La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Jueves 6 de diciembre, 2018

Negarnos a incluir el acitrón en los platillos tradicionales mexicanos como la rosca de Reyes, el pavo de Navidad, los chiles en nogada, la capirotada, o los dulces cristalizados, ayudaría a reducir la amenaza que ha puesto al filo de la extinción a un cacto globoso que presta enormes servicios ambientales como la captación de agua de lluvia mediante sus raíces, frena la erosión y brinda néctar a las abejas y otros insectos polinizadores.

El delicado, crujiente y translúcido dulce mexicano es también ingrediente de tamales dulces, picadillos, entre muchos otros platillos de la gastronomía mexicana que se preparan con [i]Echinocactus platyacantus[/i] y otras biznagas nativas de México que tardan de 14 a 40 años en crecer tan solo 40 centímetros, por las condiciones de sequía, aridez y pobreza de suelos donde habita.

Conocida como biznaga de dulce, tonel o burra, el [i]Echinocactus platyacantus[/i] es un cacto verde oscuro de bandas rojizo purpúreo en edad juvenil, lana amarillenta abundante de la que emergen flores diurnas, cinco a 60 costillas gruesas y duras, espinas grandes y fruto seco, amarillento, largo y oblongo.

Este cacto globoso se ubica en la Reserva de las Biósfera Tehuacán-Teotitlán, entre Puebla y Oaxaca; en el desierto de Chihuahua; en el Valle del Mezquital, Hidalgo y en San Luis Potosí. Las biznagas gigantes alcanzan un metro de altura a lo largo de 200 años y actualmente están sujetas a protección especial, de acuerdo con la NOM-059-SEMARNAT-2010, ya que si se extrae desde la raíz se pierden los semilleros para la regeneración de sus poblaciones.

Durante siglos, el dulce llamado acitrón se ha elaborado con [i]Echinocactus platyacantus[/i], especie que suele crecer como planta única y solamente hiriéndolas pueden generar retoños, por lo que reproducirlos a escala industrial es todavía imposible.

La pobreza y la baja cosecha induce a campesinos a la extracción clandestina de la biznaga, y posteriormente la comercian con traficantes que las colocan en la ruta del acitrón que encontramos en mercados o centros comerciales.

La Procuraduría Federal de Protección Ambiental (Profepa), auxiliada por autoridades policiacas, ha incautado importantes cargamentos de esta planta, ya que el tráfico ilegal ha prosperado en los estados de Querétaro, Aguascalientes, San Luis Potosí, Zacatecas, Hidalgo, Baja California, Oaxaca y Sonora.

Saborear un trozo de acitrón en casa, con sus formas y tonos rojos, morados, grises o amarillos, también pone en riesgo a ejemplares de [i]Echinocactus platyacantus[/i], por lo que pone en duda si el consumo de este producto vale el impacto ambiental que se causa al extraer para siempre de su hábitat este vegetal endémico de México.


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