Paul Antoine Matos, enviado
La Jornada Maya

Tekantó, Yucatán
Lunes 19 de junio, 2017

El arte es una forma de conquistar corazones. La música es capaz de romper barreras ideológicas, políticas y sociales, une a la gente alrededor del mundo, rompe barreras y muros. Francia, Cuba, Guinea y México dialogaron a través de la cultura en El Festival de la Música, el sábado por la noche en Tekantó.

El Festival de la Música hace lo que, en su mayoría, los políticos culturales en los municipios y la entidad no han sido capaces de lograr: acercan el arte a los ciudadanos y a los niños, llevándolo más allá del Centro Histórico de Mérida.

Al igual que La Noche Blanca, surgida en Francia como la [i]Nuit Blanche[/i], imitada y copiada por la anterior administración municipal de Mérida, [i]La Fête de la Musique[/i] fue replicada en Yucatán por La Negrita, La Fundación Mezcalería y la Alianza Francesa, tras originarse en el país galo en 1982.

A pesar de ser organizado por la Alianza Francesa, el Festival de la Música en Tekantó no tenía una agenda gala, fue más bien yucateca e internacional. Emiliano Buenfil, La Chancil Tropical, Las hijas del rap y algunos de los músicos locales fueron la chispa que unió a unos 300 habitantes de ese municipio; tímidos, sentados en bancas, en algunos momentos, lograron a partir de la creación musical de Yucatán.

La elección de Tekantó como primer escenario descentralizado de El Festival de la Música no fue parte de una conquista napoleónica por sobre los pueblos originarios. En La Fundación Mezcalería colaboran varios habitantes de ese municipio, por lo que acudir con ese festival fue la culminación de un sueño para agradecer a la gente por su aportación a ese centro cultural de Mérida.

El hijo del trovador abrió la noche, tras la introducción de DJ Tatto, Emiliano Buenfil y La Chancil Tropical lograron que olas de personas se movieran por la plaza principal hasta quedarse en los bajos del escenario.

Buenfil cantó en maya [i]Cabeza de cochino[/i] y más gente se sumó a la fiesta. Un anciano escuchaba la letra vestido con una guayabera, un sombrero de jipijapa, un pantalón caqui y unas sandalias.

Con Las Hijas Del Rap varios adolescentes acudieron vestidos como raperos. Camisas, un par de tallas más grandes, gorras de frente plano y rimas acompañaban a las mujeres que protestaban contra la desigualdad en el escenario.

El guineano Yadi Cámara viajó desde Tijuana sólo para participar en el festival. El viernes, realizó un taller musical con más de 200 niños de Tekantó. Sonrientes, bailaban con los ritmos africanos que les enseñaba Cámara.

El Festival de la música provocó en los tekanteños una noche de arte democrático. De arte para todos.


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