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Felipe Escalante Tió
La Caricatura, núm. 32, 4 de octubre de 1931. Caricaturista, Pedro Vadillo. Original, ProHispen
La Jornada Maya

Viernes 10 de marzo, 2017


Las personas que integran las instituciones, especialmente cuando éstas han superado cierto número de años, tienden a olvidarse de su historia y sustituirla por la mitología. Sucede igual con los individuos, que con el paso de los años vamos organizando nuestras vivencias en un relato secuencial, reforzando algunos recuerdos, omitiendo otros.

El reciente relevo en la presidencia del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional es ejemplo de cómo su dirigencia, una generación de “priístas de cuna”, ignoró la propia historia del partido que festejó 88 años de haber sido fundado.

“El Revolucionario Institucional no es un partido fundado desde el escritorio o la mesa de café”, comienza el texto de Carlos Sobrino Argáez, presidente del PRI yucateco desde el pasado lunes, publicado en este periódico el pasado día ocho.

Pero, ¿qué no el Partido Nacional Revolucionario (PNR) surgió de un decreto del presidente Plutarco Elías Calles, firmado precisamente en el castillo de Chapultepec? Si el general sonorense no signó el documento en su escritorio o una mesa de café, habrá sido en el comedor, en una mesita de té o sobre las rodillas.

Vayamos a la historia, porque el partido que organizó el [i]Jefe Máximo[/i] tuvo la finalidad de organizar la participación política en el país tras el intento de reelección de Álvaro Obregón, quien había resultado triunfador en una elección en la que no tuvo contrincante, luego de las ejecuciones de los otros candidatos: Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez. Entonces, la dirigencia actuó, mandó, al grado que los siguientes tres presidentes, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, eran considerados por debajo del general Calles.

“Es un partido de masas, surgido de luchas sociales reales, construido por mexicanos y yucatecos en pie de lucha”, continúa Sobrino Argáez. Los 3 mil asistentes a La Inalámbrica son muchos menos de los que se recuerdan para hace apenas un par de décadas en la Casa del Pueblo, pero conviene separar lo que es “masa” de cantidad, y sobre todo, de ciudadanía.

Porque el PRI en verdad surgió de una gran crisis, como un experimento para que la política dependiera menos de los caciques y líderes emanados de la Revolución, para organizar la repartición de espacios. Las “masas” dejaron de ser el “músculo”, la clientela de estos personajes, y terminaron perteneciendo a las distintas organizaciones del partido, a través de sus sindicatos y asociaciones. Sin embargo, su educación política permaneció igual: la manera de obtener algo ha sido manifestar la simpatía, filiación y lealtad al Partido, reconocerse “amigo” de alguien en la cadena de la dirigencia. El ejemplo más reconocido siguen siendo los acarreados, que a cambio de la consabida torta y refresco se mostraban como el “músculo” del PRI, pero después están en una o varias listas de beneficiarios de cuanto programa exista.

Me llamó la atención que el nuevo líder del priísmo en Yucatán haya puesto por escrito que el PRI es “el partido de Felipe Carrillo Puerto”, algo no sólo imposible porque el Yaax ich fue fusilado cinco años antes de la fundación del PNR, que también implica desconocer la época del Partido Socialista del Sureste. Si éste fue una de las piedras del cimiento del hoy PRI, es otra cuestión.

Valdría también preguntar a cuál Carrillo Puerto querrían hoy en el PRI, si al mártir recordado cada 3 de enero, el descrito por sus hagiógrafos, o el que por pretender encauzar toda la participación política a través del PSS se negó a ocupar las oficinas del Palacio de Gobierno, permaneciendo en las de la Liga Central de Resistencia. ¿Querrán el mito o la historia?

Sí, el PRI yucateco está urgido del trabajo con “las bases”, de escuchar. Pero el tiempo ya es otro. Tras 88 años y varias crisis, tanto económicas como políticas, la figura del ciudadano ha aparecido; el individuo que ya no se conforma con aves de traspatio, unos cuantos pesos al bimestre, un tinaco o la mochila con los útiles escolares, sino que inquiere por el ejercicio del presupuesto, demanda equidad en derechos y obligaciones, acceso a servicios de salud y educación de calidad, información clara de las decisiones de los poderes Legislativo y Judicial y la extinción de todo trato discriminatorio, entre otras exigencias.

Ha surgido, o tal vez regresado, si tomamos como referencia la entrevista que hiciera el periodista James Creelman al presidente Porfirio Díaz en 1908, un sector al que no satisface la actuación tradicional, histórica, del PRI en el gobierno, y al que esta generación de la “familia revolucionaria”, necesita escuchar. Entonces sabremos si la dirigencia obedece.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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