Texto y foto: La Opinión de Quintana Roo
La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Sábado 20 de enero, 2018

La visita a Cancún del precandidato del PRI a la Presidencia de la República, José Antonio Meade, fue, sin duda, un acto fallido.

Desde el armado de la agenda, pasando por logística de los eventos, hasta el desangelado acto popular en el Toro Valenzuela, todo se conjugó para que el candidato del priismo demuestre porqué está en tercer lugar de las encuestas, y cayendo.

El problema empezó con la agenda, que privilegió la zona hotelera con eventos fuera de lugar.

El primer acto público fue un mensaje a medios de comunicación en el asta bandera de la zona hotelera. La única razón para que el mensaje se hiciera desde allí puede haber sido la imagen que se quiere generar. Pero el impacto fue devastador.

A alguien del staff de campaña se le ocurrió que la mejor forma de proteger al candidato de los medios de comunicación era encerrarlos a éstos en un corralito. Allí se inició un malestar que ya no terminaría, y que dejaría entrever un candidato lejano e incapaz de enfrentar a la prensa de manera abierta.

El mensaje, básicamente, fue la presentación de una iniciativa anticorrupción, para aumentar las penas de los funcionarías públicos, y que éstos demuestren cómo se dio la progresión de su patrimonio.

Ese mensaje lo emitió minutos antes de reunirse con la multimillonaria clase política del priismo local. Un error de timming insólito.

[b]Reunión privada[/b]

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La reunión con la estructura priista fue privada, en el hotel Urban Krystal. Allí otra vez surgieron los errores logísticos.

En ese evento, se tomó la decisión de que a un lado del candidato se pusiera a una persona cuadraplejica, en sillas de ruedas. Y nadie entendió qué significaba ese mensaje.

Normalmente, ese tipo de actos demagógicos se realizan en las campañas abiertas (Enrique Peña Nieto hizo algo así en Quintana Roo, en los años dorados de Roberto Borge, cuando subieron a bailar al templete a un apersona con muletas) pero no se entendió qué se buscaba al hacerlo allí.

El foro que tenía en frente José Antonio Meade en esa reunión (alcaldes, dirigentes partidarios, funcionarios, servidores públicos que ganaron sus puestos con votos; la base de la estructura partidaria, digamos) no necesita ser sensibilizada.

A esa estructura, se supone, no hay sacarle lágrimas; sino esfuerzo y resultados.

Ni siquiera el mensaje del candidato apuntó a ello. Según varios asistentes al evento, se trató de un mensaje insulso, que parecía no ir destinado al contexto en el que se daba.

En una campaña tan cuesta arriba como la de Meade, la única forma de “sensibilizar” a esos políticos, es hacerles entender que las cabezas de todos están en juego.

[b]Pescadores inexistentes[/b]

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A las. 13:30 horas del viernes se agendó un “Encuentro con pescadores en Playa Delfines”.

Una hora demoraron los encargados de la campaña para darse cuenta que en Playa Delfines no iban a encontrar ningún pescador. Alguien en la Ciudad de México imaginó, erróneamente, que la imponencia del mar en esa playa no podía estar desprovista de la pesca.

También se dijo que allí el precandidato caminaría y hablaría con la gente. En plena temporada de invierno, y en día de semana, muy probablemente más del 80 por ciento de quienes estaban en ese momento en Playa Delfines, eran extranjeros. No era el lugar para placear a un candidato.

Previsiblemente, el acto suspendió.

[b]"Toro" Valenzuela[/b]

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El acto final mantuvo el mismo tono.

La militancia priista que se dio cita en el Toro Valenzuela, fue escasa y fría. No hubo pasión, no hubo interés, y se notó demasiado poco compromiso de la estructura para llenar el lugar.

En síntesis, el final de una muy mala jornada para José Antonio Meade.

Algo está pasando con el PRI. Luego de aquella fabulosa creación de un candidato, que culminó con la llegada de Enrique Peña Nieto al poder, parece que tricolor se ha quedado sin reflejos, y comete errores de novatos.

[b]Raymundo King[/b]

En los eventos del precandidato, el Presidente estatal del PRI, Raymundo King, tuvo un papel estelar y equívoco.

En el asta bandera de la zona hotelera debieron quitarlo descortésmente del lado del precandidato, mientras éste emitía su mensaje. Raymundo quiso robar cámara en un mal momento. La imagen ya dio vuelta por todo México.

Más tarde, cometería otro error en el evento del Toro Valenzuela, a donde se dio cita la militancia priista

Al presidente estatal de PRI le tocó el papel de levantar a la militancia con su discurso, de prepararlos para el éxtasis que sería la llegada del candidato. Pero ninguna de esas dos expectativas sucedió.

Su discurso ante la estructura en la reunión privada, fue aún peor. Casi sin otro consenso para mantenerse en su cargo que la resignación y la necesidad de que el tiempo pase, Raymundo King no generó nada entre sus compañeros de partido.

Los priistas ya han comenzado a destruirlo en las redes sociales.


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