitivo y seguro?

[i]Playa del Carmen, Quintana Roo[/i]

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