Votos y voces para el cambio

Joan Serra Montagut
Foto: cortesía
La Jornada Maya

Jueves 14 de septiembre, 2017

La noche de El Grito cerrará también el Día Internacional de la Democracia. Esta relación entre el grito y el voto, entre la palabra y la posibilidad de que ésta sea escuchada, es casual pero me parece muy pertinente para iniciar la columna de esta semana que, si me lo permiten, tendrá un arraigo especial con mi tierra natal por el proceso histórico que está viviendo, precisamente, en relación con la democracia.

La base de cualquier sociedad justa, igualitaria, participativa y sana es la democracia. Cuando no existe, aparecen los totalitarismos y muchos de nosotros los conocemos sobradamente porque en nuestras tierras hubo el peso venenoso de las dictaduras carcomiendo las voces colectivas. No hay nada que logre acallar un pueblo. No hay nadie que logre poner un bozal a un mensaje que parte de lugares profundos donde los inconscientes no pueden llegar.

El pasado 11 de septiembre fue la Diada Nacional de Catalunya, que este año fue, para muchos ciudadanos de esta bella región mediterránea, el último intento para recordarle a todo el mundo el valor legítimo de la democracia antes de votar en un referéndum que, el 1 de octubre de este año, pondrá entre las cuerdas la capacidad del Estado español por escuchar a un pueblo que se ha acallado siempre. Pero la voz es firme y fuerte y no quiere ser silenciada. Además, quiere ser escuchada a través del voto, la manera más valiosa que tenemos las sociedades modernas para saber, realmente, qué quiere y necesita la sociedad.

Ese mismo día asistí a una jornada celebrada en el CEPHCIS y me pareció que los asistentes, que abarrotaban la sala, daban mucho valor a la autodeterminación del pueblo maya y a la defensa de los derechos indígenas. La sesión, interesantísima, se cerró con una frase que erizó todo mi cuerpo y que recordaba el clamo de los estudiantes del 68: “¡Somos un chingo, y seremos más!”.

Esta frase, premonitoria de un movimiento de regeneración de este México que se lamenta y que empieza a moverse con fuerza por cambiar de piel, me pareció una invitación a recordar que, en las próximas elecciones y a través de la democracia, tenemos el poder de cambiar muchas cosas. Todo fluctúa, todo cambia, la actualidad es un hervidero revolucionario, pero algo debemos tener claro: la democracia no se toca. Ni en Catalunya, ni en el mundo maya ni en este México fuerte que nunca perdió su capacidad revolucionaria.

En lo personal, vivo el referéndum en Catalunya con el orgullo de ver cómo mis compatriotas luchan por hacer valer la democracia por encima de cualquier obtusa visión centralista o parcial. La manifestación que esta semana llenó el corazón de Barcelona y que hizo que más de un millón de personas se juntara en una cruz colosal es una oración, un clamo popular a la democracia. Recuperemos este fervor para sentir que nuestra voz individual siempre cuenta y es importante. Desde SOM, creemos que la escritura y la lectura son herramientas poderosas para proyectar la voz interna, la única que en momentos de oscuridad puede alumbrar el mundo.

*Coordinador de SOM Editorial Colectiva y del Proyecto Ja’ab

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