de

del

Felipe Escalante Tió
[i]El Verdadero Juárez[/i], Carlos P. Escoffié Zetina
Publicada en [i]El Padre Clarencio[/i], 4 de septiembre de 1904, original en la Biblioteca Yucatanense
La Jornada Maya

Miércoles 14 de junio, 2017


Siento pena por el diputado federal Rogerio Castro Vázquez, de Movimiento de Regeneración Nacional. Pena porque, siendo maestro, en el aula debió tener esa gran responsabilidad de transmitirle a sus alumnos no sólo un conocimiento útil, sino uno que los ayudara a transformar sus vidas y su entorno. Según los enfoques que le debieron tocar en la Normal, su papel en la escuela ya no era sólo llenar a los niños de datos, de las reglas para la correcta escritura del español, de las operaciones aritméticas. También debió inculcarles que la historia es para pensar, evaluar y criticar.

“Estudié la Normal porque me apasiona la historia y tuve la posibilidad de estudiar esa especialidad, pero para enseñarla estudié de 2003 a 2007”, dijo el legislador a este periódico, en entrevista publicada el 21 de diciembre de 2015. Por eso digo que hoy me da pena.

Pena porque quiere dar cátedra con una narrativa de la historia que es más resultado del adoctrinamiento que del conocimiento. La visión que ofrece el diputado no ve más que una serie de enfrentamientos entre buenos y malos, entre “liberales” y “conservadores”; “los mismos de siempre”, podríamos añadir.

“Desde la Independencia, el conservadurismo no permitió importantes reformas para modernizar al Estado y lograr el desarrollo de nuestro país; durante 30 años se dedicaron a mantener “a raya” a los liberales por medio del dictador Santa Anna, y fue el hartazgo, lo que promovió la Revolución de Ayutla y el triunfo del bando liberal en ese entonces formado por Benito Juárez, Lerdo de Tejada y Melchor Ocampo”, reza en un párrafo de su colaboración.

Pero… ¿por qué no mencionar que el mismo Antonio López de Santa Anna llegó a la presidencia en un buen número de ocasiones, apoyado por los liberales? De no haber sido por Santa Anna, Valentín Gómez Farías no habría podido dictar una serie de disposiciones para hacer efectiva la separación entre la Iglesia y el Estado, entre ellas la secularización de bienes eclesiásticos y hacer voluntario el pago del diezmo. La primera generación de liberales (Gómez Farías, José María Luis Mora) también recurrió al caudillo militar para hacerse del poder político. No por omitir estos detalles superaremos los traumas de nuestra historia.

“Los conservadores se caracterizan por no reconocer los triunfos, esa es la marca de la casa”, sigue el diputado. Hagamos caso omiso a que se trata de una oración que se presta a diferentes interpretaciones. Lo mismo podría tratarse de no reconocer la derrota sufrida que la victoria propia, supongamos, nada más, que se refiere a un grupo que niega haber sido derrotado; ¿por eso vamos a caer en absolutos?

“Morena actúa como el presidente Juárez”, afirma en otro párrafo. Es obvio que el diputado quiere referirse al Juárez de la Guerra de Reforma y al defensor de la legitimidad frente a la Intervención Francesa. Por supuesto, no menciona que el idolatrado indio de Guelatao gobernó con facultades extraordinarias, es decir, haciendo a un lado la misma constitución que defendía con las armas. Tampoco dice que tanto el Juárez de la lucha como el de la Restauración de la República fueron sustento de otro dictador: Porfirio Díaz.

La historia mexicana es mucho más compleja y rica en matices como para seguir empleándola para el adoctrinamiento de la militancia. El objetivo de las escuelas, en una época, fue crear ciudadanos, y una de las características de estos es el conocimiento de sus derechos y obligaciones, y la capacidad para cuestionar y discernir, y por supuesto, de rechazar un dogma, incluyendo el de una historia patria de buenos y malos, de bronce.

Por cierto, el argumento a cual recurre la dirigencia de Morena, según el cual los que votaron por la maestra Delfina Gómez acudieron en forma libre e informada a ejercer el sufragio –realmente como iría un ciudadano -, y no motivados por una dádiva o bajo coacción, es el mismo que emplearon los conservadores en la primera mitad del siglo XIX para poner un límite al derecho al voto. Tal vez el proyecto de nación detrás de Morena sea precisamente que no haya más voto que el de su pueblo bueno, crédulo, adoctrinado; el de su clientela, no de la ciudadanía.

Si esa es la historia que se va a enseñar a nuestros hijos, si va a servir para adoctrinarlos en un sistema político, ¿vale la pena mantener la esperanza?

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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