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Jesús Hernández Martínez
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Chetumal, Quintana Roo
Lunes 18 de septiembre, 2017

La reforma educativa es, sin duda, una de las mejores decisiones de la Federación. Con la resistencia de algunas agrupaciones de profesores, la mayoría de ellos se ha sometido a una serie de evaluaciones y, de acuerdo con reportes oficiales, la mayoría aprobó y siguen los exámenes, con lo que ya se comprobó que es un gremio bien preparado para mejorar las condiciones educativas de los hombres y mujeres del futuro.

Algunos edificios escolares en todo el país han sido reparados, remodelados o ampliados; es cierto que aún operan aulas en construcciones rústicas, improvisadas e incómodas, pero el proceso está en camino, no ha concluido y se le puede augurar un buen camino.

(La destrucción total o parcial de un número considerable de edificios escolares en el sureste del país por el reciente terremoto, es un tema aparte, no abordable por ahora).

Sin embargo, el número de alumnos en cada aula escolar de primaria, secundaria y preparatoria no ha disminuido; en la mayoría de las escuelas se asignan a cada salón 45, 50 o más estudiantes lo que provoca que los mentores no cubran los objetivos de sus programas.

Si esto es grave en el país, en Quintana Roo es crítico, pues las propias autoridades educativas reconocen que, cuando se anuncia la construcción de una nueva escuela sobre todo en el norte de la entidad, su matrícula ya está completa. En algunos puntos de la entidad aún operan aulas prefabricadas, mientras se construyen las definitivas.

La saturación de alumnos en una escuela de Quintana Roo es entendible, ya que se trata de la entidad con mayor crecimiento poblacional de toda Latinoamérica, pero por migración, no por nacimientos. A diario llegan familias de otras partes del país y del extranjero para quedarse a vivir, lo que de paso impide al gobierno ofrecer los demás servicios públicos básicos con la cobertura requerida.

La norma educativa no fija el número de alumnos que puedan estar en un salón para aprovechar sus clases. Algunos pedagogos sugieren que no sean más de 30 y, en varios estados de nuestro país, ya intervinieron sus respectivos congresos para que sean menos numerosos los grupos escolares.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, México es el líder mundial de salones atiborrados de alumnos y sugiere que los grupos escolares sean de 15 alumnos, con lo que se ayudaría a mejorar la educación. Con 45 o más alumnos, los profesores no pueden alcanzar los objetivos que propone la reforma educativa.

Se oye mal y se torna preocupante que nuestro país ocupe el primer lugar a nivel mundial con salones atiborrados de alumnos, pues ni éstos ponen la atención suficiente, ni los profesores logran impartir clases de mejor calidad.

En Finlandia, el país con mejor educación del mundo, los grupos escolares son de 15 alumnos y por grupo se hacen cargo tres profesores que, además, perciben un sueldo diez veces mayor, en comparación al de los mentores mexicanos.

El gobierno sabe que llevar más de 40 alumnos a un salón de clases repercute de manera negativa en el aprendizaje y al profesor se le dificulta atender personalmente al alumnado. En muchos casos no logra aprenderse el nombre de todos los educandos.

De acuerdo con el proceso de la reforma educativa, en la actual etapa se pide a los profesores que recaben todos los datos personales de cada uno de sus alumnos para conocerlos mejor y tratarlos con particularidad, lo cual es bueno, pues mejora la relación maestro-alumno, pero en la práctica es casi imposible si en el aula hay cerca de medio centenar de estudiantes. En realidad, la educación personalizada no ha logrado concretarse y su viabilidad será poco factible si se mantienen los grupos numerosos.

El gobierno alega que no puede crear más plazas para que, los grupos de 40 o más alumnos se dividan en dos, con ello los profesores trabajarían en mejores condiciones; se conocerían mejor los maestros y alumnos, además de crearse un clima de apoyo mutuo.

Algo deberán hacer las autoridades para mejorar la educación en México y no lamentar en el futuro los pocos resultados. Como otras actividades, la mejoría de la educación no puede verse sólo desde un escritorio, debe conocerse su realidad y enmendar los errores.

De acuerdo con los plazos de la reforma educativa, para 2018 Quintana Roo se integrará a los estados del país donde la educación preparatoria será básica, gratuita y obligatoria, lo que requerirá construir más edificios escolares y contratar más personal para los servicios educativos. Sin duda, será un reto en varios aspectos y no podrá darse marcha atrás, a menos que la próxima administración federal diga otra cosa.


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