Zavala, atrapada en la paradoja de que Calderón sea su respaldo

Arturo Cano
Foto: Jesús Villaseca
La Jornada Maya

Ciudad de México
Sábado 5 de mayo, 2018

La candidata presidencial Margarita Zavala vive la paradoja de que su esposo, el ex presidente Felipe Calderón, sea simultáneamente su principal respaldo y su más pesado lastre.

Esa contradicción la sostiene, dice la periodista Sanjuana Martínez, autora de La señora Calderón, una biografía no autorizada de la panista. Si Margarita hubiera querido que le fuera bien, se hubiera divorciado, como hizo Sandra Torres en Guatemala (quien en 2011 se divorció de Álvaro Colom, el entonces presidente, para poder ser candidata a ese cargo). Pero ella nunca planteó esa posibilidad.

Para escribir el volumen que ya está en librerías, la colaboradora de La Jornada entrevistó a personas que trataron a la pareja Zavala-Calderón en distintas épocas.

–En la apertura del libro critica lo que podría verse como una virtud: que Zavala haya sido una cónyuge discreta cuando su esposo fue presidente.

–Era importante tener una primera dama así; de hecho, era lo que siempre habíamos deseado. El problema es que ella fue así cuando su marido estaba convirtiendo a México en un cementerio. O sea, no se puede ser discreta y permanecer en silencio ante el dolor de los demás, porque eso te convierte en cómplice. Entonces ella se convirtió en cómplice silenciosa en un país ensangrentado por su marido.

–¿Por qué la señora Calderón y no Margarita Zavala?

–Pues porque ella es enemiga de las feministas. Está en contra de la interrupción libre del embarazo, del matrimonio igualitario y de muchas causas que enarbolan las feministas. Ella no sería candidata presidencial si no fuera por su marido.

Gracias a su papel de primera dama (una figura retrógrada, sostiene la entrevistada), Zavala se hizo de relaciones y tuvo acceso a los recursos opacos del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), una institución que se utiliza tanto para regalar despensas como combatir las adicciones. Nadie sabe cómo se gasta el dinero en el DIF, no hay transparencia. ¿Cuántas personas tiene a su cargo, cuánto y en qué gasta su oficina? No sabemos. Y cuando pides información a Presidencia, nadie la quiere dar. La transparencia en este país es una falacia.

La periodista sostiene que las candidaturas de familiares directos de los gobernantes –no olvida el caso de Marta Sahagún– deberían estar prohibidas, porque equivalen a “una relección de facto”.

–Buena parte de las baterías de Margarita en estos meses han estado dirigidas a Ricardo Anaya, el pequeño dictador, le llaman ella y su entorno.

–En realidad Anaya y los Calderón-Zavala son lo mismo, son iguales. Lo acusan de traidor, pero ellos también son unos traidores. Ellos lo acusan de casos de corrupción y ellos tienen sus propios casos. Son como espejos, y los tres fracturaron al Partido Acción Nacional (PAN). Un partido que nace con una visión y un conjunto de valores que se fueron perdiendo: el primero, no robar, y los panistas salieron igual de rateros que los priístas o peor. Si (Manuel) Gómez Morín levantara la cabeza, se volvería a morir.

–Carlos Castillo Peraza se definía como un panista silvestre, en oposición a los panistas de invernadero, nacidos en familias de abolengo, como en el caso que nos ocupa.

–A Felipe y Margarita los unió el PAN. Y ahora que no están, ¿qué los une?: el poder y el dinero.

–Ganar el gobierno sin perder el partido, era su lema.

–Creo que mientras estuvo en la Presidencia, Calderón convirtió al PAN en un partido de Estado. Y quería seguir controlándolo, pero ya no pudo. Los estira y afloja internos del PAN son muy sabrosos. Entrevisté a Ernesto Ruffo, quien se pregunta en qué momento Calderón perdió el contacto con la realidad, porque él quería seguir controlando, imponiendo.

–Dejó muchos lastimados en el camino.

–Que lo odiaban. El tema del título tiene que ver con que ella fue una buena diputada plurinominal, aunque desde 2006 no tiene un salario remunerado por un puesto. ¿De qué vive? La gente que entrevisté me decía que ella fue una diputada afanosa. Tatiana Clouthier dice que le gustaba organizar, controlar. Pero hay cosas que no le gustaron, por ejemplo, cuando se hizo la comisión para investigar a los hijos de Marta Sahagún, Margarita se fue al baño.

–¿Qué se recuerda de ella como legisladora?

–Nada memorable. Lo que sí es que fue una mujer que operó con mucha habilidad para marcar línea. Para eso era muy buena, aparentemente.

–¿Quién convenció a Zavala de buscar la candidatura presidencial?

–Todo es el señor Calderón, por eso es La señora Calderón. Lo suyo es una sociedad, más que un matrimonio, que puede soportar muchas cosas, como la falta de amor o la falta de interés romántico. Varios entrevistados ponían como contraejemplo a don Luis H. Álvarez y su esposa (Blanca Magrassi), quienes como ellos eran muy amorosos cuando estaban en público. Claro, debe ser difícil la convivencia con un alcohólico, es una enfermedad y seguramente hay violencia doméstica. El carácter iracundo, autoritario de Felipe… Tiene que ser terrible un hogar marcado por eso.

–Los pendientes de corrupción del sexenio calderonista constituyen una lista abultada, pero no parece haber un crecimiento escandaloso de la riqueza de la pareja.

–Bueno, su casa tiene 2 mil metros, es el doble de la Casa Blanca de los Peña Rivera (la primera en Las Águilas; la segunda, en Las Lomas). Y no son tan tontos como para ostentar su riqueza. Creo que tienen su futuro y el de varias generaciones asegurado. Los testaferros, los dueños de los contratos son parejas de amigos íntimos de Margarita y Felipe, y es un tema que no se ha investigado. Ellos se han cubierto con un halo de pureza, honestidad y decencia. Pero si le escarbas un poquito…

–¿Qué aparece?

–Los contratos, la triangulación, las empresas fantasmas, la trama de los casinos (permisos apócrifos) que opera su grupo más cercano y que nadie investigó.

La periodista Sanjuana Martínez aseguró que Si Margarita Zavala hubiera querido que le fuera bien (en su candidatura), se hubiera divorciado de Felipe Calderón