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del

Hilda Sotelo
Ilustración: Elizabeth Himes
La Jornada Maya

Viernes 16 de junio, 2017


Dice Javier Darío Restrepo, periodista colombiano, que la situación en México es una situación de excepción, donde toda la sociedad tiene que actuar mancomunadamente, porque es toda la sociedad la que está amenazada. Hay que trabajar en equipo.

Cada vez que asesinan a un/a periodista en México, vuelve a mí la sensación de incertidumbre, una especie de vuelta a la misma rueda. El cavilar se pasea en los circuitos intrincados del pesar y regreso al pasado, ¿Por qué la situación actual amenaza con empeorar?

La Red de Periodistas de Juárez aclara que no se sienten protegidos por un estado que los ha descalificado. Se sienten agredidos por una circular oficial donde se señala y nombra a periodistas no convenientes. La práctica de investigar a los reporteros es añeja, la alianza entre los medios, el gobierno, es conocida: no estaban acostumbrados al periodismo crítico por obvias razones, y a los mexicanos/as nos llegaba la información filtrada por la corrupción, el miedo, y la ignorancia.

Necesitamos que las cosas cambien, ya que la sociedad tiene el derecho a la información. Actualmente, las formas de transmitirlas se encuentran en plena transformación: la muda hacia el mundo virtual no nos garantiza el cambio, ni la democracia, ni la pulcritud, si aterrizamos a estos medios con los mismos trapos e identidades del pasado.

Alfredo Manuel Guisho, académico brasileño, dice que se necesita audacia y coraje para deconstruir las percepciones que tenemos sobre nuestras realidades. Tomar esta decisión invita al nomadismo para remover puntos de vista que permitan encuentros entre las personas y de éstas con el conocimiento; ahí también se reconocen miradas marcadas por la desigualdad, la diversidad y la diferencia.

Hace poco, propuse modificaciones a la forma de hacer reportaje, involucrando en el desarrollo del escrito al investigado, al reporteado, como los [i]dreamers[/i]. Esto no es nuevo: en la academia nos hemos cuestionado muy seriamente sobre las metodologías de investigación, pues las formas de indagar se encuentran en proceso de investigación.

Hay interés en aprender de nuestros ancestros, pues observaban la realidad para luego llegar a conclusiones que beneficien al colectivo, lo que se destaca entre los articulistas indígenas cuyos textos he visto publicados en [i]La Jornada[/i]. Sin embargo, escribir en colectivo no se trata de una tarea escolar de grupo: estamos hablando de la evolución del pensamiento. Si bien la palabra escrita les fue arrebatada a nuestros indígenas o nunca existió para ellos, es en este tiempo que ello/as ingresan a las aulas, aprenden y nos enseñan a volver la mirada a la tierra, la naturaleza, al prójimo y conectarla para ser uno con el todo.

Para dar nuestros primeros pasos en la escritura colectiva, propongo despojarnos del nombre e intervenir el tema en equipo, identificarnos con una causa, indignarnos, para luego dialogar, grabar las pláticas, transcribirlas, y poner en el centro las ideas del caso y sujeto en cuestión, involucrar a la persona vulnerable y permitir que el investigado forme parte del desarrollo de las preguntas.

Lo anterior sucede naturalmente cuando entrevistas a indígenas, ellos/as terminan dando una lección de vida, tienen paciencia e intentan por todos los medios comprender nuestro mundo fragmentado occidental. En el caso de los rarámuris, ellos/as concluyen riendo pero no de burla: saben que están aquí para recordarnos quienes somos.

He visto que la investigación participativa sucede con periodistas sentipensantes a quienes su humanismo durante la investigación en casos graves de violaciones de los derechos humanos las llevó a integrarse a asociaciones civiles.


El proceso de desarrollo de la voz que se representa a sí misma, lo he llevado a cabo infinidad de veces en el aula, con estudiantes jóvenes, con víctimas de la violencia en Ciudad Juárez, con mujeres amigas y hasta con las que se autonombran enemigas. He tenido que cambiar mi forma de pensar en varias ocasiones, y cuando debo voltear la mirada hacia las interpretaciones mórbidas, oscuras, negativas sobre mis intenciones, es ahí donde conozco algo de mis errores, accedo a transformar hábitos, a pensar distinto para no encasillarme en el pesar para después morir en la inanición. Los budistas dicen que nuestra enemiga suele ser proveedora de lecciones y la llevamos dentro, se nos manifiesta en otros para reconciliar nuestras partes.

El pensamiento nómada no va iniciar desde arriba. Las élites están muy bien acomodadas donde están, tienen riquezas y mundos que manipular: está en nosotras la independencia, está en nosotros la mudanza. Aprovechemos la crisis para organizarnos en cooperativas periodísticas, educativas, feministas, seamos el rizoma de la información y no el hazme reír de los delincuentes que se encuentran en todas partes. Terminemos con la broma macabra de la cual fue víctima el periodista sinaloense Javier Valdez Cárdenas.

A mis amigos/as periodistas, les recuerdo los principios básicos de ética, movernos en escenarios de confianza: urge trabajar en equipo, lo dice claro el periodista Javier Darío Restrepo.

"En las redacciones cada uno se siente propietario de un tema o una fuente y no permite que nadie se meta. Tiene que acabarse eso".

No solo en las redacciones las personas se sienten dueñas de temas: hace algunos meses escuché a una poeta juarense decir "El tema de (tal persona asesinada) lo manejo yo". La actitud de sentirse dueño de un tema es patriarcal, pertenece al mundo de los hombres; la competencia es una cosa occidental que ve el mundo en partes, temeroso de mudarse a otro lugar y conectarse con el todo: al hacerlo, va a encontrar cosas que no le gustan e implica esfuerzo, pensar diferente.

Si bien el pensamiento sedentario toma su tiempo, inteligencia y organización, no opera con el palpitar de la naturaleza de la tierra y el hombre, no nos permite movilizar la realidad armónicamente. Sé que desarrollar "un tema" acapara horas, semanas, años de la atención del investigador, hay que aprender a compartirlo durante el proceso para enriquecerlo y llegar a mejores conclusiones, que importa si terminemos dos o tres cabezas escribiendo un solo reportaje.

Para llevar a cabo el pensamiento nómada no es necesario cambiar de la lugar, ni de casa, ni de ciudad. Es desde nuestro espacio que la percepción de la realidad tomará diferentes matices, si así lo permitimos.

Hago un llamado a las periodistas y editores a reflexionar y entablar el diálogo con las partes involucradas en el hacer investigativo, a no otorgarle poder a las empresas donde laboran, a formar cooperativas donde finalmente todos salgan ganando. A no ceder el poder al estado mientras continúe defraudándonos, poner a los funcionarios públicos en el lugar que les corresponde, servir para las personas que los eligieron en la urnas.

Los invito a formar redes vigilantes y activas, lejos de las prácticas que tanto nos molestan. Propongo aprender a trabajar en equipo, hacer buen uso de la cuota de poder que otorga la palabra.


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