Marytere Narváez/Conacyt
Foto: http://conacytprensa.mx/
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 25 de abril, 2018

El robo de palo de tinte a manos de piratas ingleses, bancos norteamericanos en estrecha relación con la explotación del henequén y el intercambio de resina de chicle por armas entre rebeldes mayas y compañías anglosajonas, son algunas de las primeras experiencias que tuvo el capital extranjero en Yucatán.

Othón Baños Ramírez, adscrito al Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Universidad Autónoma de Yucatán (CIR UADY) retrata estos eventos en el libro [i]Globalización y cambio social en la península de Yucatán. Una aproximación sociohistórica[/i].

“Este libro tiene que ver con la relación entre Yucatán y el capital extranjero, cómo llega a Yucatán, a través de qué vías y cuáles son las consecuencias de esa penetración del capital extranjero en la región”, describió el investigador en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.

Para Baños Ramírez, el capital extranjero tuvo un impacto ambivalente en la región, pues si bien impulsó el desarrollo económico, también tuvo un alto costo a largo plazo, configurando una hipoteca económica y social difícil de controlar incluso para las autoridades, como ocurrió en el caso del henequén, las maderas preciosas y la resina de chicle.

[b]Los piratas y el palo de tinte[/b]

La extracción del palo de tinte en Campeche destaca como la primera experiencia de la globalización en Yucatán desde la instauración de la colonia española, pero no fueron los conquistadores sino los piratas ingleses quienes explotaron este recurso.

De acuerdo con el investigador, comúnmente se distinguen dos modalidades de la piratería: una vinculada con el acecho de barcos y su respectivo asalto, y otra relacionada con el asalto a las ciudades costeras, donde los piratas robaban todo lo que podían; pero existe también una tercera modalidad de la piratería dedicada exclusivamente al tráfico, y era ésta la que se desarrolló en la región.

“Eran piratas que llevaban el palo de tinte a la isla de Jamaica, que era un bastión de los ingleses, y de ahí era transportada hacia Inglaterra para ser parte de su industria textil, que se encontraba en su apogeo y seguía creciendo”.

Del palo de tinte se extraía la hematoxilina, un colorante altamente demandado por los ingleses por su buena calidad y eficacia para aplicar en lana y algodón. En Europa se conoció originalmente como palo de tinte de Campeche, y los piratas se encargaron de explotar este recurso por casi 150 años, hasta que las autoridades españolas los obligaron a retirarse.

[b]El henequén y la explotación laboral de los peones[/b]

La segunda experiencia de capital extranjero descrita en el libro gira en torno a la explotación del henequén, a mediados del siglo XIX. Se trató de un convenio que parecía justo para todas las partes, dado que no existía un capital económico en Yucatán para construir y organizar las haciendas henequeneras, fueron los bancos de Estados Unidos los que intervinieron y proporcionaron la inversión para su crecimiento, a cambio de un interés comercial.

“Los hacendados que recibían dinero de esas casas de préstamo tenían que vender a ellos un mismo subproducto y ellos eran los encargados de comercializarlo. Lo que sucedió fue que el capital extranjero tuvo todo el tiempo el control del dinero y de los artículos que salían de la producción de Yucatán. La tajada entonces se la llevaban ellos, y los hacendados tuvieron que arreglársela para obtener ganancias también”.

Como resultado, hubo una sobreexplotación de la mano de obra de las haciendas, donde los peones recibían únicamente una cantidad simbólica a merced de su explotación laboral.

[b]Tráfico de maderas preciosas[/b]

Las maderas preciosas, que abundaban en la costa oriental de la península, en las orillas del mar Caribe, fueron traficadas por compañías inglesas sin que a los gobiernos les importara demasiado, hasta que se conoció que con el comercio de aquellas se beneficiaban los rebeldes mayas que se habían resguardado en el área cuando terminó la Guerra de Castas, hacia 1851.
“Ellos hacían tratos con los ingleses y les permitían extraer madera, caoba, palo de tinte, cedro y otras maderas a cambio de mercancía y armas. Los rebeldes mayas mantenían una organización militar y necesitaban armas nuevas. Estas les permitían mantener un ejército y hacer guerras de baja escala”.

Los rebeldes mayas se habían recluido en la selva de Yucatán para vivir de manera autónoma, buscando conformarse como otra nación y otra cultura. “Esto preocupó al gobierno de Porfirio Díaz, que lanzó una brigada militar para venir a combatir a los mayas rebeldes y le llevó mucho tiempo hacerlo. En ese contexto, Porfirio Díaz decidió combatir también el tráfico de maderas con Inglaterra y logró vencerlos”.

[b]Resina de chicle y el fin de la resistencia maya[/b]

El gobierno tenía ahora bajo control y vigilancia a los mayas vencidos, desarmaron sus ejércitos y contuvieron sus ánimos de lucha; sin embargo, la resina de chicle fue el arma que terminó de vencer a la resistencia maya.

A principios del siglo XX descubrieron que había una gran cantidad en el árbol de chicozapote en Quintana Roo y la resina del chicle apareció como una nueva materia prima. Esta resina fue extraída y exportada al norte de Estados Unidos, convirtiéndose en una nueva forma en que llegaba el capital extranjero a la región peninsular.

Los mayas rebeldes habían resistido hasta entonces, no permitían la instauración de escuelas ni instituciones gubernamentales, pues tenían su propia organización. Cuando el líder maya Francisco May —quien había visitado al presidente Carranza, regresando encumbrado— decidió entrar al comercio de la resina de chicle, poco a poco la semilla del capitalismo empezó a resentirse en el resto de la población, que reclamaba la sobreexplotación laboral y la preferencia a intermediarios extranjeros por sobre otros líderes mayas.

“Lo acusaban de enriquecimiento, malas influencias y muchos de los trabajadores del chicle comenzaron a perderle respeto. Se descompuso la comunidad a raíz de su relación con el chicle. Lo más interesante para mí es eso, cómo la relación comercial, cómo el salario que pagaban y los mecanismos típicamente capitalistas descomponen la comunidad maya”.

Tras su mala experiencia con el chicle, Francisco May se marchó al pueblo de Peto en el año 1934. Tiempo después regresó a su pueblo (localidad Felipe Carrillo Puerto en la actualidad) y murió en 1969, prácticamente en condiciones de pobreza.

La pesquería de camarón, las maquiladoras, el petróleo y el turismo representaron nuevas experiencias de la penetración del capitalismo a la península de Yucatán, y serán descritas en la segunda parte de esta entrevista.


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