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Mauricio Molina Rosado*
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Jueves 5 de octubre, 2017

Hemos iniciado plenamente un nuevo ciclo escolar, tanto en las instituciones públicas como en las privadas. Muchos estudiantes deciden iniciar una carrera profesional por gusto, es decir, porque tienen la intención/motivación de superarse y lo más lógico es que para lograr este objetivo necesiten adquirir conocimientos suficientes para desempeñarse en una profesión o para lanzarse al emprendimiento. Otros –no sé aún si los más o los menos, cuando menos en lo que se refiere a los estudiantes a los que les doy clase–, lo hacen por obligación, porque no les queda de otra, ya sea por imposición familiar, social o laboral.

Pero, ¿cómo saber si una carrera profesional otorgará el cumplimiento de las expectativas para el futuro? A diferencia de otras opiniones, considero que la realidad del país, producto del desarrollo económico, no permite asegurar que una carrera universitaria será sinónimo de un empleo (bien) remunerado o para poder emprender un negocio y, por tanto, impulsora del deseable desarrollo personal del que la estudió.

No obstante lo anterior, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) perfila que en nuestro país la diferencia de salario entre una persona con título universitario y una que no lo tiene, es mínima. Sin embargo, recuerda la OCDE, el título universitario representará una gran diferencia en las posibilidades para conseguir un empleo.

Existen, más allá de la obviedad que reflecta la vida cotidiana, algunos datos que nos deben obligar a reflexionar en este inicio de ciclo escolar: En México, anualmente egresan de los centros de educación superior unas 590 mil personas, de las cuales entre el 75 y el 80 por ciento lo hacen de una licenciatura (o equivalente) universitaria o tecnológica. También hay que mencionar que solamente cinco de cada 10 alumnos que inician una carrera logran terminarla. Igualmente, cada año se registran entre 3 y 4 millones de profesionistas titulados que no logran conseguir un empleo.

En el caso de Yucatán, de acuerdo con el Sistema Nacional de Información Estadística Educativa, se estima que anualmente egresan casi 7 mil estudiantes de educación superior a nivel licenciatura (pública o privada), que entran a competir al mercado laboral con quienes egresaron en años previos y que aún no consiguen una fuente de empleo u ocupación.

Las carreras universitarias que introducen cada vez mayores competidores al mercado son de las áreas de la administración, contabilidad, derecho, docencia, tecnologías de la información y comunicación, medicina, psicología, ingenierías industrial, mecánica y electrónica, enfermería y computación. En pocas palabras, cada vez más de los mismos, aunque, por otro lado también habría que mencionar que también es muy difícil encontrar oportunidades para quienes estudiaron carreras de nueva creación, pues el campo laboral (culturalmente) no ha generado la suficiente necesidad de estos profesionistas.

De acuerdo con el Banco Mundial la economía mexicana está desacelerando debido a los desafíos que se presentan en el entorno global. En pocas palabras, ¿qué hacemos con todos estos nuevos profesionistas, con todos nosotros, si la economía no crece al ritmo del crecimiento demográfico y, por tanto, no puede generar la demanda suficiente de todos los que se ofertan en el mercado laboral?

Tristemente, en muchos estudiantes no alcanzo a notar que se haya dimensionado esta realidad. Muchos de ellos tardarán en trazar y cruzar el límite entre su adolescencia (quizás un tanto despreocupada al amparo de terceros) y su vida adulta, en la que se enfrentarán a un mundo que no es color de rosa y que exigirá de ellos librar batallas más feroces para encarrilarse en la vida.

Con mis estudiantes, aunque a muchos no les agrade la idea, he implementado una nueva dinámica consistente en la necesidad de atender permanentemente las noticias más relevantes que se producen en los medios de ‘comunicación’ –mi materia–, describirlas en clase y, posteriormente, explicar o fijar una postura (criterio) personal al respecto. Desde mi punto de vista, esto promoverá una mayor conciencia del entorno, de la sociedad a la que tendrán que insertarse una vez que terminen su ciclo universitario, para aceptarla y entenderla y, quizás, armarse de los conocimientos, valores, inquietudes y actitudes para cambiarla desde la trinchera que les toque defender. Cada uno de ellos tiene la pelota en su cancha.

*Docente universitario de asignaturas relacionadas con las ciencias de la comunicación, activista.

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