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del

Carlos Meade
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Martes 09 de mayo, 2017


El turismo comunitario es una de las escasas modalidades que pudieran representar una opción de desarrollo económico para las comunidades mayas en la península de Yucatán, sin implicar la explotación despiadada de su mano de obra y la destrucción de su cultura tradicional.

En este nuevo nicho de mercado, es condición que la propia comunidad conduzca el proceso y administre el negocio de forma autónoma. De otra manera, no sería ético vender el producto como turismo comunitario.

Para llegar a establecer apropiadamente un proyecto de esta naturaleza es necesario aplicar un proceso de planeación participativa, que consiste en que todos los implicados tengan el espacio apropiado para expresar sus ideas, cuenten con la garantía de que sus opiniones serán consideradas y accedan a la información relevante para la toma de decisiones.

Las fases de este proceso de planeación y la secuencia en que deben abordarse son las siguientes:

1.- Debe partirse de una iniciativa comunitaria. En la mayoría de los casos la idea de un proyecto de turismo en una comunidad ha sido inducida por funcionarios públicos, activistas de ONG’s o miembros del sector académico. Esta forma de iniciar un producto comunitario está condenada al fracaso. Si la población involucrada, o al menos un grupo de la misma, no ha concebido la idea de un proyecto, lo más probable es que el proceso quede truncado y que la idea se abandone en cuanto el financiamiento para infraestructura, equipamiento y capacitación se agote.

2.- Se debe iniciar un proceso de planeación participativa con identidad y establecer una primera propuesta de plan integral de vida de la comunidad, donde pueda insertarse el proyecto turístico. Por lo general, las comunidades no cuentan con planes de vida para su bienestar, si bien sus costumbres y relaciones sociales implican formas de ser y visiones hacia el futuro. Pero para insertar un proyecto turístico es imprescindible que exista claridad en cuanto a la identidad que se quiere fortalecer, además de un plan de vida que contemple todas las actividades productivas y sociales, ya que es necesario integrar la actividad turística como una más de las actividades productivas, de forma que traiga beneficios y que no altere incontrolablemente la vida comunitaria. Muchas de las actividades productivas podrán formar parte del proyecto: con los productos de la milpa puede ofrecerse un menú campesino auténtico; la miel de melipona puede ofrecerse en degustación; la rica agrodiversidad del huerto familiar puede ser objeto de visita cultural; las artesanías tradicionales se pueden ofrecer en la casa de los productores; la selva puede conocerse en un sendero de interpretación, etc.

Además de los planes de vida que cada comunidad establezca, será importante que diversas comunidades, en una bio-región determinada, se enlacen bajo una estrategia turística compartida, con la finalidad de enriquecer y diversificar su oferta, incrementar su poder de gestión y negociar con tour operadores en mejores condiciones de fuerza.

3.- Los estudios de factibilidad deben de identificar recursos turísticos potenciales, situación de la organización comunitaria, capacidades locales con que se cuenta, situación del mercado regional en relación al producto, mercados potenciales accesibles, necesidades y fuentes financieras, condiciones ambientales imperantes en la comunidad y en el territorio ejidal.

4.- La planeación específicamente turística debe abarcar el ámbito regional y el local, contemplando la identificación de segmentos y nichos de mercado; el programa de promoción y comercialización, el diseño de productos; los programas de organización empresarial, formación de personal, fortalecimiento cultural, promoción de la cultura turística y saneamiento ambiental; así como los estudios del marco jurídico que aplica, el impacto social y ambiental y las necesidades financieras

5.- Acompañamiento de la ejecución y planeación de seguimiento. En este proceso será necesario el acompañamiento de un equipo interdisciplinario que respete las decisiones comunitarias, que ofrezca la información necesaria, que facilite los primeros pasos y contribuya a establecer las condiciones para la autogestión comunitaria en el menor tiempo posible.

Con todos los elementos anteriores es posible la formulación del proyecto integral. Con el proyecto como guía y sustento de la iniciativa comunitaria, se puede iniciar la gestión de recursos. Parece complicado y lo es, pero no es imposible.

[i]Tulum, Quintana Roo[/i]
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