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Juan A. Xacur M
Foto: Infoqroo
La Jornada Maya

Chetumal, Quintana Roo
Jueves 30 de noviembre, 2017

La fisonomía de las ciudades normalmente queda marcada desde su fundación, por el entorno geográfico y por la cultura que las crea.

París se fundó en la isla de Francia, abrazada por el río Sena. La Ciudad de México, en un islote en medio de un lago; Roma, a los costados del río Tíber y en medio de siete colinas. Venecia, en decenas de islotes.

Algunas se fundan por la necesidad de un grupo humano de tener un asentamiento fijo, y otras lo han hecho de manera planificada (San Petersburgo o Brasilia), como una demostración del poderío de una nación. En estos casos, fueron contratados los mejores arquitectos e ingenieros disponibles para lograr urbes que muestren al mundo la prosperidad de sus naciones.

Algunas crecieron en la total anarquía, con callejuelas irregulares y pequeñas que fueron, como en el caso de Roma, corregidas a raíz de un enorme incendio, circunstancia aprovechada para trazarlas de nuevo. Otras, como París, fueron reordenadas por decreto: el emperador Napoleón III decidió que París tenía que ser la ciudad más bella del mundo y ordenó la demolición de todo tipo de edificios y viviendas para que se crearan plazas y avenidas muy amplias que dieran realce a los jardines. Pero al mismo tiempo, se reglamentó la altura de las edificaciones, el tamaño y forma de las ventanas y que éstas estuvieran al mismo nivel todas en cada calle, lo que hace que la vista descubra con facilidad las líneas de perspectiva que le dan espectacularidad a la llamada Ciudad Luz.

La Ciudad de México, durante los años 70, también fue trazada de nuevo con los modernos ejes viales que la cruzan de lado a lado, con lo que se le dio a la ciudad no sólo una nueva imagen, sino que se le facilitó la circulación a sus habitantes.

Mérida, en Yucatán, ha deseado prolongar su más famosa avenida, el Paseo de Montejo; a pesar del trazo original, sí se ha prolongado en varios kilómetros al norte. Sin embargo, al sur y hacia el centro sólo avanzaron 100 metros.

Las ciudades se remodelan no sin sacrificios y sí con enormes inversiones. Se sacrifican viviendas y edificios y toda clase de negocios para reubicarlos y hacer que la fisonomía general mejore. Hay requisas feroces o también generosas indemnizaciones, según el caso.

Pero también hay casos, como el de Roma, en que una hecatombe procura la oportunidad de un cambio. Eso ha ocurrido también en Londres tras el gran incendio del siglo XVII. Y en Chetumal se pensó, al menos después del paso del huracán Janet, que había que cambiar la ciudad a la parte alta de la costa, en donde hoy crece la mancha urbana.

Chetumal es una ciudad bien trazada geométricamente desde sus inicios, aún cuando en su primera época las construcciones se hacían de madera, a imitación de las del vecino país de Belice. Por suerte, no imitaron la zanja a cielo abierto, en medio de las calles, para servicio sanitario.

Amplias avenidas, camellones centrales, largo y serpenteante boulevard costero caracterizan a Chetumal. Y de este trazo general tan sólo hay una zona que no se ajusta, la Polígono, hecho como tipo súpermanzana de Cancún. Pero el resto de la ciudad, desde el centro hasta la periferia, responde a cuadros y líneas regulares.

Cuando la avenida Insurgentes fue hecha en los 70s del siglo pasado, probablemente se pensó que sería como el anillo periférico de la ciudad, y en sus costados se otorgó o vendieron grandes terrenos que impiden la continuación de muchas avenidas que transcurren desde el llamado centro. Y digo llamado centro, porque la Héroes y el Palacio de Gobierno no están en el punto central de la ciudad, sino a un costado.

En México como en España, las ciudades crecieron alrededor de una iglesia, parque, mercado, oficinas públicas o comercios. Y este modelo se copiaba en los poblados de los alrededores y con el tiempo se fueron juntando haciendo barrios y colonias. Este modelo no se siguió en Chetumal porque nació como un puerto-frontera que además, no era la capital. En 1902, cuando surge el Territorio Federal se otorga a Chan Santa Cruz de Bravo, hoy Felipe Carrillo Puerto, el estatus político capitalino y se crea un importante puerto cercano Vigía Chico, como sitio de entrada al nuevo Territorio en tanto que el lejano Payo Obispo, hoy Chetumal, sigue en esa primera década del siglo XX como punto fronterizo de vigilancia aduanal y por tanto sus construcciones se hacen cercanas a la costa y al río Hondo, frontera internacional, para facilitar su labor.

En junio de 1915, el gobernador constitucionalista de Yucatán decide devolver Felipe Carrillo Puerto a los mayas, y ordena la reubicación de las tropas en Payo Obispo, y es cuando se hace necesario la construcción de cuarteles y edificios administrativos: estas nuevas edificaciones se hacen frente al mar, junto a la aduana. De esta manera comienza el lento crecimiento de Chetumal, sólo acelerado en los años treinta bajo el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, el jalón definitivo que le otorgó el decreto de Zona Libre del 30 de junio de 1972 y la posterior conversión de Quintana Roo en Estado en 1974. En la época del presidente Cárdenas se construyen los bellos edificios de la Escuela Socialista Belisario Domínguez y el Hospital Morelos, orgullo de la ciudad hasta el día de hoy.

En la época del primer gobierno estatal hubo una gran preocupación por crear edificios dignos del nivel de una capital, es cuando se hace el edificio del Congreso del Estado, aunque tristemente se demolieron la escuela Álvaro Obregón, y las glorietas centrales de la avenida de los Héroes. Pero se dio drenaje pluvial a la calle principal y una remodelación para ocultar las líneas eléctricas.

Desde entonces se ha vuelto recurrente el tema en la ciudad de la remodelación del centro, más aún por lo inacabada y olvidada.

Para mí, no está muy claro el sentido del asunto de la remodelación. Entiendo que hay una sentimiento de que “todo tiempo pasado fue mejor” y tal vez se refieran al más o menos importante comercio de las tres últimas décadas del siglo XX y que terminó cuando el resto del país pudo importar lo que únicamente compraban aquí. Si ese es el sentido, reactivar el comercio, entonces el asunto va más allá del aspecto general de la calle, y habría que entrar a otros tópicos que son muy delicados como por ejemplo la percepción ciudadana y la concepción empresarial y sobre todo la postura del gobierno en general que ve en los comercios y negocios un ámbito al cual incordiar con todo tipo de requerimientos que me hacen recordar aquella frase de Carlos E Castillo Peraza: “Burocracia es el arte de convertir lo fácil en difícil por medio de lo inútil”. Y conste que en la época de don Carlos las trabas al trabajo emprendedor aun no inventaban los requerimientos ecológicos, ni los cobros por cada trámite inútil con que se exige a quien trabaja.

Baste un botón de muestra: en aquella época el acta de nacimiento era única y vigente por toda la vida, ahora hay que actualizarla cada vez, con su pago claro.

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