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Eduardo del Buey
Foto: Ap
La Jornada Maya

Martes 16 de mayo, 2017


Desde el primer período presidencial de Franklin Delano Roosevelt, en 1932, los primeros 100 días es un periodo en el que se mide al nuevo presidente y su impacto en el país.

Los primeros cien días de Trump han sido pobres.

Tiene la popularidad más baja de cualquier presidente de Estados Unidos en tiempos modernos en este periodo, además de pocos resultados que mostrar por los esfuerzos realizados.

Ha acusado al ex presidente Barack Obama de intervenir en las líneas telefónicas de su edificio en Nueva York y culpó a Hillary Clinton de ganar la votación popular con el voto de millones de indocumentados.

Miles de empleos en secretarías clave quedan vacantes, incluyendo algunos de muy alto nivel en el Departamento de Estado, lo que impide que la diplomacia estadunidense funcione correcta y eficazmente en este momento tan peligroso. Las principales embajadas siguen acéfalas cuando la situación coreana se calienta y los problemas en el caldero del Oriente Medio continúan.

Trump sigue intentando llevar la administración como si fuese alguno de sus negocios. Ésta no es una buena administración del gobierno. Su círculo más cercano parece funcionar como un pelotón de fusilamiento circular, disparándose entre ellos mientras las facciones compiten por la influencia y el control. Trump se alía con una facción un día, y otro con la siguiente. No hay continuidad ni política.

De hecho, su comunicación sigue siendo confusa y sus aliados y enemigos se preguntan sobre la política de Estados Unidos cada día (o después de cada tuit).

Ha emitido más órdenes ejecutivas que cualquier presidente moderno en sus primeros 100 días, sólo para ver las principales abatidas por los tribunales.

Sus logros legislativos han sido limitados por el nombramiento de un juez de la Corte Suprema y el paso de una reforma de seguros médicos en el Congreso, la que dejará, eventualmente, a 24 millones de personas sin seguros y crea un beneficio por impuestos a los más ricos. Queda por verse lo que el Senado hará con ella. El presupuesto que el Congreso pasó no incluye los fondos para el muro en la frontera mexicana –una promesa central para su campaña –, y eso por lo menos es algo bueno para México.

Con respecto a la política exterior, se ha acercado a ciertos demagogos, como Erdogan de Turquía y Duterte de Filipinas y autócratas en el Egipto de Al-Sissi, mientras que le faltó al respeto al primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull al negociar sobre un acuerdo sobre refugiados entre ambos países, y también maltrató a Angela Merkel, de Alemania, durante su visita a Washington.

Impuso un arancel a las exportaciones canadienses de madera blanda (un conflicto de muchos años atrás en el que, en repetidas ocasiones, los tribunales han fallado a favor de Canadá) y ha renunciado a un acuerdo por el que Estados Unidos suscribiría el costo de colocar un nuevo sistema de misiles en Corea del Sur en un momento en que las cosas están tensas en la península. Parecía apoyar a Le Pen y su partido de extrema derecha en las recientes elecciones francesas, y ha sido un firme defensor del desmantelamiento de la Unión Europea. Su posición sobre la OTAN fluctúa - un día es obsoleto, y el siguiente no lo es. Un día China es un manipulador de moneda, al día siguiente no.

Hasta ahora, sigue atacando las instituciones democráticas fundamentales de los Estados Unidos. Se va en contra de los medios de comunicación libres, acusándolos de propagar mentiras (fake news) – lo que sea que vaya en contra de los intereses de Trump. Está tratando de eliminar el noveno circuito de apelaciones, que suprimió su orden ejecutiva prohibiendo a los musulmanes de ciertos países entrar en Estados Unidos. Ha amenazado a los miembros del Congreso para votar en contra de ellos en las elecciones intermedias en 2018 si no toman su oferta.

Continúa colocando a los miembros de su familia en posiciones clave en la Casa Blanca y prefiere el amiguismo sobre la experiencia. Su secretario de Educación no tiene idea sobre educación o su administración, y su Secretario de Energía busca desaparecer este departamento. Su jefe del medio ambiente no cree en el calentamiento global o en el cuidado ecológico, y ha desplazado del FBI y del Departamento de Justicia a quien fuese lo suficientemente valiente para llevar una investigación completamente independiente sobre la relación de los rusos con él y su equipo. Su negociador clave del Medio Oriente –su yerno Jared Kushner— no tiene ninguna experiencia en diplomacia para llevar cuestiones tan complejas y su hija Ivanka no es ninguna diplomática experimentada, pero atiende reuniones de alto nivel en el extranjero y en el país.

Continúa comportándose de una forma que promueve el flujo de dinero en sus diversos negocios en expensas de los contribuyentes estadunidenses, quienes ahora sostienen el costo de mantener a su esposa en Nueva York y alojar a Trump en sus propios resorts de tardes de golf. Apenas la semana pasada, la hermana de su yerno vendía visas de residencia de Estados Unidos a cualquier millonario chino que invirtiera en sus esquemas de construcción antes de que se cambien las leyes.

El estado de la Unión es pobre.

Su principal estado electoral sigue creyendo que él representa sus valores culturales. Mientras retiene la mayoría del apoyo de sus seguidores más fieles, las encuestas recientes indican que la confianza hacia él puede estar disminuyendo ahora que ven el incumplimiento de sus planes para sus primeros 100 días en el gobierno. De hecho, el reciente despido del ex director del FBI, James Comey, parece haber empeorado la situación en vez de mejorarla, y ha subrayado su inhabilidad de mandar un solo mensaje coherente por su parte y la de su equipo.

Algunos observadores creen que su apoyo fuerte es por razones culturales – su núcleo de seguidores se siente alienado de los medios liberales y del establishment cultural (Washington y Hollywood) y quieren a alguien que diga las cosas como ellos creen que son sin importar que lo que se diga sea una mentira o verdad. Otros creen que ha despertado un racismo latente que nunca murió en el país, a pesar de décadas de legislaciones pro derechos humanos.

Otros creen que ha aprovechado el sueño del populista: la culpa de los demás por los males de la sociedad en lugar de las deficiencias de los miembros de esa sociedad. Muchos estadunidenses prefieren un mesías a asumir la responsabilidad de sus vidas y reinventarse a sí mismos. Sigo pensando que ésta es la razón principal de la base de su apoyo.

Estados Unidos parece estar en el curso descendente con Trump al timón. Se convierte rápidamente en un objeto de ridículo alrededor del mundo y sus instituciones democráticas están bajo ataque de un liderazgo encaminado a forrar sus propios bolsillos a costa de los contribuyentes y reducir o eliminar la separación constitucional de poderes.

¡Y apenas son los primeros 100 días!

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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