Quintopartidópolis

Miguel Ángel Cocom Mayén
Foto: Twitter @FIFAcom
La Jornada Maya

Ciudad de México
Jueves 14 de junio, 2018

[i]“Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y Las ciudades invisibles
son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles" Italo Calvino.[/i]

Son ciudades que están ahí, aunque no aparezcan en Google Maps. Es más, si hay a mano un globo terráqueo las podemos localizar con cierta precisión. Gracias a la brújula faulkneriana sabemos que Yoknapatawpha está en Misisipi; tenemos claro que Macondo se localiza en algún punto remoto del noreste de Colombia; contamos con la certeza de que Cuévano se ubica en esa región difusa del Bajío mexicano; Arkham en Massachusetts, Vetusta en España y Santa María en Uruguay, por citar sólo algunos ejemplos. Aunque ficticias, estas ciudades tienen coordenadas, alcaldes, congestionamiento vehicular, impuestos, catedrales e incluso equipos deportivos.

Lancemos ahora un cambio de juego, porque a este conjunto de poblaciones habría que añadir una urbe que a los mexicanos nos resulta aún más inaccesible que Comala o Luvina, una metrópoli que sólo hemos visitado una vez a lo largo de un siglo de arduo peregrinar por los Mundiales. Se llama Quintopartidópolis y recorrimos sus plazas y callejones por única ocasión hace 32 años, cuando los goles de Manuel Negrete y Raúl Servín frente a Bulgaria nos dieron las llaves de la ciudad. De ahí, de sus calles, nos sacaron a patadas los alemanes con su manera fría y efectiva de cobrar los penales.

Desde esa tarde gris de junio del 86 en que los mexicanos conocimos el hielo de la derrota, no hemos vuelto a pisar el suelo de Quintopartidópolis. El muro que nos separa de esa tierra prometida pareciera ser más grande y más alto que cualquier exabrupto trumpiano. Eso sí, nuestra selección se ha hecho visitante asidua y distinguida de la Fase de Grupos, pero hasta ahí, no vamos más lejos. A nuestro once inicial le resulta más fácil llegar a Amaurota que a cuartos de final.

A más de tres décadas de nuestro primer y último arribo a Quintopartidópolis, encaramos el Mundial 2018 con la mejor selección -al igual que cada cuatro años- de nuestra historia y, también, con los mismos pronósticos agoreros de siempre. En Rusia, ese quinto partido se ve difuso, muy difuso. En el mejor de los escenarios, si superamos la fase de grupos nos tocaría enfrentar a la selección de Brasil. Y eso, más que en portugués, sí que va a estar en ruso.

En este punto tiremos otro cambio de juego, el segundo del encuentro, porque como buenos mexicanos que buscan remedios para la desgracia, nos dimos a la tarea de construir estadios paralelos e hipotéticos en los cuales nuestro país podría llegar a un quinto partido. La búsqueda nos dejó aún más decaídos. Si nos medimos con las demás naciones que participan en el Mundial, salimos perdiendo en casi todos los indicadores de educación, transparencia, desarrollo humano, economía, felicidad.

Empecemos con el Índice de Percepción de la Corrupción 2017. En este terreno de juego que indica el grado de corrupción del sector público de acuerdo a empresarios y analistas y en el que el árbitro es Transparencia Internacional, nuestra selección no superaría la fase inicial, ya que quedaríamos últimos de grupo por debajo de Suecia, Alemania y Corea del Sur. De todas las naciones que compiten, sólo estamos arriba de Nigeria y empatamos con Rusia. Es decir, seriamos penúltimos en un torneo que vería coronarse a Dinamarca. Muy lejos del quinto partido y mucho más de la transparencia.

Campeón: Dinamarca, México: lugar 135

En otro escenario, un equipo de nuestro grupo, Suecia, saldría campeón y nuestra selección no superaría la fase inicial. Y es que de acuerdo a la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2018, México se coloca en la posición 147 en este estudio preparado por Reporteros sin Fronteras. Tristemente, sólo quedaríamos mejor colocados que Rusia, Egipto y Arabia Saudita en lo que concierne al grado de libertad con el que los periodistas llevan a cabo sus tareas.

Campeón: Suecia, México: lugar 147

A su vez, en las canchas del Informe sobre Desarrollo Humano 2016, tampoco cambia el panorama. Este indicador se integra a través de componentes como la esperanza de vida al nacer, años esperados de escolaridad, años promedio de escolaridad e ingreso nacional bruto per cápita. En el estudio preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), nos ubicaríamos, de nuevo, último lugar de grupo y la hipotética final la jugarían las selecciones de Australia y Suiza. La brecha que nos separa del quinto partido es nada si la comparamos con la que nos separa de los países más desarrollados.

Campeón: Australia, México: lugar 77

Ahora bien, en lo que se refiere a educación también jugamos de visitantes y nos quedamos muy a la orilla de Quintopartidópolis. En el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) 2015, nos ubicamos por debajo de los tres países que nos acompañan en el Grupo F, tanto en Ciencias, Comprensión Lectora y Matemáticas. Este torneo educativo lo ganaría, de calle, Singapur, en caso de que sus futbolistas fueran igual de efectivos que sus estudiantes. Ahora bien, de los países que van a la cita mundialista, el mejor posicionado es Japón. Por su parte, nuestra selección, a duras penas, sumaría mejor diferencia de goles que Brasil y Perú para colocarse como antepenúltimo lugar.

Campeón: Japón

En términos económicos sólo nos mudamos de cancha, porque el resultado sigue siendo el mismo. De acuerdo con datos del Banco Mundial, si tomamos en cuenta el Producto Interno Bruto de cada país, nuestra selección se ubicaría en el tercer lugar del sector, por debajo de Alemania y Corea del Sur. Nuestro PIB es insuficiente para llegar a un cuarto partido. En este rubro, el campeón sería Japón, superando a Inglaterra, Alemania y Francia.

Campeón: Japón

En cuanto al PIB per cápita, cambian los primeros lugares pero no el hecho que, nuevamente, nos quedamos en la fase de grupos, mientras somos testigos de cómo Suiza levanta el trofeo, dejando atrás a Islandia, Dinamarca y Suecia. En este torneo, más que hablar de Quintopartidópolis pareciera que estamos en Olivia, esa metrópoli invisible de Calvino en la que “No se debe confundir nunca la ciudad con el discurso que la describe”, y es que en México los discursos oficiales en materia económica difieren completamente de la percepción de sus habitantes.

Campeón: Suiza

Un torneo en el que creíamos poder avanzar era el de la felicidad. Los mexicanos, en apariencia, somos bullangueros. No obstante, los fuegos artificiales de nuestro jolgorio no alcanzan para iluminar el cielo de la segunda ronda. De acuerdo al Informe Mundial de la Felicidad 2018, que elabora la Red para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, nuestra selección se regresaría a casa después de apenas tres juegos. Si bien ocupamos una buena posición entre los 156 países, Suecia y Alemania serían las selecciones que avanzarían a la siguiente fase.

Campeón: Dinamarca, México: lugar 24

Finalmente, en esta búsqueda encontramos un escenario en el que llegamos a Quintopartidópolis. Y es que si tomamos en cuenta el tamaño de la población, avanzamos en primer lugar de grupo, superamos por goleada a Suiza en octavos de final, derrotamos fácilmente a Japón en cuartos y caemos, eso sí, con la cara al sol, en semifinales frente a Nigeria. Este torneo demográfico se lo llevaría -de calle- Brasil, pero sólo por la ausencia de las escuadras de China, India, Estados Unidos de América e Indonesia.

Campeón: Brasil

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