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Maku Lignarolo
Foto: Rosario Ruiz
La Jornada Maya

Miércoles 11 de julio, 2018

Después de tantos meses de vivir con intensidad las campañas políticas, con los jaloneos, las noticias falsas, descalificaciones de parte y parte, finalmente llegó el día de la elección. Y ahora que todas festejan y se congratulan unos y se entristecen otros, nadie se acuerda que cada uno de esos votos fueron contados por una multitud de ciudadanos que ofrecieron su domingo en una chamba sin precedentes para casi la mayoría de ellos: los voluntarios que accedieron al llamado del INE.

Muchas personas que salieron en el sorteo se escondieron, se enojaron, se hicieron locos para no atender a la tenaz capacitadora del INE, pero otros muchos más no lo hicieron; había en el ánimo íntimo de todos una mezcla de responsabilidad ciudadana con saber que estaba en sus manos el destino de un país al que no le podían fallar.

Así nos tocó reunión, luego simulacro, y finalmente el día de la elección. Una larga jornada que comenzó a las 7:30 horas.

En el lugar había tres mesas, de las cuales sólo una estaba completa. En nuestra mesa faltó una persona, el Secretario 2º. El presidente, según el protocolo, no pudo hacer nada sino esperar, a las 8:15 horas para poder hasta entonces ordenar montar la casilla. Un mensaje por el chat “silencio”. La molestia no era porque no hubiera venido, eso quedaría en su conciencia, sino porque estábamos todos parados, impotentes, mirando como la cola de ciudadanos se hacía más larga. Una de las vocales que había hecho acto de presencia por si se necesitaba se le nombró tercera escrutadora, recorrimos los puestos y la primera o sea yo, quedé de segunda secretaria. Algunos que no presenciaron la contingencia, y con desconocimiento de los procesos, llegaron medio enojados y con exigencias. Aun cuando a muchos se les explicó lo sucedido, no todos estaban conformes que el sol implacable del verano playense, estuviera tan alto y aquello no avanzaba.

Conteo por aquí, conteo por allá, firmas, ordenar los marcadores echarle tinta a la almohadilla y finalmente pudimos comenzar. Todos sabíamos lo que había que hacer, aun cuando algunos estábamos en puestos distintos. Se anunciaba al votante para que los representantes de los partidos lo anotaran en sus cuadernillos y el primer secretario le pusiera el sello en el suyo, poner la tinta indeleble en el dedo, marcar la credencial. Pero no todo era coser y cantar, el suaje de los blocs para desprender los votos no era muy fuerte y el presidente no se pudo sentar en todo el día, cortando una por una las papeletas a medida que avanzaba la fila.

¿Quién ganó? España, ya está eliminado, nos contestaron de la fila. No pudimos saber a qué hora pasó el tiempo cuando ya eran las 3 de la tarde. La chica incansable del INE que iba y venía procurándonos a todos. Se nos avisó que había unos croissants con jamón y queso, y aguas para el que tuviera hambre. Algunos votantes, muy pocos, nos dieron las gracias por estar allí, imagino que aquellos que pudieron haber participado en alguna anterior.

De alguna manera con el correr de las horas las cosas fluyeron hasta el final. Eran las 6 de la tarde y en la fila quedaban solo dos personas para votar. Aplausos, fue entonces cuando el trabajo comenzó, ahora sí que voto por voto. Se desplegaron los manteles en el piso con las muestras de los partidos y las posibles combinaciones partidarias; Presidencia, Senado, Diputaciones, Presidencia Municipal. Las escrutadoras tiradas en el piso colocaban cada uno de ellos, y los demás sacábamos de las urnas los votos; voceamos PAN, Morena, PRI, Verde… retahíla que se oyó como eco de las tres mesas durante varias horas.

Así llegaron las 11 de la noche, se llenaron las hojas con los resultados de la jornada electoral de la Federación, las hojas de las municipales, firmas y más firmas, finalmente los paquetes estaban listos. A esa hora al INE el presidente y al Ieqroo la segunda secretaria. Eran las 12 de la noche.

Los ojos arenosos, las manos pegajosas, el cuerpo triturado, la ropa arrugada y polvosa de los miles de ciudadanos, que donaron ese domingo por el bien común son también los elegidos, porque sin ellos a esa hora no estarían anunciando las tendencias preliminares de las elecciones 2018.

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