PRI: La derrota que viene

Normando Medina Castro
Foto: Archivo
La Jornada Maya

Martes 28 de marzo, 2017


El monstruo está herido de muerte. Está en sus estertores finales. Nunca como ahora había estado en una crisis tan profunda, generada por sus malos gobernantes. El PRI agoniza. Sólo algunos de sus tentáculos en unos cuantos estados del país se mantienen con cierta fortaleza.

Bien decía Gabriel García Márquez en [i]Crónica de una muerte anunciada:[/i] todos hablan del asunto y esperan el desenlace que tendrá lugar no en la calle de un pueblo de la costa atlántica colombiana, sino en México, un domingo de elecciones presidenciales en el año 2018.

El personaje central, Santiago Nasar, ignoraba que la muerte lo aguardaba esa mañana; los gemelos Vicario lo hacían responsable de la deshonra de su hermana Ángela y nadie pudo avisarle para prevenirlo.

La muerte del PRI viene aparejada con una sordera congénita, en la que parece no escuchar las voces de millones y millones de mexicanos hartos de la pobreza y de la falta de empleos bien remunerados, de los abusos del poder, de la violencia y la inseguridad, de la corrupción y de la ineptitud.

El otrora monstruo invencible, que sigue apostando a su descomunal estructura, hoy desgastada e inoperante, ha tomado el camino equivocado de la insensibilidad y la desmesura. Ni oye ni ve, como en cierta ocasión dijo Carlos Salinas de Gortari al referirse a los perredistas. No hay aviso que lo conmueva; los ignora todos.

Numerosas encuestas y sondeos coinciden que en las elecciones presidenciales de 2018, si bien le va, el PRI terminará en el tercer lugar, “con posibilidades de hundirse hasta el cuarto en caso de que surgiera un candidato independiente con fuerza”, tal como revela un estudio encargado por la Presidencia de la República y que [i]La Jornada Maya[/i] dio a conocer en su edición del 23 de marzo de este año.

Ante este panorama, cualquiera esperaría acciones inmediatas para enmendar el rumbo. No es cualquier partido. Es el partido con mayor raigambre en la historia de México. Por consiguiente también es el partido de hombres y mujeres extraordinarios. Es el partido de Lázaro Cárdenas, de Manuel Ávila Camacho, de Griselda Álvarez, de Adolfo López Mateos, es el partido de Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Tal parece que los excesos y las ambiciones personales de los pequeños dilapidaron el enorme capital político que les legaron los grandes. Se afanaron por acabar con todo lo bueno y casi lo han logrado.

Sin embargo, no son válidas las voces que descalifican a ultranza al PRI y a todos los priístas. Los fundamentalismos y maniqueísmos muchas veces sólo son recursos para ocultar ambiciones igualmente desmedidas de quienes sólo tienen esa bandera y carecen de proyectos viables y de historias personales limpias. Quienes buscan la Presidencia de México deberán ser juzgados no por su capacidad para denostar a sus competidores, sino por sus proyectos de gobierno y sus biografías.

Nuestros políticos son especialistas en ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga que tienen en el propio. Ponen mamparas a sus miserias y ventilan al sol las de los demás.

El PRI agoniza. No se ven en su horizonte personajes propios que lo curen de sus males en el cortísimo plazo de las elecciones de 2018. Las que quizá, si existen, son almas piadosas, como la mujer que iba a advertir a Plácida Linero, madre de Santiago Nasar, que los gemelos Vicario darían muerte a su hijo y que su esposo la detuvo para persuadirla, ya que tenían vínculos con los involucrados, a lo cual ella respondió: “hay que estar siempre del lado del muerto”. Cuando consiguió salir a la calle se enteró que ya lo habían matado.

[i]Chetumal, Quintana Roo[/i]
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