Luis López Morton
Foto: Sebastián López Morton
La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Viernes 1 de junio, 2018

Llegamos al final de la travesía. Mi familia y yo disfrutamos de estos días en que salimos de la rutina. Un viaje que esperamos por más 6 meses y que disfrutaremos cada vez que recordemos las aventuras vividas.

La organización del Rally Maya ha sido de talla internacional. Cada cosa y cada punto en su lugar, con un desplegado logístico impresionante.

Los lugares visitados, encantadores y singulares. Me da gusto ser de este país y tener a mi familia aquí. ¡Hay tantas cosas de las que debemos sentirnos orgullosos!

La última etapa del rally fue un trayecto de Mérida a Cancún. Fue la más pesada de las cinco. Finalmente, llegamos al destino para el último día de actividades y la cena de premiación.

El cansancio ya se trae de los días anteriores y es natural que los participantes pongan más atención para intentar llegar en una mejor posición.

El calor, al que estábamos expectantes, se ha hecho notar. Ha sido constante durante el día y ha llegado a 35 grados centígrados, sino es que más, porque hay que recordar que muchos de los automóviles con los que participamos en el Rally Maya no cuentan con aire acondicionado Todo el trayecto nos llenamos los ojos del verdor de la vegetación que se asoma a ambos lados de la carretera. Un camino verde y plano, y muy recto, cosa que ayuda. Lo único que ya no ayudó fue que, llegando a Cancún, a eso de las cinco de la tarde, en algunos tramos empezó a llover, por momentos muy fuerte. Todo esto para que no se nos olvide como empezó el rally en Cozumel, con lluvia.

Ya por la tarde empezó un aguacero con rayos y truenos que retumbaban en todo Cancún. Los cristales de la habitación se movían con el estruendo y llovió, prácticamente con la misma intensidad, toda la noche.

El día libre que tuvimos en Mérida, muchos de los participantes lo aprovecharon para ir a Homun a los cenotes. Hay varios que se pueden visitar y se paga entre 20 y 30 pesos por persona la entrada. No se puede entrar ni con bebidas y si uno trae bronceador o bloqueador, se tiene que echar un regaderazo antes de bajar al cuerpo de agua, donde se puede nadar; en algunos se ven las raíces de álamo que llegan hasta lo más profundo, donde se encuentran este líquido transparente que está al mismo nivel que el del mar.

En algunos entran las golondrinas que anidan dentro del mismo cenote. A otro le acababan de abrirle un ojo en el techo para que entre la luz, según nos
explicó el guía. Esto lo hicieron hace quince días, por lo que todavía había gran cantidad de murciélagos que poco a poco van emigrando a otro cuerpo que no esta abierto al público y que tiene la obscuridad para que vivan estas criaturas muy curiosas.

Se ve que los dueños de la tierra donde se encuentran estos cenotes los cuidan en la cuestión ecológica y obvio que los protegen, porque son una fuente de ingresos importante para la familia.

Otros participantes del rally, aprovecharon para ir a visitar museos. La Casa de Montejo, propiedad que perteneció al que da su nombre a la principal arteria vial de la ciudad, es una casa museo amueblada y con enseres de la época, como si todavía vivieran los antiguos propietarios.

Además, hay exposiciones temporales: nos tocó una de fotografía de Flor Garduño y otras imágenes que bien valen la pena ver sobre Chichén Itzá, de Gómez Portugal, tomadas en 1946. Ya había visto las fotos de Garduño en la Ciudad de México, precisamente en el Palacio de Iturbide, que como Casa de Montejo pertenecen a City Banamex.

Yo quede prendido de Chichén y ahora me gustaría poder comprar algunas de estas fotos. Desafortunadamente, en la tienda del museo no tienen ningún libro sobre estas fotografías
sólo el de Flor Garduño, que se vendió muy bien cuando vino la artista a la inauguración y firmo muchos, según nos explicó la persona encargada de la tienda, que a pregunta expresa mía de cuál es el libro que más venden de los editados por Banamex, me comentó que el de las Haciendas de Yucatán.

También fuimos al Museo de Antropología sobre Paseo Montejo, con una exhibición de piezas prehispánicas préstamo del Museo del Templo Mayor y otra exposición sobre la mujer maya.

Ya por la noche se llevó a cabo la Cena de Premiación a la Elegancia de los autos que compitieron en este rally. Ganó el Jaguar de la marca de relojes Frank Muller, estuvo muy bien servida y hubo danzas prehispánicas.

Volvemos con la satisfacción del deber cumplido, más unidos que siempre y renovados de espíritu a seguir trabajando. Algo de nosotros se queda en la península de Yucatán, entre su maravillosa gente y la mística en la que viven día a día.

Ojalá pudieran ver de sí mismos lo que nosotros vimos de ellos: la magia, la historia, el colorido y la profundidad de sus pensamientos.

Al final de este recorrido sólo podemos estar agradecidos.
podemos estar agradecidos


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