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Hugo Martoccia
Foto: Facebook
La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Lunes 18 de septiembre, 2017

“Vamos por todo”. La frase la dijo el propio gobernador Carlos Joaquín días atrás. Lo acompañaba un cerrado grupo de funcionarios y aliados. Las palabras tenían contenido electoral; su destino era Cancún.

La firmeza de la expresión no pudo ocultar un flanco débil: no hay un solo candidateable de la alianza de gobierno que se mueva en el tope de las encuestas. El estilo del gobernador permite esa paradoja; todos escucharon la orden de ir por Cancún, pero aún no saben cual es el camino.

Carlos Joaquín no es un político que divulgue fácilmente sus pensamientos, ni siquiera en privado. Los presentes tiraron varios nombres en la mesa, incluso el del secretario de Finanzas y Planeación, Juan Vergara. El gobernador sólo hizo algunos gestos. Nadie supo comprender si aprobaba o no a alguno de los mencionados.

La idea de un sector del oficialismo es bastante simple. Hay recursos y estructura para armar un candidato en el tiempo que haga falta, dicen. Cuando analizan el entorno político y electoral de Cancún, entienden que hay que buscar un candidato que sea opuesto al alcalde Remberto Estrada.

El perfil óptimo sería, entonces, mujer, ciudadana no política, y madura. El PAN buscó a la periodista Mara Lezama, que cumple con ese perfil.

[b]Candidato ciudadano y alianza[/b]

La periodista, se sabe, tiene conversaciones muy avanzadas con Morena para ser candidata a la presidencia en Benito Juárez. Sin embargo, ambos partidos han recibido la misma respuesta: aún lo tiene que pensar. Los panistas quedaron conformes con esa postura. Creen que hay posibilidades concretas de sumarla a la causa.

En el entorno de Remberto Estrada consideran que los negativos electorales de la periodista crecerían de inmediato si encabezara la alianza PAN-PRD. Entre la mala noticia que significaría esa candidatura, lo mejor sería que vaya por el PAN.

Lo ven así: en un año, Mara Lezama pasaría de ser casi candidata de Morena a candidata del PAN. Van a empezar resaltando su inconsistencia ideológica. Y van a terminar en donde haga falta. Retener Cancún es uno de los principales objetivos del partido en su estrategia nacional. Ese es el nivel de la batalla electoral inminente.


[b]El tercer invitado y el borgismo residual que acecha Morena[/b]

En el gobierno manejan desde hace mucho encuestas que muestran que la caída en la imagen del alcalde de Cancún rondaría el 40 por ciento. Esos números han dado lugar a un cierto triunfalismo un poco inexplicable. Hay quienes creen, en ese entorno, que el Verde tiene la elección perdida en Cancún.

Veamos los números: Remberto logró 96 mil votos el año pasado. Demos por cierto que perdió alrededor de un 40 por ciento de ese apoyo. Le quedarían, por poner un número, 56 mil votos. Esa es la cantidad de votos que sacó la alianza PAN-PRD en la elección de 2016. Lo mejor que tendrían hoy, entonces, sería un empate.

El tercer invitado a esa fiesta es Morena. El Partido de Andrés Manuel López Obrador es una incógnita. En la elección presidencial de 2012, AMLO logró 106 mil votos en Cancún. Es una fuerza electoral arrolladora, pero tampoco tiene candidato.

Sus números internos dicen que si Mara Lezama acepta el reto, tiene amplias posibilidades de ganar el municipio y las dos diputaciones federales. Sin embargo, si el borgismo residual se queda con ese espacio, seguramente servirá sólo para dividir el voto y que gane el Verde Ecologista.

[b]Rembert, fortalezas y debilidades[/b]

Los que analizan los datos duros, incluso en el mismo gobierno estatal, dicen que Remberto reparte entre 35 mil y 45 mil despensas al mes. Eso, más el dinero, la estructura y la operación político electoral del día de la elección, son un caudal de votos muy difícil de superar.

Esos mismos análisis también ven la otra parte. Hay un hartazgo, de ciertos sectores de poder, con la actual administración municipal. Todos los días algún empresario importante de la zona norte le manda un mensaje al gobernador para decirle que la situación de Cancún está fuera de control, y le da todo el apoyo para lo que él decida.

Un aliado de Remberto escuchó hace un tiempo, con sorpresa, las palabras del gobernador. “No hace política, no cumple los acuerdos y no se deja ayudar”, dijo el mandatario. Se refería, por supuesto, al alcalde de Cancún. Entendió el mensaje y lo trasladó.

La última palabra sobre esta batalla la tendrá Carlos Joaquín; es el único, por su posición natural, que ve todas las piezas del ajedrez. El gobernador no debe perder en la elección de 2018. Pero eso no implica necesariamente que sólo pueda ganar con los candidatos de su alianza. Los partidos políticos en Quintana Roo tienen vasos comunicantes, escasamente visibles, que a veces los hace indistinguibles a unos de otros.

No hay que perder algo de vista: la elección que le va a garantizar la gobernabilidad a Carlos Joaquín es la de las diputaciones locales de 2019. Con la mirada puesta en ese horizonte, muchas cosas inexplicables pueden suceder.


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