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Francisco J. Rosado May
Foto: Twitter AMLO
La Jornada Maya

Martes 18 de diciembre, 2018

Escribo esta entrega en el Aeropuerto Internacional de Delhi, después de haber volado desde Guwahati y haber disfrutado el paisaje del Himalaya. Creo haber detectado al majestuoso Everest tocando y rebasando las nubes que le daban una vista impresionante por sobre los muchos otros picos que conforman dicha cordillera.

También escribo esta entrega después de haber leído que el domingo 16 se programó un evento simultáneo en zonas arqueológicas de los cinco estados donde estará corriendo majestuoso el tren maya. El evento es para pedir permiso a la Madre Tierra para que dicho proyecto sea bienvenido, por supuesto después de cumplir con los requisitos de leyes nacionales y acuerdos internacionales que aplican al caso.

La ceremonia es un acierto del gobierno federal, no solo porque atiende las peticiones que se han hecho en diferentes maneras, sino porque muestra un respeto y reconocimiento a tradiciones de los pueblos indígenas.

El proyecto del tren maya es un reflejo del gobierno de AMLO, quien en prácticamente dos semanas ha desplegado una inédita dinámica que de mantenerse así y con el apoyo de los actores, estaría dando la impresión de que tiene prisa. ¿Cuáles serían las causas?

Si bien nuestro país ha tenido logros, también es cierto que ha tenido tropiezos enormes. Los tropiezos opacan y retrasan los logros; así lo demuestran las experiencias internacionales de países que estando en igual o peores condiciones que México han logrado un desarrollo impresionante.

Finlandia, por ejemplo, un país sin tantos recursos naturales como México, en los años 70 del siglo pasado estaba en condiciones peores que nosotros, dependiente de la Unión Soviética; hoy es una potencia mundial en materia de educación, lo cual ha permitido que se ubique entre los países con mejor índice de calidad de vida y de desarrollo económico sostenible.

China, con un crecimiento económico impresionante, hoy el más alto en el mundo, también estuvo en condiciones peores que México en los años 60 y 70 del siglo pasado; si bien su desarrollo ha tenido un alto impacto ambiental, han combatido la corrupción en forma eficiente.

Singapur, ejemplo mundial de combate a la corrupción y la impunidad, tiene uno de los más altos PIB per cápita en el mundo. Todos esos países tuvieron que superar no solo corrupción, impunidad y malos gobiernos, sino que también fuertes convulsiones sociales y guerras. Y así se pueden señalar muchos otros casos.

En todos los casos de países que destacan por un mejor desarrollo, es posible detectar algunas explicaciones. La primera es, sin lugar a duda, el combate a la corrupción y la impunidad; la segunda es la planeación adecuada y con visión de largo plazo ejecutada por personas capaces.

La tercera es el liderazgo de la autoridad del poder ejecutivo, en el caso de Finlandia, el primer ministro Paavo Lipponen; en el caso de China, el presidente Jiang Zemin y el primer ministro Zhu Rongji; en el caso de Singapur, el primer ministro Lee Kuan Yew.

Estas personalidades, como AMLO, tuvieron una impresionante dinámica de trabajo, porque entendieron un principio fundamental: “En la medida que se retrasaba el país en tomar las decisiones y las acciones adecuadas para impulsar el desarrollo, en esa medida se ampliaba más la brecha de subdesarrollo que los separaba de los países desarrollados”.

El retraso se explica en gran medida por la corrupción, la impunidad, el abuso de poder, el manto protector legal a injusticias, la soberbia, el demasiado aprecio al desarrollo personal con sueldos extraordinarios, entre muchos otros. Así es el tamaño del reto que enfrenta AMLO.

Los frenos al desarrollo de México están bien identificados y serán atendidos adecuadamente, a pesar del andamiaje legal que se tejió como lo hace cualquier sistema que no tiene la mirada genuina en el bienestar de la población.

El reto no es menor, por ello la política y las medidas que tome el gobierno federal deberán tener la precisión de una cirugía de alto riesgo, en unos momentos cediendo y en otros momentos avanzando. Lo importante es no perder de vista el objetivo y construir condiciones que permitan alcanzarlo: lograr que el verdadero bienestar que conlleva un desarrollo sostenible llegue a toda la población, no solamente a unos cuantos. Y para esto sí hay prisa porque los otros países e intereses ajenos al objetivo, no se van a detener a esperar, no van a ceder fácilmente. Las brechas se pueden ampliar peligrosamente.

El tema de la SCJN, el caso electoral de Puebla, la forma como va caminando el NAIM, conducen a pensar una vez más en la sabiduría de los pueblos indígenas: despacio AMLO, que tenemos prisa; acompaña tu andar en el sak bej (camino maya) con personas de alta capacidad y comprometidos con el mismo objetivo.

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