Jesús Mejía
Foto: Facebook @OrquestaSinfonicadeYucatan
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Domingo 8 de octubre, 2017

El poder de persuasión y fascinación del legado de la música de Alemania alcanzó al público yucateco del Teatro Peón Contreras, donde la Orquesta Sinfónica de Yucatán interpretó obras de Johannes Brahms y Robert Schumann, con la participación como solista del violonchelista Leo Schmidt, todo ellos alemanes.

El director Juan Carlos Lomónaco incluyó composiciones de esa nación europea, una de ellas la Obertura Festival Académico, obra alegre, jocosa, con canciones de cerveceros como el famoso [i]Gaudeamus igitur[/i] (Alegrémonos pues) que Brahms (1833-1897) compusiera en agradecimiento por el honoris causa recibido de la Universidad de Breslau.

La obra central del recital, el [i]Concierto para Violonchelo de Schumann[/i] (1810-1856), obra maestra del romanticismo, cautivó a la audiencia por el diálogo pleno de armonías del instrumento solista con la orquesta y las dificultades técnicas en el fraseo que resolvió con soltura y entonación el chelista invitado.

Nacido en Hamburgo, con una trayectoria que impresiona por su juventud, ya que ha sido ganador de certámenes de interpretación y fue invitado por Claudio Abbado a formar parte de la Orquesta Mozart en Bolonia, Italia, Schmidt de 28 años acaparó la atención durante los 25 minutos de desarrollo de la obra.

Sin aspavientos, apenas una leve sonrisa, Schmidt colocó el violoncello como centro de atención y en tres movimientos sin pausas del concierto entabló un diálogo musical con la orquesta sin faltar esos pasajes plenos de serenidad y parsimonia propios del segundo movimiento.

Fiel a la escuela de música alemana, caracterizada por la disciplina, el rigor técnico interpretativo, la máxima entonación y calidad en el sonido, Leo Schmidt resolvió de manera impecable las partes solistas del concierto con su instrumento del siglo XVIII.

El público brindó un prolongado aplauso al violonchelista alemán, ejemplo de la vigencia e influencia de Alemania en la música, que ha dado grandes compositores como Bach, Beethoven, Mendelssohn, Strauss y Wagner, y eminentes batutas como Masur, Furtwangler, Walter y Steinberg y Karajan.

En la parte complementaria, tocó el turno a otro compositor vecino, el austriaco Franz Schubert, de quien la OSY interpretó una de las obras que le dieron carácter monumental al género sinfónico, la Novena Sinfonía conocida como “La Grande”, que marcó un paralelismo con las obras de Brahms, Beethoven y Mahler.

En cuatro movimientos, andante, allegro ma non troppo, andante con moto, scherzo: allegro vivace y allegro vivace, en un lapso de casi 50 minutos que parecieron cinco, la OSY desplegó todo el poderío sonoro de la orquesta, principalmente metales y repercusiones para dar razón de ser a la obra.

La obra compuesta en 1826 no pudo ser estrenada en vida del compositor, incluso, fue considerada de difícil interpretación, y quedó en el cajón del olvido. Pasaron 12 años para que la hallara Robert Schumann y la estrenara un año después en 1839 Félix Mendelssohn con la orquesta de la Gewandhaus, una década después de la muerte de su autor.

La música alemana refrendó en suelo yucateco su vigencia y poder de influencia. Por ello, la OSY programó para el próximo fin de semana música de otros dos eminentes compositores alemanes: la Sexta Sinfonía de Ludwig van Beethoven y el Concierto para Clarinete y Fagot de Carl Stamitz.


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