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Tabacón B. Linus
Foto: Gerardo Jasso
La Jornada Maya

Lunes 8 de mayo, 2017

Los mexicanos estamos llenos de frases, refranes y proverbios que resumen nuestra experiencia cotidiana. Es normal, viene con nuestra cultura, con nuestras máscaras, diría Octavio Paz. Tenemos que decir entre líneas lo que no es posible hacer de forma franca. No podemos opinar de nada, no sólo por los regímenes sociales y políticos autoritarios del pasado, que así nos instruyeron, sino por la autocensura social del presente y de siempre. A los mexicanos nos gusta “cultivar” a la gente, decirle lo que esperan escuchar y no lo que pensamos. Ni a nosotros mismos nos decimos la verdad.

Decir “de qué lado masca la iguana,” es decir que el poder siempre nos dará una lección (en el peor sentido de la palabra), que se ha cocinado a fuego lento y en secreto. La iguana - que es el poderoso o la que manda- terminará por ponernos en orden al final de la historia. Así, la iguana “masca despacio y de mala gana”, rumia sus decisiones, nos ve a todos desde lo alto de la barda, antes de dictar nuestro destino final.

Vivimos, pues, ya los meses en los que la iguana quiere mostrarnos cómo masca. En el Estado de México, en tan solo 28 días, la iguana priísta deberá mostrar si todavía masca o si se la van a comer viva. Sin embargo, cuando uno ve a los candidatos de uno u otro partido en esa entidad federativa, uno piensa en otro refrán: “en tiempos de remolino, hasta la basura sube”. Y visualiza con tristeza el remolino que puede envolver a todo el país.

En muchos otros estados uno ve a los “suspirantes”, y piensa en otro juego de palabras “pobres, no pueden ni con el rosario y piden cargar la cruz”. Porque, de verdad, muchos de nuestros políticos no saben hacer nada más que ser políticos; no han hecho nada más que grilla toda su vida, no son estudiosos, ni inteligentes, ni preparados o emprendedores, menos carismáticos, pero quieren dirigir nuestros destinos.

Después uno revisa las decisiones sobre quiénes serán los buenos y con quiénes quieren ganar los partidos políticos, y piensa en el proverbio norteño que dice que “si dos perros persiguen a una liebre, y el perro que va adelante no la alcanza, el que va atrás, menos”. Y así muchos gobernantes escogen a sus sucesores, pensando que el sabueso que va atrás puede alcanzar a la liebre, y ya sabemos lo que pasará.

A mí en lo personal me gustaría que los políticos vieran las elecciones como las ranas, cuando les dicen “silencio ranas, que el sapo va a predicar”, y que los ciudadanos fuéramos ese sapo que pone en orden a las resbalosas ranas que nos gobiernan muchas veces. Eso no ocurre, como decía Holda, los políticos “ven la tempestad y no se hincan”, y porque “cuando la perra es brava, hasta los de la casa muerde”, y miren que nuestra clase política es tan brava que a los dueños de la casa -nosotros los ciudadanos- nos tiene bien controladitos y en un rincón.

Y los ciudadanos, ahora que ya todos andan en sus aspiraciones cíclicas, no aprendemos lo obvio. No aprendemos que “cuando la limosna es mucha, hasta el santo desconfía” y nos dejamos seducir por la reencontrada cercanía de los suspirantes, por las promesas de cambio de las precampañas, por la subasta de regalos de las campañas.

¿Será que, de tanto andar con lobos, los ciudadanos ya nos enseñamos a aullar? ¿Será que en realidad tenemos los gobernantes y la clase política que nos merecemos, la que nos representa fielmente? Será que “el que por su gusto es buey hasta la coyunda lame”, y a veces los mexicanos pareciéramos estar felices de estar como estamos.

Porque si queremos cosas diferentes, si queremos que el desarrollo de nuestras comunidades no se improvise, no hay nada que temer porque “dos perros, pueden matar a un león”. Sin embargo, no pasa nada, los políticos le siguen “enseñando el padrenuestro al señor cura”, y dejando bien claro que “pavo que se sale del corral, termina en mole”.

Sólo dos cosas nos quedan de consuelo a los mexicanos; que “el perro más flaco es el que siempre rompe la jaula”, así que los ciudadanos podemos dar muchas sorpresas y, además, “los buenos hablan de lo que hicieron, y no de lo que harán”, y ya nos veremos en el 2018. Por eso la iguana masca, masca despacio, de mala gana.

[i]Mérida, Yucatán[/i]

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