#NoEstánSolos

Paul Antoine Matos
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Miércoles 18 de octubre, 2017

La realidad del periodismo en México es más cruda de lo que parece. Sufre de tantos problemas que impiden encontrar la manera de empezar a actuar para solucionar las violencias contra reporteros, fotógrafos y comunicadores.

La Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, encabezada por el poeta Eduardo Vázquez, realizó el Encuentro de Periodistas #NoEstánSolos en la Feria Internacional del Libro del Zócalo. Acudieron más de 50 personas: jóvenes que apenas empiezan o experimentados de guerras centroamericanas, africanas o asiáticas, extranjeros corresponsales en el país, de los estados con más crímenes contra la libertad de expresión (como Veracruz, Tamaulipas o Guerrero) y aquellos que están más seguros como Yucatán, periodistas golpeados como Karla Silva de El Heraldo de León, encarcelados como Pedro Canché de Quintana Roo o Jesús Lemus de Reporte Índigo, la familia y amigos de Javier Valdez Cárdenas (asesinado en mayo en Culiacán, Sinaloa) y de Rubén Espinoza (asesinado en julio del 2015 en la colonia Narvarte, de la Ciudad de México, tras huir de Javier Duarte en Veracruz).

Los problemas son diversos, según se dijo durante el Encuentro. En el aspecto educativo se mencionó que el 70 por ciento de los reporteros son empíricos, que se han formado sin preparación alguna, además de que se necesita mayor capacitación en temas de investigación, seguridad y protección, legales, financieros y laborales.

Sobre la situación financiera y laboral, carecen de prestaciones, los directivos de los medios aplican una autocensura para evitar perder convenios con autoridades y empresas (los gobiernos amenazan con cortar la publicidad si se toca un tema que le sea incómodo), las familias de los periodistas asesinados quedan en desamparo. Por la necesidad, muchos reporteros recurren al chayo, pactos en lo oscurito para recibir dinero y escribir notas a favor de un funcionario público.

En materia de seguridad, se estableció que la violencia, las agresiones y los asesinatos de los periodistas deben terminar. Sin embargo, se consideró que ocurren por la responsabilidad de un Estado que simula las acciones a favor de la libertad de expresión y que poco o nada hace para castigar los crímenes, porque en muchas ocasiones es el mismo Estado el que es parte de las agresiones.

Patrick Timmons, periodista y abogado especializado en delitos contra la Libertad de Expresión, afirma que “exigimos demasiado de nosotros, pero las exigencias deben canalizarse hacia el Estado”. En Colombia, menciona, existen mecanismos internacionales de Derechos Humanos que protegen a los periodistas.

La defensa de los periodistas es un movimiento legal que debe ser también un movimiento social, dice.

Griselda Triana, viuda de Javier Valdez Cárdenas, periodista asesinado el 15 de mayo, expresa que es preocupante lo que ocurre con la familia tras el crimen, pero también considera que los periodistas sirven más a la sociedad vivos, no muertos. De su esposo dijo que “era un suicida con vocación” por lo que él nunca se iba a ir de Sinaloa a pesar de la insistencia de su familia, por lo que sólo fue silenciado cuando lo mataron.

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