La escuela, un espacio para la manipulación

Óscar Muñoz
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Jueves 5 de abril, 2018

En una sociedad como la nuestra, la democracia participativa requiere siempre que la población reúna sus recursos intelectivos para formular los proyectos sociales necesarios e incluirlos en la agenda política del país, el estado o el municipio, y apoyar su operación. Aunque, por una parte, los recursos de la gente son limitados y, por otra parte, carece de las estructuras organizativas necesarias para la operación de dicha agenda. Es por ello que, para hacer posible la formulación concreta de las ideas, el diseño preciso de los proyectos y la inclusión adecuada de éstos en la agenda política, la democracia ofrece la opción de elegir, entre los diversos candidatos que representen los intereses de los distintos grupos sociales, a aquél que represente mejor a la mayoría de todos. Sin embargo, todo lo anterior es parte de la teoría. Lamentablemente, en la práctica, esto no sucede así, sino de otra manera, y siempre en favor de los grupos de poder.

Ahora bien, para asegurar que la población esté conforme con los hechos de los supuestos representantes políticos de la gente, éstos recurren a ciertas estrategias de manipulación para mantenerse en el poder y evitar que los miembros de la sociedad los quiten y los cambien. Al respecto, Noam Chomsky ha señalado una serie de estrategias de manipulación, a través de las cuales quienes están al frente del Estado hacen uso de ellas para conseguir sus propósitos personales y/o de grupo, generalmente en perjuicio de la gente.

Entre las diez estrategias de manipulación indicadas por Chomsky, destacan aquellas que están directa o indirectamente conectadas con la educación y la cultura. Todas ellas están, eso sí, vinculadas con los medios de comunicación, como la prensa, la televisión y la radio, así como las redes sociales. Una de ellas es la distracción, que es primordial para el control social y que consiste en desviar la atención de la gente de los verdaderos problemas hacia asuntos sin importancia. Esta misma estrategia también ha sido utilizada para evitar que los individuos se interesen por conocimientos relevantes para su comunidad, ya sean de carácter científico, tecnológico, económico, sociocultural o psicológico.

Otra de las estrategias del decálogo de Chomsky es la de la ignorancia, mediante la cual se pretende mantener a la gente en la ineptitud, es decir, lograr que el público sea incapaz de entender los métodos y las técnicas que son utilizados para su control. Al respecto, Chomsky ha señalado que “la calidad de la educación para las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de tal forma que la calidad educativa de las clases superiores sea imposible de alcanzar por las clases inferiores”. Para ello, el sistema busca ampliar lo más posible la brecha entre la calidad de la educación privada y de la educación pública. Además, pretende aniquilar la curiosidad por el conocimiento e infravalorar los productos de la inteligencia. Sólo hay que asomarse al llamado nuevo modelo educativo, tan promovido por los gobiernos federal y estatales, para darse cuenta del verdadero significado de “aprender a aprender”, el mayor mito de la educación.

Mantener a la población en la ignorancia es uno de los objetivos del poder, y mucho más del poder fincado en el neoliberalismo. Si el Estado mantiene a las personas en la ignorancia, ello significa evitar que la gente tenga a mano las herramientas y los métodos para analizar la realidad por sí misma. Por ello también, el sistema educativo y cultural sólo ofrece información anecdótica de los hechos, pero no da a conocer las estructuras internas de los acontecimientos.

En los últimos tiempos, la ciencia cuenta con amplísima diversidad de conocimientos como nunca antes y la tecnología ha avanzado vertiginosamente; sin embargo, toda esta impresionante cantidad de conocimientos y técnicas sólo llega a la gente en una mínima porción. Y si es posible, las élites del poder harían todo lo que esté en sus manos para evitar que todo este acervo esté al alcance de la población. Aquí, nuevamente es evidente que la ignorancia permite el control del poder sobre la sociedad. De ahí entonces que, para el Estado, aprender a aprender sea más importante que aprender contenidos concretos de la ciencia y la tecnología, de la historia y la geografía, de las operaciones matemáticas, del sistema de escritura, y más que nada desarrollar las capacidades de la crítica y la creatividad.

De las diez estrategias de manipulación señaladas por Chomsky, las que están ligadas al sistema educativo son las más peligrosas. Éstas tienen como propósito principal bloquear la crítica y la autonomía de las personas. Aunque todo ello depende de la sociedad misma: la gente debería evitar que se le maneje a conveniencia de quienes tienen el poder político y ofrecer la mayor resistencia posible, incluso llegar al punto de la exigencia. Para conseguirlo, habrá que comenzar por el sistema escolar, que es el más vulnerable para la manipulación.

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