Ciruelas borrachas

Felipe Escalante Tió
Foto: Israel Arroyo
La Jornada Maya

Viernes 26 de mayo, 2017


Una de las grandes preocupaciones del ser humano, y de algunas otras especies animales, es el alimento del día siguiente. Así como las ardillas entierran nueces, hemos desarrollado varias técnicas para conservar carnes y vegetales. Salado, fermentación controlada, envasado en salmuera o en aceite, son algunas de ellas. Otros recursos son el almíbar y el alcohol.

En el recetario de [i]Chichí Lupe[/i] hay una entrada que llama la atención porque se sale del patrón. Para empezar, tiene una fecha; el primero de junio de 1909. Para esta época, doña Guadalupe seguía soltera. Otra particularidad es que hay un nombre: Rosa S. de Fernández, de quien no hay mayor información. Hay incluso una aclaración acerca del origen de la preparación.

La entrada en cuestión son las ciruelas borrachas. En apariencia, esta fruta es el único ingrediente a procesar, pero precisamente el procedimiento se hace complejo y la elaboración lleva varios días.

La temporada de ciruelas es breve en Yucatán. Para tener acceso a ellas todo el año, es necesario recurrir a las conservas. Así, pues, hay en almíbar y hasta hace unos años se vendía también en licor.

Suponemos que Chichí Lupe copió la receta de otra libreta, posiblemente de su mamá, pero eso ya no se sabrá.

Como buena receta antigua, hay que considerar algunas medidas. Por ejemplo, cuando habla de botellas se refiere al equivalente a una de vino; es decir, 750 miligramos. También se agradece esa información sobre mantener tapada la olla, que ésta no sea de cobre.

El lector pensará que el aguardiente de caña a 20 grados es difícil de conseguir. En estos tiempos, tal vez sería mejor preguntarse si el que se encuentre es de verdad de caña. En el primer cuarto del siglo XX, esta bebida recibía el despectivo sobrenombre de pixoy, y era tenido por el trago más barato al que recurrían la gente dedicada a las labores más humildes y extenuantes, y también las de menores ingresos económicos.

[b]Ciruelas borrachas[/b].

[i]Junio 1° de 1909[/i]
[i]1 almud de ciruelas tuxpanas pintonas y sin magulladas[/i].

[i]Se ponen en una vasija que no sea de cobre con agua de pozo y que queden bien tapadas por el agua, á hervir hasta que queden suaves. Se levantan del fuego y se dejan tapadas hasta el día siguiente en lugar fresco. Al día siguiente se prepara un agua de azúcar con 2 libras de azúcar y 2 botellas de agua. Ya que está bien disuelto el azúcar se agrega 1 botella de aguardiente de caña á 20 grados y sin olor de ninguna clase. En esta mezcla se ponen las ciruelas en maceración por 4 días. La olla ó vasija se tapa muy bien y se le pone papel y se amarra ó se le pone algo que pese en la tapa para que no se escape el espíritu del alcohol. A los 4 días se bota esa agua y se les pone otra mezcla igual á la anterior y en ella se dejan por 5 días, al cabo de los cuales se sacan de ahí y se empoman cuidando de no llenar mucho el pomo para que quepa el líquido. Entonces se hace una mezcla de 2 botellas de almíbar á punto de hoja y una de aguardiente y con eso se llenan las botellas. Estas se tapan muy bien y se fechan y á los tres meses se pueden dar por terminadas las ciruelas, pero desde el mismo día pueden comerse. Estando bien tapadas pueden durar hasta un año, sin descomponerse.[/i]

[i]Este dulce se hacía en Manzanillo, Ysla de Cuba, á principios del siglo xix[/i].

[i]Rosa S. de Fernández[/i].

[i]Mérida, Yucatán[/i]
[b][email protected][/b]