Texto y foto: Gina Fierro
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 3 de abril, 2019

“Necesitaba trabajar porque sólo con el trabajo de mi esposo no alcanzaba; me quedaba sin dinero, llegaba la quincena y yo no tenía ni para mi tortilla”, cuenta Rosario Chunab, madre de 43 años. “Me topé aquí a las puertas de Ganso Azul y entré a costurar”, 11 años atrás, recuerda.

Aprendió el oficio de la costura cuando salió de la secundaria, donde cursó el taller de corte y confección, ahí conoció el manejo de la máquina recta y over.

A los 17 años tuvo su primer empleo informal con una señora, a quien ayudaba a costurar, “armaba piezas y hacía de todo. Así empecé. Incluso mi mamá me llevaba a mi trabajo, me iba a buscar porque apenas iba conociendo la ciudad. Ya después, empecé a ir sola”.

Fue a los 18 años cuando se incorporó a la industria de exportación. Hoy, después de 11 años de experiencia en Ganso Azul, Rosario se encuentra al frente de un grupo de 35 personas que operan una de las líneas de producción de la empresa. Llega a ser líder de su equipo de trabajo después de que como costurera, escalara distintos puestos –en el área de calidad, como inspectora, auditora y asesora–.

Llegar ahí no ha sido sencillo, ya que la primera vez que tuvo el cargo en la primera empresa que colaboró “me tiraron al ruedo sola, y la línea se me vino para abajo. Eso hasta lo lloré y dije ‘no, ya no quiero, o me das mi otro puesto o me voy’. Sentí que no pude, porque no tuve la ayuda que necesitaba”.

“Además, todavía era un muchachita, era demasiado joven, tenía miedo a que algo me saliera mal”.

Pronto, con la experiencia y con una buena guía, Rosario aprendió las habilidades de un líder. Y de frente nuevamente ante el mismo puesto de supervisión –ahora en Ganso Azul–, Rosario dijo “tengo que poder, no me puedo quedar así”.

Recibió asesoría y obtuvo las herramientas necesarias para generar un canal de comunicación efectivo con el equipo de colaboradores. “Fui congeniando con la gente”.

[b]Es importante saber cómo comunicarte con el personal[/b]

Un supervisor es guía de los trabajadores. “Aquí me han enseñado bastante; con todos los cursos de liderazgo y comunicación que hemos tenido aprendí a trabajar con la gente”.

Como líder del equipo “yo no me siento más que ellos, me siento igual y todos los días aprendo algo nuevo; eso me ha ayudado a ganarme a la gente, cuando los necesito, ahí están conmigo; y cuando me necesitan, ahí estoy”.

Su fórmula de trabajo se basa en la idea de dar y recibir. Es importante saber cómo comunicarte con los trabajadores, “dialogar con ellos, eso nos sirve para trabajar en equipo”.

Esta forma de liderazgo le ha permitido construir un puente de comunicación de confianza con los empleados, quienes de manera empática llegan a compartir sus experiencias personales. De esta manera, ha desarrollado un liderazgo con visión familiar. “Ellos son mi familia y los he adoptado casi como hijos”.

“Yo me acerco a ellos y les pregunto a diario cómo están, y hay gente que me cuenta sus problemas, y yo los aconsejo. Tengo 35 hijos; hay algunos que hasta mamá me dicen”.

[b]El supervisor debe ganarse la confianza[/b]

Al manejar un nuevo grupo de trabajadores, el supervisor debe ganarse su confianza, lo cual se logra por medio de diálogo e interacción. “La gente cede”.

A veces se trabaja con grupos difíciles, reconoce, “hay operadores rebeldes, que son difíciles, pero no imposibles; me interesa que ellos estén bien, porque así rinden y se llevan un buen dinero”. Hay que hacer sentir cómodo al equipo para hacerlo más productivo.

Un líder debe ser tolerante. “Nosotros trabajamos para la gente, porque la gente es la que da el minuto (en el área de producción); nosotros los supervisores somos quienes los guiamos para que nos den buenos minutos. Entonces les damos la atención que necesitan”.

Los buenos resultados van de la mano de una buena actitud por parte de los supervisores. “Si tú les transmites confianza, una buen actitud se va a reflejar en la línea”.

“Funciona. Yo era una persona que tenía otra actitud en la línea de trabajo, incluso no me reía y siempre me decían ‘por qué tan seria. Queremos verte sonriente’. Y no te das cuenta de cómo eres; el equipo fue el que me ayudó a cambiar”.

Si hay algún conflicto “los junto y platico con ellos, qué es lo que pasa, cuál es el problema, que ellos mismos se digan quién no se está apurando y por qué no están haciendo”.

Finalmente, desde el puesto de supervisora y con experiencia previa en el área de costura, Rosario conoce las necesidades de los operarios e identifica los principales obstáculos que frenan su labor y hace énfasis en la apertura de los supervisores para atender las necesidades reales de los operadores; además de estar presentes, siempre, en sus líneas de trabajo.

“No hay operador malo, y tiene que ver con el trato. Me han mandado gente rebelde o difícil de carácter y me han dado eficiencia”.

“Hay que ser directos, decirles qué es lo que necesitas. Y pidiéndoles bien las cosas, ellos te van a responder”, concluye.


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