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del

Hugo Castillo
Foto: Afp
La Jornada Maya

Jueves 19 de julio, 2018

Mucha gente se pregunta por qué la mayoría de los llamados terroristas son musulmanes. ¿Es acaso que la fe mahometana promueve el extremismo y la violencia? ¿Los fundamentalistas utilizan como pretexto supuestos mensajes contenidos en el Corán para llevar a cabo atentados a lo largo y ancho del orbe?

La respuesta es quizá ninguna, o tal vez ambas, pues es tan falso decir que el islam promueve el terrorismo como decir que los fundamentalistas no son islámicos.

El centro del problema está en la forma de entender el libro sagrado de los musulmanes. Mientras la Torah de los judíos está conformada principalmente por un sistema de reglas para diferenciar a creyentes de paganos, y los Evangelios de Jesús son un conjunto de preceptos morales que guian la vida de todo cristiano, el Corán es un intento de sacar lo mejor de ambos, al establecer un sistema de reglas basado en un sistema moral.

Pero como bien dice el dicho: el que mucho abarca poco aprieta. El libro sagrado del Islam se quedó corto, estableciendo un sistema de reglas moralista sin que una base ideológica clara lo sustente. La ambigu?edad del texto permite que éste pueda ser explicado de maneras muy diversas, admitiendo que cada quien interpreta el espíritu de las normas morales según sus opiniones e intereses.

A diferencia del judaísmo y el cristianismo, en el islam no existen muchas sectas sino diferentes escuelas de interpretación coránica o madahib Esta variedad teológica ha generado una falta de unidad religiosa entre los musulmanes.

También, debido a la inexistencia de una autoridad central que establezca lo correcto o incorrecto dentro de la fe, se han creado múltiples consejos de expertos que comprenden y explican las enseñanzas divinas acorde al contexto en el que se desenvuelven.

Es por lo anterior que conceptualizar el terrorismo para poder eliminarlo se hace muy complicado. Por una parte no se puede negar que la ideología que lo sustenta se basa en el Corán, por lo que es correcto decir que el fundamentalismo es musulmán; pero el Islam no es monolítico. En realidad, aparte de la división entre chiítas y sunitas, existen corrientes salafistas, hanafíes, malikíes, y algunas otras más, que difieren en la interpretación de sus sagradas escrituras.

Es en esta multiplicidad de opciones donde radica la posibilidad de eliminar la amenaza global del terrorismo islámico. Si el extremismo es sólo una interpretación de sus sagradas escrituras, la mejor forma de hacerle frente es con otra interpretación. Una alternativa que esté basada en el Corán, y que sea más atractiva, inclusiva y que se incline hacia la paz y no la violencia bien podría resolver el problema.

Lo que se necesita es que los encargados de estructurar las políticas para combatir el jihadismo dejen de pensar en términos político-occidentales y que se tomen un momento para entender la forma de pensar del “otro”. La respuesta al terrorismo se encuentra dentro del islam mismo y serán los propios musulmanes quienes hagan frente a esta amenaza.

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