¿Quién pide justicia para Ella(s)?

Felipe Escalante Tió
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Martes 13 de noviembre, 2018

Son los últimos minutos del 8 de noviembre. El portal Yucatán Hoy etiqueta a varios funcionarios y otros medios en una publicación; minutos después de la medianoche, quien comparte es la diputada Cecilia Patrón Laviada: “Hasta cuando??? Seguiremos permitiendo como sociedad la violencia contra las Mujeres, me llena de indignación la golpiza que le proporcionó su pareja sentimental a Andrea C. M. [la legisladora puso el nombre completo de la víctima] de 20 años. Comparto la foto que la propia Andrea autorizó que se publique para evitar que otras mujeres sufran lo que ella ha vivido. Exijamos un castigo ejemplar para el abusador”.

La reacción no se hace esperar. Poco a poco se obtiene un panorama de la situación, con más publicaciones. Desde detalles del rescate en una casa de la colonia Benito Juárez Norte, al norte de Mérida, hasta el nombre del atacante; que ella es ex alumna de colegios privados de bastante renombre. Él ya está en manos de la Fiscalía, que lo entrega a una juez de control; hay amenazas contra la familia, se organizan manifestaciones de apoyo al justo grito de “¡Ni una más!”. También, en algunos medios, comienza destacarse que el agresor, especialista en karate, es de origen tabasqueño. La noticia final es que la FGE presentó acusación por feminicidio en grado de tentativa.

El mismo viernes 9, apenas unas horas después, un hecho semejante de violencia intrafamiliar ocurrió en Kanxoc, municipio de Valladolid. Sin embargo, el tratamiento es distinto; ahora se habla de una riña familiar en la que una persona resultó lesionada, aunque otro da la versión de que un hombre, identificado como Gerardo, atacó a su pareja con un trozo de cabilla.

De Ella, no hay más datos. Es la víctima, y su nombre está en el silencio. No hay redes sociales que hagan viral el caso, no hay diputada que se preste a ser su voz, no hay anuncio de que el gobierno del estado ya brinda atención sicológica, jurídica y de seguridad a la joven, no hay acusación en el Ministerio Público, no hay manifestación de apoyo en el Cejom… no hay solidaridad ni empatía por parte de la sociedad.

La percepción hacia los dos casos es distinta, a pesar de que el fondo es el mismo: la violencia de género e intrafamiliar. Nuestro comportamiento ante ambos nos retrata como sociedad.

El ataque contra Andrea posee varios ingredientes que despertaron la simpatía de un sector de la sociedad yucateca con acceso a medios de comunicación, como las redes y portales informativos, y con capacidad de organización. Que los hechos hayan ocurrido en una de las colonias de mayor plusvalía y que el ataque haya sido perpetrado por un “fuereño” son factores que alimentaron el deseo por informarse, y también fueron causa de reacciones de indignación.

Sin embargo, el caso de Andrea es uno. Tal vez sea el primero que quedará registrado por feminicidio en grado de tentativa. Afortunadamente ella sobrevivió; hay varias que no lo consiguieron. También pudo ser Ella, la mujer de Kanxoc, o la que fue desnudada y golpeada por su atacante, que intentó violarla, en una colonia del oriente de Mérida.

Sí, hay más casos en los que el atacante es un yucateco, y no reciben tanta atención; ni de los medios, ni de las redes sociales, ni de la Fiscalía; simplemente no llegan a los juzgados. ¿Quién pide justicia por Ella(s)?

¿Será que Ella no tendrá acceso a la justicia por vivir en una comisaría de Valladolid, reconocida como cuna de varones bravos (recordemos la guardia personal de un gobernador, formada por oriundos de Kanxoc)? ¿Será que el silencio es porque donde vive “es normal” que las mujeres sufran una golpiza de cuando en cuando? ¿Será que a las autoridades que la atendieron en el hospital simplemente no les importó?

[b]Más ruido[/b]

Es cierto que nuestra atención, también como medio, se desvía hacia donde hay más ruido. Ello no debiera hacer que los casos menos escandalosos en las redes sean también menos importantes para todos nosotros como sociedad y para las autoridades. Cada caso de violencia contra mujeres y menores, contra cada uno de los más desprotegidos e indefensos, debiera activar un protocolo de atención particular. Esa debiera ser la exigencia: Justicia para Ella(s).

El caso de Andrea llama la atención porque, en teoría, no debió ocurrir; no en una colonia del norte de Mérida, no entre su círculo social. En realidad la violencia está ya en todos los espacios. De tanto decir que en Kanasín o al sur de Mérida (por ejemplo) no es noticia un hecho de este tipo, nos hemos insensibilizado y hemos terminado por aceptar como normal los golpes contra las mujeres. Nos toca reaccionar, pedir justicia para Andrea, sí, pero también para todas Ella(s); para aquellas cuyo nombre no quedó registrado en un periódico, para todas las que han tenido que enfrentar amenazas, gritos, las que han sido sometidas a la enajenación; las que por lo mismo no han podido romper el círculo de violencia.

Justicia, sí; y también que este nuevo gobierno nos presente su estrategia de prevención social del delito. Cerrar el Cepredey en nombre de la austeridad podría ser válido, siempre y cuando exista una alternativa al trabajo que ahí se realizaba.

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