de

del

La Jornada Maya
Foto: Cuartoscuro

Martes 22 de agosto, 2017

[b]Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo[/b]
Ludwig Wittgenstein

Ponerle nombre a las cosas ayuda a verlas con más claridad, entenderlas (entendernos) mejor, e incluso sanarlas.

La historia de Holbox permite ver de manera difusa cómo el sentimiento de culpa, derivado de un desengaño y de haber vendido por avaricia el honor, eleva a una comunidad a la orilla de un precipicio insondable.

[b]"Fuereños"[/b]

Entre 2000-2003, Holbox inició una transformación rápida y revuelta. Primero fueron los recién llegados que poco a poco compraron terrenos en la playa, quienes, en la curva de éxito y nueva residencia, se convirtieron en un muro que separó al pueblo y dividió territorial y culturalmente a la comunidad.

La playa, antes símbolo de espacio público, quedó aislada por un proceso de apropiación legítima, lenta y audaz. Nadie se lo propuso, pero engendró una envidia y un reclamo insospechados, enconosos y agudos. Los holboxeños los ven como los que se apropian de la belleza y de los principales ingresos de los visitantes. Son los ricos fuereños quienes gozan del paraíso y no lo comparten.

Estos nuevos avecindados han intentado cambiar “para mejorar” las formas de vida de los originales, su “sucio y ruidoso comportamiento”, su inasible costumbre de vivir lento, al punto de despreciarlos y culparlos de las desgracias del crecimiento por la venta de sus tierras. Esa es parte del origen del mal: los avecindados que propiciaron el deseo de riqueza siendo gestores de la venta de tierras, sembrando la semilla (inentendible para todos) del desprecio a los fuereños que ellos mismos trajeron a la isla.

Poco a poco llegaron más… y su cultura, fiesta, tranquilidad, forma de jugar, cooperar, festejar y hacer trueque, se olvidó y sustituyó: la pesca por los tours, la convivencia en la atención al turista, el amigo/familia por el negocio, de repente tenían más y no era suficiente.

[b]Crecimiento[/b]

Un segundo proceso se inició con la aparición de nuevos comerciantes. El pueblo crecía y necesitaba más comida, agua embotellada, restaurantes, carritos de golf para llevar a la gente, materiales para construir, gente para atender hoteles, restaurantes, paseos para ver al tiburón ballena, para ir y venir de tierra firme a la isla. Chiquilá como testigo inició en paralelo su transformación; era el inicio del puente para llegar a Holbox, convirtiéndose en un gran estacionamiento, sacrificando zonas importantes de manglar para su seguridad y pesca.

Todo encareció, la urbanización inició y los tomó por sorpresa. Nuevas necesidades emergieron, se necesitaban nuevos terrenos para crear casas, locales, construcciones para recibir y atender a los que atendían. El pueblo se volvió una aspiración a ser ciudad, como el crecimiento de un niño que se hace adulto y le quedan chicos los pantalones. Todo quedó pequeño, pues los visitantes demandaron del paraíso más confort. Las calles se compactaron y dejaron de filtrar el agua hacia abajo después de llover, aparecieron los zapatos, banquetas y los pies descalzos de los otrora holboxeños fueron olvidados, porque empezó la prisa.

Los ojos de nuevos inversionistas veían el crecimiento de Cancún, playas, pueblos de Cozumel, hoteles y especulación de terrenos de Playa del Carmen; zonas que para la mirada de hoteleros avecindados de Holbox pasaban lejos y, aún más, de los ojos de los holboxeños.

[b]Focos rojos[/b]

El tercer proceso vino de unas familias de Mérida. El empresario Fernando Ponce y su yerno Ermilo Castilla Roche, junto con gestores agrarios, entendieron que la inocencia de los dueños de Holbox podía ser la presa de un buen negocio. La fórmula espejos por oro podría volver a servir, así de la apatía a los negocios del territorio por parte de la Conanp, resultó la negación y omisión de la creciente urbanización y comercio, el crecimiento de la población, la insustentabilidad del consumo de energía y de agua o la acumulación de basura por la incapacidad municipal, los pantalones cortos.

Esto dio paso a una compra que contaba con la inocencia de los viejos ejidatarios de Holbox, acompañado y dando contexto por la eterna postergación del Plan de Manejo que debería publicar el Área Protegida (y que desprotegía a toda la comunidad y al ecosistema). El proceso contaba también con la complicidad de todas las autoridades relacionadas al uso de suelo, control ejidal y, por supuesto, a las autoridades en turno del municipio. Los inversionistas de Mérida fraccionaron la Isla Grande, isla que estaba lejos y en recuperación del amarillamiento de los cocales. Ellos vieron el territorio del crecimiento y del negocio.

Pero en el fondo, además de la capacidad para controlar y dominar a los ejidatarios, de dividirlos, comprar su imposible honor y orgullo, convencerlos para vender sus sueños y su capital social, además de eso que les dio el control de los reyes del paraíso, pudieron visualizar que el plan de manejo debería no aparecer y, cuando lo hiciera, garantizar que reconocía su proyecto de desarrollo. Su estrategia de apropiación va bien, con un mecanismo genial, aunque perverso; donde va mal es en sus cálculos de cambio y torcedura del Plan de Manejo de la ANP, se equivocaron de asesor, el ahora notario Patricio Martín, quien es de suponer no les mencionó los riesgos ni las ventajas de diálogos alternativos. La inversión sí está en riesgo, se les olvidó contemplar los Acuerdos de Ecuador, incluso las salvaguardas socio-ambientales que los bancos ahora exigen… Cualquier banco que les vaya a prestar lo pensará dos veces… Su asesor está en problemas y ellos también.

[b]Más saqueos[/b]

El último proceso es el eco y reflejo de todo lo anterior en Chiquilá, pueblo hermano de Holbox, porque al igual que éste, en Chiquilá ahora se padece la enfermedad de la especulación, la venta forzada y el espejo. El mismo proceso y procedimiento, los mismos actores locales que dicen defender a sus hermanos, pero los siguen orillando a malbaratar su tierra, división última de la avaricia, precios y prebendas abusivas, gritos y amenazas que los deja fuera del negocio con la venta y donde las autoridades agrarias y municipales que están para defender y vigilar los derechos de los ejidatarios se confabulan.

Nadie aún en la región, ni las autoridades del turismo, las estatales del medio ambiente, la Conanp, ni los hoteleros avecindados, nadie visualiza que el nuevo desarrollo no quiere ser un nuevo centro de población.

El desarrollo futuro de la Isla Grande requiere que todos los servicios, así como el desarrollo urbano se queden en Holbox y Chiquilá, lo que representa desde ya una devaluación crítica del paraíso, que se trasladará a la Isla Grande, que podrá ahora ofertar el nuevo paraíso y controlar el turismo caro. El turismo de masas para los que no accedan a ese lugar se quedará en el viejo Holbox, heredando las desgracias del turismo de masas, de la infraestructura ausente y del crecimiento desmedido que provocará el nuevo desarrollo.

Más exclusión de los viejos pobladores, más saqueo de los recursos, más de los mismos y de lo mismo, pero más rápido.

Los viejos ejidatarios nunca confesaron a sus familias e hijos cómo los embaucaron. Otrora reyes, igual que los Nazguls de El Señor de los anillos, ahora son los defensores de Sauron, el que los violó, engatusó, sedujo y engañó con espejos y unas cuantas monedas que nunca entendieron que no eran regalos. Ahora ellos son los promotores de que se haga el nuevo desarrollo, con nuevas promesas, por no poder confesar a sus familias que vendieron la herencia, con el dolor de vivir día con día la angustia de haber defraudado su reino, luchan desesperadamente porque el desarrollo se haga, balbucean y repiten que habrá empleo… la nueva promesa es más dinero si el Plan de Manejo de la ANP, sale a favor del desarrollo.

[b]Alternativas[/b]

Dos alternativas que por ahora no ven los puede salvar: primero, renunciar al nuevo falso premio que les ofrecen y pedir que sus lotes en ese desarrollo puedan seguir siendo de ellos, para hacer sus viviendas o las de sus nietos ahí mismo, para que el nuevo desarrollo no sea una exclusión más, y puedan heredar a sus hijos la posibilidad de vivir y crear nuevos hoteles, así como la densidad y condiciones dadas por el Plan de Manejo del ANP, podría incluirlos. Aquí la batalla es clave. Mantener sus terrenos con posible desarrollo económico, lo que permita la conservación y sustentabilidad del ANP. Emparejarse a lo que busquen los desarrolladores y permitan las leyes, estudios y justificación científica.

La otra, confesar y ser perdonados por sus propias familias y la comunidad. Se gastaron un dinero sin saber, recibieron mucho para ellos y aún así poco para el valor real del suelo, selva, playa, su historia, su paraíso. Sus hijos deben saber cómo los engañaron para que dejen de defender y reproducir el síndrome de Estocolmo, que hace amar a los raptores.


Lo más reciente

El libro es una tecnología perfecta: Didí Gutiérrez

Presentó su primera novela ''La alegría del padre'' durante la FILEY 2024

Rulo Zetaka

El libro es una tecnología perfecta: Didí Gutiérrez

Mexicanos en el extranjero: votarán todos los registrados

Dinero

Enrique Galván Ochoa

Mexicanos en el extranjero: votarán todos los registrados

Conoce los festejos para celebrar el Día Internacional de la Danza en Yucatán

Se llevará a cabo el Primer Encuentro Intermunicipal en Tekal de Venegas

La Jornada Maya

Conoce los festejos para celebrar el Día Internacional de la Danza en Yucatán

EU: Estado de la hipocresía

Editorial

La Jornada

EU: Estado de la hipocresía