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Jhonny Brea
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Miércoles 22 de noviembre, 2017

"¡Si no vamos a salir de compras, llévanos de paseo!”, fue la demanda de La Xtabay que hizo que se rompiera uno de mis guantes mientras lavaba un refractario –ustedes saben, las ocupaciones propias de mi sexo–, pero bueno, había que concederle que una cosa es defender la cartera de El Buen Fin y otra quedarse encerrados en casa.

No es que en casa no se necesitara nada, pero tras hacer una limpieza de la bodega resultó que tenemos, completamente nuevos, dos exprimidores de cítricos, una licuadora, una sandwichera, un tostador de pan, dos batidoras, una vajilla, precisamente los dos refractarios que estaba lavando, y hasta dos botellas de whisky, producto de buenos fines pasados. Si acaso, habría buscado mi plancha de vapor, pero ni vi ofertas ni me atrajo ir a alguna tienda nada más por eso.

Teniendo en cuenta tanto el puente como los recursos limitados, proclamé como buen macho omega grasa en pecho, espalda peluda, nalga de altiplanicie y abdomen de lavadora, una plan para cada día: la consabida visita a la réplica de la Capilla Sixtina, ir al zoológico.

El sábado nos animamos a llegar hasta la avenida 128, y creo que llegamos a muy buena hora porque pasamos casi de inmediato. Hasta la chica que estaba controlando la entrada nos platicó que fue un respiro porque después estaban programadas las visitas de un par de grupos religiosos, que llevarían como a 200 personas cada uno, y en efecto, en lo que esperábamos nuestro turno, el aforo se llenó.

La verdad aquí el Ayuntamiento se organizó bien. Lo de los boletos por Internet ayuda muchísimo a mantener el orden. Eso sí, ya adentro, todo cambia. La primera escala es un vestíbulo lleno de pantallas que de repente queda en oscuridad total. Honestamente ya me estaba esperando el mensaje de Mauricio Vila dedicado al, literalmente, público cautivo, que quedaría convencido de su buen gobierno al estilo Naranja Mecánica, pero siquiera la proyección fue sobre la historia de la elaboración de las pinturas y hasta a La Cutusa le gustó.

Ahora, en la capilla, nos ganamos la tortícolis, y aunque la explicación es bastante agradable, quedamos con la sensación de que nos estaban correteando para que ingresara el siguiente grupo, tanto que ni ánimos de detenernos para comprar un recuerdo nos dieron.

Con el parque del Centenario en remodelación, el domingo se impuso ir a Animaya. La idea era darle un premio al Kizín porque salió bastante bien en la escuela y por primera vez su conducta no es factor en la disminución del promedio. Sin embargo, parecía que al pobre lo estábamos castigando.

Resulta que en Animaya todas las atracciones tienen horario y por lo mismo, no hay nada; y menos ahora que el Centenario está cerrado. Llegamos a las 10 y media y para esa hora ya estaban agotados los boletos para el barquito, pero, según la chica, todavía podíamos alcanzar el trenecito y ahí me lancé a conseguir las entradas.

“Se aborda en el área de los lirios acuático”, me dijo el de la taquilla, muy amablemente. Llegué al criadero de mosquitos justo cuando salía el tren de las 11, así que, sin más remedio, me formé en la cola.

Quien diga que Animaya es el mayor asoleadero de Mérida no hace más que decir lo evidente y el parque, insufrible. El dichoso trenecito sale cada 20 minutos, pero nada más lleva a 44 personas, y el domingo fue necesario esperar una hora en la fila para poder abordar. Mientras, El Kizín se puso impertinente y ya quería irse; viendo que no era el único niño con esa experiencia, le pedí a La Xtabay que lo llevara a los juegos acuáticos mientras me quedaba esperando.

Finalmente logramos subir y nos disponíamos a disfrutar el recorrido. Respiré y me dije “voy a ver verde”, y se cumplió: el de la pared de tablones pintada de ese color a la derecha, y el de la reja que limita el foso de los animales a la izquierda, y el paseo dura 10 minutos exactos. Honestamente, prefiero el trenecito del Centenario. Es más rápido y aunque el recorrido es más corto, también es cinco veces más barato.

No sé ustedes, pero a Animaya sólo regreso cuando sea Noche de Estrellas o como se llame el programa.

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