Jesús Mejía
Foto: Facebook @OrquestaSinfonicadeYucatan
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Lunes 28 de enero, 2019
La flauta transversa, tan ancestral en su origen como atractiva en su sonido, capturó la atención del público mediante el diálogo jocoso, alternado y pleno de florituras con la Sinfónica de Yucatán en la interpretación del Concierto para flauta y orquesta [i]Op.39[/i], de Lowell Liebermann.
La flautista estadounidense y principal de la Sinfónica de Aguascalientes, Megan Maiorana, refrendó en el Teatro Peón Contreras la vigencia de la flauta como instrumento de concierto al proyectar su timbre diáfano y dulce, con una orquestación que lejos de opacarla le dio realce.
Bajo la batuta de Juan Carlos Lomónaco, la OSY dejó atrás los temores de que la obra vanguardista de un compositor contemporáneo como Libermann, nacido en Nueva York en 1961, pudiera no gustar a un público conservador que prefiere lo clásico.
Con una tonalidad convencional, pero con ritmos y armonías audaces, Liebermann creó una obra muy exigente para los solistas, pero al mismo tiempo pletórica de secuencias sonoras y de diálogos concertantes entre la flauta y la orquesta, que entusiasmaron a la concurrencia.
La flautista Maiorana dibujó en el aire nubes, luces zigzagueantes, plácido amanecer y otras evocaciones con una orquesta que lejos de contrastar, se sumó a un ambiente idílico y propició una atmósfera de ensoñación y fantasía.
El final representó un largo tributo de aplausos y ovaciones para la solista invitada, de gran trayectoria como concertista y formadoras de futuros flautistas, quien de esta manera cosechó lo que sembró con la orquesta durante los 25 minutos de constante ejecución del concierto.
La obra de Liebermann, quien también ha compuesto sonatas para flauta y piano y flauta y guitarra, se suma a la gran cantidad de piezas de gran calado escritas para ese instrumento por Bach, Vivaldi, Mozart, Jolivet y Khachaturian, entre otros.
Divertida, rítmica a veces marcha, otras con cadencias de carnaval, representó la presentación al inicio del programa de la [i]Obertura Al Aire Libre[/i], de Aaron Copland (1900-1990), con las características propias de la música de los tradicionales Desfiles de las Rosas de Pasadena, California, en cada año nuevo.
Trompeta, trombones y cornos dieron realce a las secuencias festivas creadas por Copland para jóvenes de una institución académica, ambiente de alegría que también imprimió la orquesta yucateca entre el público asistente.
En la parte complementaria, la OSY interpretó la más famosa de las sinfonías del checo Antonin Dvorak (1841-1904), la [i]No. 9 opus. 95[/i] conocida como [i]Del Nuevo mundo[/i], obra compuesta en 1893 durante su estancia en Estados Unidos donde se hizo cargo desde 1892 del Conservatorio de Nueva York.
De gran arquitectura musical, la partitura refiere la mansedumbre del Atlántico y la nostalgia por su patria eslava, combinada con formas melódicas propias de los negros esclavos y de los aborígenes de Norteamérica, con lo que Dvorak logró un arquetipo del género sinfónico.
En cuatro movimientos la OSY desarrolló la obra de gran profusión sonora, rica en matices y evocaciones, con gran empleo de metales y cuerdas, que permitieron confirmar a la Sinfonía del Nuevo Mundo como una de las favoritas de los amantes de la música.
La OSY prosigue con paso firme su desarrollo artístico y toca el turno a dos obras de gran atractivo en los escenarios de la música, por lo que se esperan se agoten pronto las entradas: el [i]Concierto No. 5 para piano y orquesta El emperador[/i], de Ludwig van Beethoven y la [i]Sinfonía No. 5[/i], de Piotr Ilich Tchaikovsky, programados para los días 1 y 3 de febrero.
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