Inicia INAH obras de rescate en zona arqueológica de Kulubá

Juan Manuel Contreras
Fotos: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Martes 27 de marzo, 2018

Los estilos arquitectónicos Puuc y Chenes convergen de forma majestuosa en el sitio arqueológico de Kulubá, ciudad maya localizada al oriente de Yucatán, cuya posición estratégica la colocó entre las urbes prehispánicas de mayor importancia económica y comercial durante el período clásico tardío.

Sus grandes edificios y centros ceremoniales dan cuenta del fructuoso pasado de la zona, pues a pesar de que muchos están cubiertos por maleza, el paso de los siglos no ha evitado que propios y extraños queden cautivados por lo sublime de sus colosales estructuras.

Ayer por la mañana dieron inicio las obras de rescate y conservación del sitio, que colocarán de nueva cuenta a la zona como elemento de gran relevancia para la península, ya que pasará a formar parte de las 18 zonas arqueológicas visitables del estado y permitirá una reactivación de la economía en los municipios circundantes.

La ceremonia fue encabezada por el gobernador del estado, Rolando Zapata Bello, quien asistió en compañía de su hija Monserrat. Asimismo, integraron el presidium Diego Prieto Hernández, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y Saúl Ancona Salazar, secretario de Fomento Turístico del gobierno del estado.

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También asistieron Eduardo López Calzada, delegado del INAH en Yucatán; Giovana Jaspersen, directora del Museo Palacio Cantón; Jorge Alberto Vales Traconis, presidente municipal de Tizimín; Liborio Vidal Aguilar, diputado federal por el primer distrito; María del Perpetuo Socorro Azcárraga, coordinadora nacional jurídica del INAH, y Alfredo Barrera Rubio, director del proyecto Kulubá.

Al encuentro también acudieron los habitantes de los poblados aledaños, cuyos rostros denotaban gran emoción, al enterarse que los vestigios de sus antepasados serán restaurados y puestos a disposición de los interesados en conocer más a fondo la milenaria cultura maya durante su apogeo, antes de la Conquista.

Ubicada a 212 kilómetros de Mérida, a 52 de Valladolid y a 37 de Tizimín, el acceso a la antigua urbe prehispánica resulta un tanto accidentado, por ahora. Sin embargo, en las próximas semanas darán inicio los trabajos de conservación y puesta en valor del sitio arqueológico, que entre otras cosas incluirá una mejora en cuanto a la infraestructura para llegar al sitio.

“La experiencia turística supone no sólo esparcimiento, el ocio y la distracción; supone algo más allá, consiste en establecer lazos comunicantes con las poblaciones receptoras, con sus tradiciones, costumbres y legado histórico”, afirmó Ancona Salazar, al dirigirse a los asistentes.

El funcionario estatal señaló que desde inicios del siglo XX, el turismo en Yucatán ha tenido un elemento primordial que le ha permitido un óptimo desarrollo en beneficio de sus habitantes: su patrimonio arqueológico. Ahora, en pleno siglo XXI, apuntó que es imposible concebir un avance del sector turístico sin este elemento tan característico de la región.

“El estudio, la conservación, restauración y preservación de los sitios arqueológicos, garantizan un proceso de enseñanza-aprendizaje para el explorador, para el viajero, para el turista de ayer, de hoy y del futuro”, expuso el secretario.

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Recordó que fueron más de 2 millones los paseantes que visitaron sitios arqueológicos yucatecos el año pasado, y esto lo atribuye a la promoción que éstos han tenido tanto a nivel nacional como internacional.

“Siempre da energía encontrarse ante la majestuosidad de los vestigios de la gran cultura maya de ayer y de hoy”, dijo el antropólogo Diego Prieto Hernández, en su intervención.

“Estamos en Yucatán, un lugar ligado a la historia del planeta Tierra desde aquella gran crisis que dio lugar a la caída de los dinosaurios y el ascenso de los mamíferos, y que más adelante daría lugar a este gran tronco civilizatorio que ha sido la cultura maya”, indicó.

El académico señaló que Kulubá es uno de los pocos sitios arqueológicos al nororiente yucateco que aún conserva su arquitectura en pie, pues la conforman más de 20 estructuras y está calificada en el Atlas Arqueológico como una de las ciudades más importantes de la región.

Prieto Hernández explicó que gran parte de los monumentos arqueológicos de la antigua urbe se encuentran en el rancho Kulubá, con más de 200 hectáreas recientemente adquiridas por el INAH -por 7 millones de pesos-, para garantizar la certeza jurídica y continuidad a los procesos de investigación, conservación y puesta en valor del sitio.

El investigador detalló que, como consecuencia del convenio, se fortalecerá el apoyo entre los tres niveles de gobierno para realizar acciones que propicien el desarrollo de la infraestructura cultural bajo una política de desarrollo social que mejore la calidad de los servicios ofrecidos al turismo.

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“Por ello es altamente significativo que firmemos el convenio, para dar lugar al programa de aprovechamiento de los sitios arqueológicos para el impulso del desarrollo cultural, turístico y social en el estado, que son derivados de recursos generados por las mismas zonas arqueológicas, lo cual garantiza un grado de sustentabilidad en su manejo y operación”, consideró.

Son cinco proyectos estratégicos que serán beneficiados con el acuerdo: la zona de Chichén Viejo, en Chichén Itzá, un proyecto prioritario para ambas instituciones, pues se pretende ampliar el espacio visitable de la zona más concurrida del estado de Yucatán y la segunda de México.

También se beneficiará Izamal, en donde se contemplan proyectos de conservación, principalmente en el edificio Kinich Kak Moo. De igual forma, en Dzibilchaltún realizarán acciones de exploración en la plaza sur y trabajos en el Templo de las Siete Muñecas y el museo.

En Uxmal, proponen impulsar trabajos de exploración en la estructura del palacio del gobernador y consolidación y restauración de su costado oeste. Y finalmente; Kulubá, en donde realizarán trabajos de exploración en el núcleo central y de acceso al sitio para su apertura próxima, con el fin de que pueda sumarse a las 17 zonas arqueológicas abiertas al público en Yucatán.

“El rescate y conservación de la zona arqueológica va mucho más allá de las 221 hectáreas que abarca esta área. Es un rescate de nuestra identidad y de nuestro pasado, que se convierte en presente y futuro”, afirmó el titular del Ejecutivo del estado durante su discurso.

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“Si Kulubá fue en su momento de auge una ciudad de importancia comercial y económica en la región, este rescate le permitirá volver a serlo”, añadió.

En Yucatán, han pasado 18 años desde que se realizaron las últimas labores de rescate y apertura al público de una zona arqueológica, dijo en referencia a Ek Balam. Dicha ciudad prehispánica ya se ha posicionado con la tercera con mayor afluencia turística en el estado.

Posterior a la ceremonia, el arqueólogo Alfredo Barrera, quien lleva 18 años trabajando en el sitio y es responsable del proyecto, ofreció un recorrido por el perímetro en donde se realizarán las investigaciones.

Barrera Rubio explicó que Kulubá fue uno de los sitios de mayor importancia durante el apogeo de Ek Balam y Chichén Itzá, motivo por el cual posee influencias arquitectónicas de ambas ciudades.

“Cuando Chichén Itzá estuvo en apogeo, Kulubá se convirtió en un enclave para sus habitantes. Eso lo podemos comprobar arqueológicamente gracias a la arquitectura y los materiales como la obsidiana, cuyas características eran similares a las de la ciudad vecina”.

Estos vínculos también se evidencian en la cerámica, pues la hallada en la zona pertenece al complejo de Sotuta, lo que indica que fue un punto estratégico durante el período clásico tardío para Ek Balam, y durante el clásico terminal, en el caso de Chichén Itzá.

Según investigaciones, el sitio data del período preclásico superior, alrededor del año 300 antes de Cristo. Luego encontraron ocupaciones del clásico temprano; pero el apogeo se dio en el tardío y el terminal; entre el 600 y el 1050 después de Cristo. Todo parece indicar que la ciudad se abandonó en el período posclásico.