La trastienda del Informe

Hugo Martoccia
Foto: Joana Maldonado
La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Lunes 11 de septiembre, 2017

Hay cosas que cambiaron y otras que no van a cambiar. Por decisión de todos, propios y extraños, el informe de gobierno seguirá siendo el Día del Gobernador. Eso dijo este sábado la clase política local; los ritos y las formas del evento fueron los de siempre. Ante esa certeza, todo lo que sucedió en ese ámbito es fuente de discusión y análisis político.

La presencia de todo el panismo nacional fue una clara señal de pertenencia para el gobernador Carlos Joaquín. Como también lo fueron las ausencias de figuras de peso del gabinete de Enrique Peña Nieto. Las palabras del mandatario, lo que dijo y lo que no dijo, marcan la impronta de un gobierno que realmente comenzará a mostrarse desde ahora.

El gobernador lo dejó claro en su discurso, y lo había hecho también en días anteriores. No hay más lugar para excusas. El pasado inmediato ya ha dejado de ser un dato de comparación política; sólo le restan varios capítulos policiales y judiciales, que llenarán páginas de periódicos, pero que ya no serán la tabla de salvación de nadie.

El gobernador ha hecho una comparación: dijo que tuvo que cimentar de nuevo la casa. Eso fue la refinanciación de la deuda y la reconstrucción del estado, que había perdido sus formas más elementales en el sexenio pasado.

En este espacio ya se ha dicho, el borgismo solo puede compararse con un huracán, por el nivel de daño que produjo. Pero la historia ya condenó a ese gobierno y ahora le toca al nuevo recorrer su camino.

La deuda ya no es un problema, esa es la realidad. A fin del año que viene, la deuda posiblemente no sea superior al 60 por ciento del presupuesto. No habrá excusa por ese lado.

El gobierno ha hecho lo que ha querido, con apoyo de todos los partidos políticos. Tiene a su alcance la Ley de Asociaciones Público Privadas para darle impulso a la infraestructura. Y sigue teniendo a una clase política que, oficialista u opositora, entiende que el único liderazgo es el del gobernador. Eso se vio el sábado en Chetumal.

Ahora empieza el Gobierno de Carlos Joaquín; sin excusas, como él mismo lo ha dicho.

[b]Presencias y ausencias[/b]

El panismo nacional arropó sin ambages a su gobernador. Corrientes y personajes irreconciliables en otros ámbitos se hicieron presentes en Quintana Roo. Desde Felipe Calderón y Margarita Zavala, pasando por Rafael Moreno Valle, y terminando con el dirigente nacional Ricardo Anaya; todos prestaron su presencia a Carlos Joaquín.

El PRD, que en el ámbito nacional es un partido en decadencia, presentó algunas figuras importantes, pero no tuvo el peso específico del blanquiazul. Ese es, sin embargo, el respaldo político de un gobernador que va con esa alianza a la amenazante elección de 2018. Los partidos de la alianza, qué duda cabe, tienen un líder político local. No es poco; habrá que ver si es suficiente.

Las ausencias también marcaron algo. Hubo quien se sorprendió de que fuese un funcionario de segundo nivel federal, el titular del ISSSTE, José Reyes Baeza, el representante de Enrique Peña Nieto en el informe. ¿Fue una señal de lejanía o descontento?.

“Él es el enlace con el gobierno del estado”, dice un político que conoce el paño nacional, “es normal que manden a los que tienen comunicación con los gobernadores”. ¿Y la ausencia de Pedro Joaquín no dice nada? “Para Pedro es difícil venir a convivir con el panismo, que está atacando al Presidente, al PRI, y a él mismo”, dice otro político de vuelo nacional.

Más allá de las explicaciones, queda allí un interrogante abierto de cara al futuro político y electoral en el estado.

[b]El Día del Gobernador[/b]

Carlos Joaquín tiene un estilo diferente a otros mandatarios. Deja que la política fluya, que los acuerdos se encuentren en el diálogo. No mete mano desde el principio, como casi lo exige la tradición local. La elección del presidente del Tribunal Superior de Justicia fue el ejemplo más claro de ese actuar.

Pero la ceremonia del primer informe también es una señal muy fuerte. El gobernador entiende y disfruta la liturgia priísta. El despliegue de este sábado fue el del poder en toda su magnitud; una suerte de mensaje firme: “Puedo hacer las cosas diferentes a lo que estaban acostumbrados, pero el poder lo ejerzo yo”, pudo haber dicho.

Lo más interesante del caso es que todos saludaron con beneplácito ese mensaje; muy pocos en la clase política local quieren un cambio de fondo. Lo que se busca es la vuelta a la racionalidad política, olvidar la desmesura del borgismo, y que los equilibrios de poder vuelvan a su cauce histórico y natural.

[b]El medio y el mensaje[/b]

Carlos Joaquín terminó su jornada histórica departiendo con los dueños o directores de los medios de comunicación. No es una decisión inocente. Ahí estaban muchos de sus peores enemigos de los últimos años. Claramente es una opción que transita el mismo rumbo de la política: hay cosas del pasado que no parecen tan malas.

Lo que resulta extraño en ese contexto, es que desde el gobierno no se haya utilizado el informe para lanzar un mensaje unívoco de lo que se quería transmitir. Cada medio de comunicación presentó el informe de una forma diferente, diluyendo el mensaje.

En un evento tan cargado de simbolismos y de pasado, quizá esa “libertad” fue un error, o acaso sólo mera desidia.

Un dato no puede pasar desapercibido. Carlos Joaquín escuchó la posición de todas las fracciones parlamentarias; un hecho inédito de forma y fondo. La tibieza de la mayoría de esos discursos es otro tema. Pero lo cierto es que el gobernador puso la vara muy alta. ¿Podrá sostener cinco años más está apertura? Nadie lo sabe. Cinco años es mucho más que largo plazo para la política mexicana.

De cualquier modo, si la dinámica es la del primer informe, el gobernador no tiene de qué preocuparse en su visita al Congreso ni en sus exposiciones públicas. Este sábado, todos encontraron el jefe político que querían, buscaban o necesitaban.