Juan Manuel Contreras
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 10 de agosto, 2018

“¡La tierra no se vende!” ha sido una consigna adoptada por cientos de pueblos indígenas alrededor del mundo en defensa de su memoria, cultura y territorio. También es el nombre que Francisco López Bárcenas dio a su nueva publicación, la cual presentó ésta tarde en el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (CEPHCIS) de la UNAM.

En los últimos quince años, los pueblos originarios han sido víctimas de innumerables despojos masivos por parte de empresas estatales y transnacionales, por ejemplo, las dos millones de hectáreas de tierras que han sido concesionadas para su uso en la minería industrial de alto riesgo.

Durante la presentación del libro, el autor -quien también ejerce como abogado- destacó que uno de los motivos que lo llevó a desarrollar la obra, es la dificultad que tienen los indígenas para leer y comprender el derecho agrario, “no se trata de un texto académico, sino uno dirigido a los pueblos”, dijo.

Asimismo, aclaró que la idea original era llevar a cabo el evento el 8 de agosto, para que coincidiera con el natalicio de Emiliano Zapata, a quien calificó como un hombre honesto y congruente; sin embargo, éste se efectuó el 9, en el marco del día internacional de los pueblos indígenas.

Para ilustrar las bases que sostienen la publicación, López Bárcenas recordó el levantamiento zapatista de Chiapas, en 1994, año en que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) lo invitó a formar parte de su equipo de asesores.

También mencionó el acuerdo de San Andrés, uno de los primeros documentos que los zapatistas firmaron con el gobierno, en 1996; y que contemplaba sus derechos y cultura, con un pequeño apartado dedicado al territorio, durante un tiempo en que el Congreso Nacional Indígena (CNI) estaba formado casi exclusivamente por indígenas y muy pocos activistas.

“Fue por esos tiempos que decidimos olvidar el diálogo con las autoridades y regresar a los pueblos a construir autonomía, antes que las transnacionales llegaran a los territorios a extraer recursos y desarrollar sus proyectos”.

El líder social detalló que el libro no fue escrito en un cubículo, sino acompañando a las comunidades y reflexionando con ellos acerca de los temas que les competen; ya que habla de la situación que viven día a día, de sus recursos y el tipo de propiedad que los rige.

“Las empresas hablan del estado de derecho cuando se trata de invertir, pero no cuando se habla de derechos humanos”, lamentó.

Por su parte, Claudia Cob, una de las panelistas que funge como comisaria ejidal de Chocholá, explicó la razón por la cual “la tierra no se vende”.

“Somos parte de la naturaleza, porque al habitar en el campo nos encontramos con nosotros mismos, descansamos bajo los árboles y sentimos como el aire nos abraza y reconforta. Analizamos como nos protege y nos da alimento. No podemos permitir que se borre nuestra memoria”.

De igual forma, reiteró la importancia del libro, pues existe una necesidad latente en las comunidades de conocer sus derechos y “La tierra no se vende” es una herramienta que explica de manera sencilla cómo hacer que las autoridades respeten la ley.

“La tierra no se vende, se ama y se defiende”, sentenció Margarita Noh al hacer uso del micrófono. Oriunda del sur de Yucatán, Margarita ha participado activamente los últimos 15 años en distintos movimientos indígenas en defensa de sus tierras.

Subrayó la necesidad imperante de que los pueblos originarios recuperen su sentido de pertenencia, pues considera que la política ha sido un agente que ha propiciado la pérdida de la esencia de lo que se es en realidad.

“A los mayas nos ven como una minita de oro, nos quieren extraer el conocimiento”, acusó.

También señaló la importancia de que las comunidades indígenas cuenten con herramientas jurídicas que les permitan defender su patrimonio, sin la necesidad de contratar un abogado, objetivo que cumple el trabajo de López Bárcenas, al mismo tiempo que funge como testimonio de una pérdida de usos y costumbres, consecuencia del sistema neoliberal.

“Debemos recuperar nuestra memoria para fortalecernos como personas”, puntualizó.


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