Laura Poy Solano
Foto: Maria Luisa Severiano
La Jornada Maya

Ciudad de México
Sábado 23 de septiembre, 2017

En las colonias Doctores y Roma, el sismo de magnitud 6.1 que afectó nuevamente la ciudad de México esta mañana, no detuvo el apoyo a los damnificados ni impidió que vecinos de edificios dañados acudieran a sus viviendas para rescatar “nuestros recuerdos, los documentos indispensables y las pantallas, que es lo último que queremos dejar”.

Miriam, una de las habitantes del edificio Centauro, ubicado en la esquina de Dr. Rafael Lucio y Dr. Juan Navarro, en la colonia Doctores, se mantiene frente al ingreso principal del inmueble que sufrió daños visibles con el desplome de parte de los muros de su fachado en algunos de los 14 pisos, donde habitan 56 familias.

“El edificio resistió bien el terremoto de 1985, pero desde el pasado martes, por iniciativa de los vecinos decimos salirnos. Los elementos de Protección Civil de la ciudad de México aseguran que no tiene daño estructural, pero verlo es terrible. Ahí se quedo el esfuerzo de toda una vida”.

Junto a ella, otro vecino resguarda un refrigerador, una estufa y varias cajas donde recolectó sus pertenecías más básicas. Narra que su tía es propietaria de un departamento en el tercer piso, y por turnos de 30 minutos, se turnan algunos inquilinos para subir las escaleras que se sostienen precariamente, pues en algunos tramos, tiene separaciones de varios centímetros.

Tras el sismo, dijo, todos los vecinos nos organizamos para evacuar el edificio. Ahora estamos a la espera de ver qué nos dicen las autoridades, pero estamos todos buscando albergue con amigos o familiares. Luego del sismo de esta mañana confiesa que “estamos todos atemorizados, ciscados por tanto temblor”.

Apenas unos metros más adelante, en Dr. Juan Navarro 230, vecinos de la colonia organizaron un albergue y centro de acopio. Ahí, integrantes de Risa Terapia A.C visitaron a los niños que permanecen alojados.

Entre porras y canciones, jóvenes con rostros maquillados y nariz roja, alegraron a los menores, que sorprendidos se sumaron a los juegos organizados para ellos.

Jorge Edmundo, de 67 años, es otro de los vecinos que se ha resguardado en el albergue. De overol azul, “a lo Pepe el Toro”, dice, desayuna, mientras mira correr a los niños por todo el albergue.

Desde el pasado martes perdió su casa, en la calle de Chiapas, en la colonia Roma, a donde no ha podido ingresar por los daños visible que presenta el inmueble.

“Mi sobrina y yo estamos a la espera de que si quiera nos dejen pasar por los calcetines y los pocos recuerdos que tenemos. Pasamos varios días durmiendo en el parque, hasta que abrieron el albergue”, narra.

Con tristeza, recuerda aquel 19 de septiembre de 1985, cuando con 35 años acudió junto a cientos de voluntarios, a rescatar cuerpos del plantel Conalep que se desplomó muy cerca de avenida Juárez, en el corazón de la ciudad. “Se me agolparon los recuerdos. Ayer estaba ayudando, hoy soy yo quien necesita apoyo”.

Confía en que las autoridades determinen la condición estructural del inmueble que habita, pero sabe que los días como vecino de colonia Roma, terminaron. “Vamos a tener que empezar de nuevo. Lo difícil es hacerlo a mí edad, pero pienso, la vida nunca ha sido fácil. Estoy seguro que saldremos adelante”.

Las muestras de apoyo y la distribución de víveres, que no han parado ni un minuto, no son las únicas que se replican una y otra vez en las calles de la ciudad de México, sobre todo en las zonas más afectadas por el sismo.

En las calles de Colima y Michoacan, en la colonia Roma, una brigada de estudiantes y profesores de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) toca la puerta de un edificio reportado con daños.

Una vecina los recibe y pide que hablen con el dueño del departamento tres, desde donde reportaron los daños. Explican que hasta ayer recibieron, por medio de denuncias ciudadanas, ubicaciones de inmuebles donde su habitantes temían daños estructurales.

Nuestra visión, explica uno de los integrantes del equipo, es acudir a los domicilios y hacer una inspección básica y determinar si requiere de una revisión técnica más profunda para determinar si es habitable o no. “Muchas personas están muy temerosas de las condiciones que enfrentan sus departamentos y casas, pero luego de que les explicamos que no hay daños en columnas ni muros de carga, se quedan más tranquilos”.

Portando cascos y chalecos, con identificaciones oficiales a la vista, afirman con orgullo que cómo universitarios “vamos a estar siempre al servicio de nuestra sociedad. Y mucho más en momentos como estos".


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