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del

Rodrigo González
Foto: Flyer
La Jornada Maya

Jueves 31 de mayo, 2018

Entender una saga como la de [i]Star Wars[/i] implica remontarse a un momento del siglo pasado donde la industria del cine tuvo una bifurcación que la marcaría a lo largo y ancho del planeta. Es bien conocido que a partir del nacimiento del episodio IV de estas películas en 1977, la industria contemplaría el nacimiento del blockbuster y en consecuencia experimentaría una profunda transformación en la manera de hacer cine. La batalla por la taquilla se convirtió en la verdadera guerra y a partir de entonces los estudios invierten cantidades astronómicas de dinero en alguna película que se lleve la gran tajada del mercado.

Después de que George Lucas vendiera su compañía Lucasfilm a Disney Corporation en 4 mil millones de dólares, mucho se habló de la oportunidad de revitalizar la franquicia. Con un agresivo proyecto de una nueva trilogía, películas spin off de personajes y momentos en particular del universo de [i]Star Wars[/i], un parque temático, y cualquier otra cosa que a Disney se le ocurra pareciera que efectivamente, tendremos la presencia de una galaxia muy muy lejana durante mucho, mucho tiempo.

Sin embargo, con el spin off de [i]Han Solo[/i] sucede un fenómeno particular. La película se coloca, a pesar de todos los problemas de producción en los que se vio envuelta, en el plano netamente emocional. Los que hemos seguido rigurosamente el desarrollo de la historia cargábamos con un hueco, sabíamos que había una pieza faltante. Del personaje de Han Solo, quizá ahora el mejor escrito y desarrollado de toda la serie, sabíamos poco. Conocíamos su entrañable amistad con el wookiee Chewbacca, la forma en la que ganó su nave insignia, el Halcón Milenario, en una partida de cartas. Conocíamos también su permanente necesidad de mostrarse como un tipo rudo e indiferente al sufrimiento de los demás, aunque en el fondo siempre sea un romántico, un revolucionario. Incluso conocemos su trágico final. Es por eso que, al adentrarnos en el origen del personaje, esta cinta se convierte en uno de los mejores “coming of age” que se hayan filmado para una película de ciencia ficción.

Ron Howard, un veterano director que carga bajo su brazo joyitas como Cocoon o Frost/Nixon, sin contar las taquilleras adaptaciones de las novelas de Dan Brown, entendió muy bien que para rescatar esta historia había que centrarse en el anclaje emocional del personaje y en los momentos que lo marcan para siempre, las pérdidas que sufre quien no tiene nada y la desesperanza que provoca enfrentarse a un mundo que aparentemente no puede ser cambiado.

Así, tras conocer el origen miserable de Han y su lucha en las calles para sobrevivir, llegamos al punto en donde logra la oportunidad de dejar esa vida detrás. En una secuencia extremadamente bien filmada que hace un guiño a las persecuciones a pie de The French Conection, de William Friedkin, lo vemos en el umbral del escape, del cambio total de condiciones y sin embargo, aquello que más ama, se queda detrás. Con el corazón roto, debe seguir adelante.

Y mientras la película avanzaba me era imposible no pensar en mi hijo. Este año cumple 17 y a lo largo de lo que ha sido para él un tremendo ejercicio de adaptación, llegar a una ciudad nueva, hacer nuevos amigos, sobrevivir a una escuela diferente y a un medio diferente, alcanzo a ver en él la necesidad de tomar sus propias decisiones, cambiar su entorno, manipularlo, transformarse pues.

Justo hoy por la mañana me enteré que en el verano no quiere ir de vacaciones a visitar a su abuelo, que ha decidido trabajar. Y lo veo parado de frente ante sus propias necesidades y angustias y decidir. Y se me rompe el corazón un poquito pensando en todas las veces que de aquí en adelante se va a equivocar, en cuántas veces va a tener que dejar detrás de él cosas y personas y momentos que ama buscando algo más grande. Pienso en cuántas veces lo dejarán atrás personas, momentos y cosas que él ama y tendrá que encontrar la manera de sanar rápido para seguir luchando.

En otro momento fundamental de la cinta, el joven Han llega a reclutarse a las tropas del imperio y cuando el oficial le pregunta su apellido el responde que no lo sabe, que siempre ha sido solo él. El oficial duda un momento y entonces escribe mientras le dice: Han Solo.

Creo que todos pasamos por ahí. Entramos al mundo de los adultos solos. Creo que mi hijo está ahí, entrando al mundo de los adultos él solo. Espero que tenga el coraje suficiente para no rendirse. Espero que la fuerza lo acompañe.

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