Yazmín Yadira Novelo Montejo
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Domingo 30 de abril, 2017

El sureste mexicano, que comprende Tabasco, Chiapas, Yucatán, Quintana Roo y Campeche, es promovido por la Secretaría de Turismo (Sectur) con la marca Mundo Maya. Así, toda esta zona se identifica como territorio propio de un grupo originario y se presume la historia milenaria de los pueblos asentados aquí. Paradójicamente, es este el tiempo en el que los despojos ejidales se han acrecentado con la complicidad de gobiernos y empresas.

En Yucatán, por ejemplo, recientemente la comisaria ejidal del municipio de Chochola fue destituida ilegalmente por iniciativa de la Procuraduría Agraria para favorecer a una empresa cementera de la localidad. Y podemos mencionar las luchas de Chablekal, Xoy, los Chenes en Campeche, etcétera, que demuestran cómo para el turismo resulta importante demostrar la vigencia cultural maya, mientras que para otros fines la propiedad histórica de la tierra maya no se reconoce.

Ante este panorama, la resistencia del pueblo maya ocurre sobre todo en el terreno jurídico; las batallas legales se van librando con acompañamiento de organizaciones civiles y grupos organizados pro derechos humanos.

Esta es parte de la lucha, pero existe otra, una que va caminando sin cascabeles; silenciosa y desapercibida, la lucha en el terreno simbólico toma como eje principal de batalla a la lengua y la recuperación de los espacios que ha venido perdiendo de forma paralela a las pérdidas físicas.

Igual de peligrosa que el despojo de tierras, la pérdida de una lengua equivale a vivir como desplazado en un universo simbólico ajeno; en el caso del maya yucateco, desde 1940 se contempla una disminución en la proporción de hablantes, de 73.9 por ciento de la población total de la entidad yucateca, a un 29.6 por ciento en los censos 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Las consecuencias de esta pérdida de la lengua maya pueden retratarse en investigaciones académicas; así, tanto Miguel Güemez (2010) como Deira Jiménez (2008), antropólogo y psicóloga, respectivamente, han demostrado cómo el desconocimiento del marco cultural lingüístico afecta económica y psicológicamente al pueblo maya, el cual, al enfrentarse a un contexto ajeno a sus sistemas de salud, e incomprendido por las (dis) capacidades comunicacionales de médicos y funcionarios, ve mermada su salud y economía.

Es por ello que los movimientos de revitalización lingüística en Yucatán cobran importancia, a pesar de estar ubicados en terrenos simbólicos; de esta manera, el trabajo por fortalecer la lengua maya tiene un impacto concreto en la reversión de ambientes hostiles y conflictivos en el entorno social. Estas líneas buscan compartir las aventuras y desventuras de esos trabajos, cuyas formas de organización y actuación se caracterizan por salirse de la figura del indígena permitido, es decir, aquel caricaturizado en museos y discursos políticos.

Una lengua existe en la acción de sus hablantes, por lo tanto la lengua es lo que son y hacen sus hablantes; en este sentido el maya es una lengua que está rejuveneciéndose pues muchos de los proyectos de revitalización lingüística están liderados por jóvenes hablantes de maya quienes en algunos casos han recuperado su lengua, al re-aprenderla:

“Yo no hablaba maya pero ahora estoy aprendiéndola para poder cantarla y seguir haciendo mi música”, explica Yalen K’uj, joven cantante de Akil, Yucatán, quien es parte del colectivo ADN Maya, un grupo de chicos que organizan conciertos en lengua maya. Al igual que él, muchos jóvenes han despertado a la necesidad de hablar maya, y con su ejemplo van generando un efecto dominó que toca a quienes están a su alrededor, despertando la necesidad de aprender maya.

Sáasil Sánchez, editora de [i]La Jornada Maya[/i], apenas cuenta con 26 años, y además de ser la responsable de la sección en maya [i]K’ints’il[/i] de dicho medio, es escritora en su lengua y ha publicado en revistas y libros coordinados de literatura. En el ámbito de la literatura, es importante destacar que Yucatán es el primero en ofrecer institucionalmente una formación para escritores en lengua maya, quizá este sea uno de los ingredientes para tener en su haber dos premios Nezahualcóyotl de literatura en lenguas nacionales.

Jóvenes traduciendo [i]Firefox[/i] al maya, creando aplicaciones para el aprendizaje de la lengua, haciendo teatro, cantando y haciendo radio. Estos son algunos de los ejemplos de cómo la lengua mantiene la misma edad que quienes la usan; por ello la lengua maya es tanto milenaria como actual.

La edad también se refleja en la renovación celular de sus palabras, y es así que en todas las experiencias anteriormente nombradas ha surgido la necesidad de crear nuevos vocablos y conceptos. Aunque aún es una tarea pendiente de unificar, existen en la red esfuerzos para crear neologismos que vayan adecuando a la lengua a los tiempos y usos actuales. Uno es el blog administrado por Nelsy Rubi Cituk Poot, quien nos propone formas para decir palabras del ámbito tecnológico, como formatear, impresora, fibra óptica; todos estos términos tienen una propuesta vigente, posible de encontrar en la siguiente liga.

La tecnología es un camino y un instrumento. Algo en común para los proyectos de revitalización lingüística es su potenciación a partir de las nuevas tecnologías; un ejemplo del uso se da en el campo de la música. Existen alrededor de 30 jóvenes cantantes que hacen uso de la lengua originaria de Yucatán; la mayor parte de ellos no cuenta con los recursos económicos para competir en una industria musical masificada, pero van solventando sus carencias con el uso de [i]software[/i] libre, páginas de creación de loops (melodías repetitivas que sirven para hacer canciones), grabación en celulares, etcétera. Además de ello, la difusión de sus canciones y trabajo se hace por medio de redes sociales, como [i]Facebook[/i], [i]Twitter[/i] e [i]Instagram[/i], y de medios móviles como el WhatsApp, es así que, lejos de mirar la tecnología como una intrusa cultural, se ve como una herramienta capaz de servir a estas dinámicas de fortalecimiento lingüístico y cultural.

La existencia de nacientes medios de comunicación también advierte la falta de atención de medios tradicionales como la radio o la televisión por señal tradicional, ante ello, el streaming se presenta como opción no sólo de transmisión sino también de reconstrucción del tejido maya; por ejemplo [i]Radio Yúuyum[/i] (que transmite los lunes de 6:00 a 10:30 PM por la liga: [a=http://www.yuuyum.org/]www.yuuyum.org[/a] o desde dispositivos móviles: [a=http://www.yuuyum.org/]http://bit.ly/yuuyum[/a]) reúne semanalmente a la comunidad maya de California con sus lugares de origen, y así se une Richmond con Peto y Seattle con Oxcutzcab, y llegan los saludos de Comitán, Chiapas, a Mérida, etcétera.

La literatura, por su parte, ha incursionado en el ámbito de los [i]podcast[/i], en la grabación de audios de poemas, cuentos y obras de teatro; asimismo, se hace cómplice de la radio para regresar la oralidad a los escritos de libros y revistas que se han hecho en esa lengua.

Seguramente existen varios proyectos que escapan a esta memoria, sin embargo están dentro del paisaje de esperanza que se busca compartir con otros pueblos originarios, que son parte de esta resistencia en la reconstrucción del territorio, no sólo el físico, también el del óol (alma, espíritu), porque nuestras luchas tienen que ser en todos los sentidos en los que estamos siendo amenazados, desde el territorio físico hasta el simbólico. Como dijera un líder Nasa “La desterritorialización se da en dos formas, cuando sacan a la gente del territorio y cuando sacan al territorio de la gente”.


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