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Eduardo Lliteras Sentíes
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Lunes 22 de enero, 2018

Ya se sabe que prometer no empobrece. Y más en política, donde las promesas se hacen con dinero de los demás, de los ciudadanos; que además pagan todos tus bots para que te aplaudan en la transmisión en vivo vía Facebook.

Mantener en el poder a su grupo político a través de promesas, eso es lo que nos propuso sustancialmente el gobernador Rolando Zapata, además del anuncio de efecto de sus ocho acciones en los próximos meses electorales realizado precisa –y no casualmente- en el corazón de las precampañas. Por si había duda de que el candidato en campaña permanente siempre ha sido él. Y que los demás, son lo de menos.

La falta de voces críticas añade e impide al gobernador escuchar otra versión distinta a ese monólogo que él quiere ver convertido en su “legado”, cual Carrillo Puerto del siglo XXI. Pero ya se sabe que a las palabras se las lleva el viento, y las obras de los hombres son perecederas, y más las de nuestros gobernantes. A lo sumo, dejan en la memoria una placa mohosa, que carcome la humedad voraz de Yucatán, sin misericordia. Así pasan los gobiernos y sus personeros, los que acaban quizá en Cuba, quizá en alguna hacienda bajo la sombra de una frondosa ceiba.

El gobernador y su grupo pretenden seguirse manteniendo como el poder tras el trono a través de la promesa de un “futuro brillante” para Yucatán, sin pobreza extrema, y de crecimiento e igualdad. Nada menos, esa es la utopía rolandista, basada en el consenso empresarial y de los factores del poder real, a través del crecimiento de los buenos negocios y del control de la inseguridad que devora al país. Para el resto de la población, buenas promesas para los próximos cinco o 10 años, asegurando que se han puesto los cimientos de un mejor porvenir, y de que todo estará mejor, porque él lo dice, gracias al capitalismo de cuates e invitados extranjeros al convite.

Hay que ir por más a través del “Proyecto Yucatán”. De consolidarlo, en los próximos cinco o 10 años, advirtió el gobernador anticipando que su grupo seguirá gobernando junto con él los próximos dos sexenios.

Es una promesa de desarrollo para todos, partiendo de la base de que algunos hacen muy buenos negocios en el estado y de que, según el manipulado Coneval, aquí las cifras de pobreza extrema disminuyen a niveles históricos.

El gobernador buscó convencer al electorado joven con promesas: hoy podemos decirle a los jóvenes que confíen en su futuro porque están llegando más empresas y mejores empleos mejor pagados, afirmó.

Y claro, prometió acabar con la pobreza extrema, algo que prometió también en su momento el presidente Enrique Peña Nieto: hoy podemos plantearnos nuevos retos, si hemos logrado reducir la pobreza extrema a su mínimo histórico, si mantenemos este ritmo en 10 años podríamos erradicarla por completo, cumplir con la aspiración de justicia social de Alvarado y Carrillo Puerto, sentenció el nuevo profeta de la justicia social de Yucatán.

Esa es la utopía con la que se despide Rolando Zapato Bello, en uno de los estados más pobres del país y una de las regiones del planeta con mayor desigualdad, sometida a graves problemas ambientales por el crecimiento económico y el modelo económico depredador.

La realidad es que empezó la inaplazable cuenta atrás para irse de Palacio de Gobierno, según reconoció: restan 252 días para el fin de su administración.

Eso sí, gesticulando con fuerza, aseguró que éste no es un año de salida, ni para mantener las inercias, ya que es un año electoral. Y no pueden bajar la guardia, ni mucho menos el monitoreo a través de Hacking Team y en los retenes.

La utopía rolandista, “el ideal de la realidad”, pasa por mantener su legado, el “Proyecto Yucatán”, el que según aseguró ha dado pasos firmes hacia el ideal de un desarrollo equilibrado, en el que la economía crece y la pobreza disminuye. Nada menos.

Por si fuera poco, recordó que fue nombrado el mejor gobierno subnacional en la aplicación eficiente del presupuesto, según el Banco Interamericano de Desarrollo.

Y claro, concluye su gobierno con la misma retórica con la que lo inició en materia de lucha feroz a la corrupción. Dijo que se han dado pasos firmes para combatirla con la constitución del sistema estatal anticorrupción, el que aseguró, es un sólido andamiaje jurídico construido a través del diálogo con la sociedad civil. Esto le dará mayor certeza al proceso de rendición de cuentas, según aseguró, aunque el que tendrá certeza será él y su gobierno, tras el nombramiento de Enrique Goff Ailloud como fiscal.

Por supuesto, no podía dejar pasar la oportunidad para expresar su opinión, sobre en quién deben depositar los yucatecos su confianza en 2018: “Será un año en el que el pueblo de Yucatán y México tomarán importantes decisiones en la conformación de sus instituciones para el futuro inmediato a través de un profundo ejercicio de reflexión consigo mismo”.

Y advirtió: “Yo, como yucateco que quiere a su tierra, estoy seguro que la gran sabiduría de nuestro pueblo sabrá tomar las decisiones que nos mantendrán en el rumbo; con el rumbo de un modelo con un desarrollo, exitoso, paz social, y de eficaz abatimiento de los factores de pobreza”. Es decir, voten por mí y mis pupilos.

Eso sí, prometió que garantizará en todo lo que a él compete que el proceso electoral se desarrolle con estricto apego a la ley. ¿Será así? Está por verse.

A lo largo de su quinto informe, el gobernador no paró de hacer declaraciones que no tienen respaldo en la realidad, como que en Yucatán sus habitantes saben qué se hace con su dinero.

El resto se le fue en frases que no dejan lugar a la duda respecto a su respaldo a sus dos candidatos a la gubernatura y a la alcaldía: al ex titular de la Sedesol y al actual secretario de Educación. Por ejemplo, en materia de lucha a la pobreza aseguró que pasamos del lugar nueve al 13 en la medición de la pobreza extrema. “La pobreza nos sigue lacerando pero díganme ustedes si no vamos por el camino correcto”, aseguró.

Y exultante afirmó: “Estos son resultados históricos. Igual con la educación: somos el cuarto estado en reducción de población con rezago educativo. La cobertura es del 100 por ciento en Yucatán”.

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