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Giovana Jaspersen
Foto: Facebook @esayescuela
La Jornada Maya

Viernes 23 de marzo, 2018

Los trayectos de Mérida a Progreso en ferrocarril fueron inaugurados, después de 24 años de gestiones, en 1881. Con ello se marcó un nuevo periodo de industria y comunicaciones en la península, que junto con el auge henequenero, la modernización y el comercio, hicieron proliferar las líneas de trenes. Así, vino el crecimiento de la ciudad y el proyectar la construcción de una Estación Central de Ferrocarriles de Mérida, inaugurada en 1920 con un estilo neocolonial; esta fue la sede de los servicios ferroviarios públicos hasta 1974. Después de su abandono, desde el 2004, es ocupada por la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY), teniendo una nueva vida, viva.

En Yucatán, el tren sigue siendo parte del paisaje sonoro, forma amalgama sólida con eventos que quedan en la memoria, como si se sincronizara con la vida de todos. Por ello, aún para las nuevas generaciones que no viajaron en tren pero ocupan hoy la antigua estación, no es difícil imaginar los andenes en movimiento con las familias abordando el Tren a Campeche o cualquier otro destino. Los casi 15 vagones que hasta el mes de febrero aún se asomaban como sobrevivientes de un tiempo y entre la maleza, detrás de las aulas, junto con las rieles y las altísimas viguerías, nos hacían imaginar las despedidas.

Ayer, sin embargo, los trenes dejaron de ser nostalgia, cuando el ejercicio de imaginación motivado por el Gobernador del estado tomó un nuevo rumbo, al iniciar formalmente las obras para transformar la ESAY en la Universidad de las Artes, en el mismo espacio del que salieran los trenes hace casi 100 años. El jefe del ejecutivo llevó a los asistentes, desde la imaginación, a ver más allá de las rieles y transitar por un futuro con trece mil metros de jardines, intercalados con otros seis mil metros de aulas; que generarán en conjunto un campus abierto, al alcance y disfrute de todos.

Con una inversión de 50 millones de pesos, la Universidad de las Artes que se fragua desde hace tiempo, ayer dio sus primeros pasos, en un evento fresco y festivo, en el que los estudiantes aplaudían el enorme esfuerzo de gestión de su director el Mtro. Enrique Martín Briceño, tanto como la memoria de su predecesora la Mtra. Beatriz Rodríguez Guillermo (QPD), cuyo esfuerzo se reconoció de pie y en palabras de un Secretario de Innovación y Tecnología con voz quebrada en el recuerdo, pero orgullosa en la materialización del esfuerzo.

La orquesta Gustavo Río mostró el resultado de la formación de las nuevas generaciones y el entusiasmo de los jóvenes al mencionar los nuevos espacios para las diferentes áreas, fueron tanto razón como explicación del empeño.

Y es de reconocimiento doble pues cuando un estado invierte en educación está invirtiendo en futuro, pero cuando esto se mezcla con la cultura y las artes, no se trata de inversión sino de construcción, se forja una realidad distinta. Y ¿qué quiere decir ello? Que se comprende que el suelo en el que andamos todos a diario es nuestra cultura, probablemente único capital estable de nuestro país, que alimenta el turismo y sustenta la economía. Que la formación y respaldo del talento, es también sembrar ahora la agenda cultural del futuro, y reconocer que el capital creativo es también materia de innovación y mañana.

Además de ello, el proyecto de la Universidad de las Artes, como un campus abierto y transitable, en el que se produzca y consuma cultura y forme parte de la agenda pública y social, nos habla de un empeño de extensión universitaria que va mucho más allá del aula y la formación, para incidir de forma directa en la ciudadanía y en la apropiación del espacio público. Esto además, de la incorporación del patrimonio industrial como continente de procesos y expresiones culturales contemporáneas, como ha sucedido en diversos países del mundo, con enormes resultados.

Cuando se construyó la antigua estación central, contribuyó al auge de la zona que entonces se consideraba el nororiente de la ciudad de Mérida y que hoy todos conocemos como “La Plancha”; hoy, con el Plan Maestro en el que se inserta esta universidad, las áreas verdes, centros de documentación e investigación, fondos documentales, museos, galerías, teatros y salas de concierto, serán combustible para la reactivación de toda la zona urbana que circunda el proyecto, una inyección de dinamismo cultural. El de la participación ciudadana en y desde la cultura.

Cuando la queja general en el país es la falta de apoyo en educación y cultura, Yucatán se levanta orgulloso desde sus raíces y sus jóvenes, para construir ciudadanía cimentada en la cultura, mostrando que el futuro puede también construirse de forma distinta. ¡Enhorabuena!

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